El periodismo se robustece cada vez que uno de sus miembros rebasa la inmediatez de los contenidos que a diario le impone los medios de comunicación. Un reciente ejemplo, la presentación el pasado 13 de abril, en la Unión de Periodistas de Cuba, del libro Cuentos y cartas al rey, de Ángela Oramas Camero. Publicado bajo el sello de la Editorial Pablo de la Torriente Brau, y dirigido “a todos los niños y adolescentes curiosos”, es una amena interpretación literaria de la historia de La Habana desde sus orígenes hasta fines del siglo XIX. Según nos confiesa la autora en el prólogo, para su escritura desempolvó “muchos papeles amarillos llenos de curiosidades, misterios y sorpresas”; a más de tener por interlocutores a sus nietos Eduardo (Edu), Ana Sofía y Annabelle, así como a dos maravillosas criaturas de nuestra fauna: el zunzún y el sapito, bajo los nombres de Pico Largo y Piel fría, respectivamente.
Lo que es, está en lo que fue. Y es que Ángela, a su condición de periodista, suma el haber sido miembro del equipo de redacción de la revista Bohemia, fundadora y directora de la revista Muchacha, y guionista del programa musical A las 20 horas, transmitido cada noche por Radio Rebelde, entre otras actividades profesionales y de dirección. Pero, sobre todo, ser la autora de trece libros en los más variados géneros literarios, publicados en editoriales de Cuba, España y Estados Unidos. El último, el que nos ocupa, Cuentos y cartas al rey, fue concebido por la periodista para ser presentado en 2019, con motivo del Quinientos Aniversario de la fundación de la ciudad de La Habana. Sin embargo, la falta de recursos como papel impidió la impresión en la fecha mencionada.
Aunque el libro va dirigido a niños y adolescentes, si atendemos el mesurado didactismo con que aborda los más increíbles hechos históricos que hacen de La Habana, según la autora, “una ciudad mágica”, capaz de provocarle severos dolores de cabeza al mismísimo Rey, coincidirán conmigo, que también Cuentos y cartas…, está concebido para lectores de todas las edades. Virtud, sin duda, de las obras útiles, en tanto no desdice su interés por los más jóvenes lectores; lo que nos lleva a proponer, si bien no todo el libro, al menos dos o tres de los mejores cuentos, para que pasen a engrosar el índice de una Selección de Lecturas, de las que edita el sistema de educación para los estudiantes de la enseñanza primaria y secundaria.
Asimismo, es de destacar, que en el interés de la autora por llegar a ambos grupos etarios, está implícito un deber profesional: contar la Historia, nuestra Historia, sin alterar o manipular la verdad histórica, ya que en ello le va también su condición de abuela…, y de ilustradora. ¡Sí…, de ilustradora! Tal y como se pone de manifiesto en los dibujos a tinta, que a manera de ilustraciones encabezan los más de setenta cuentos del libro, donde la niña que fue -y es-, se manifiesta en toda su humanidad.
¡Y qué mejor cuento para dormir a los nietos y despertar a los incrédulos, que cada una de las situaciones y etapas de la formación de una identidad citadina, que con el tiempo pasaría a ser también nacional: la de los habaneros del período colonial! Y ya que de tener buenos sueños se trata, pongamos como ejemplo, a manera de despedida, el cuento titulado “La playa de las tortugas”, donde por ser todavía nuestra Habana más playa y monte que ciudad, las caminatas de los cangrejos de noche, no dejaban dormir a las primeras cincuenta familias de castellanos asentadas en la naciente villa.
En buena hora Ángela.
