Palabras en el coloquio internacional Patria, que comenzó sus sesiones en la Casa de las Américas este 14 de marzo, Día de la prensa cubana
Casi puede sentirse aquí, como un eco de nuestra historia, la emoción de José Martí, al anochecer del sábado 14 de marzo de 1892, cuando tuvo entre sus manos, manchadas por la tinta fresca, y el calor del impreso regocijándole el alma, el primer número del periódico Patria.
Era tanta su fe y la del equipo que le acompañó en el parto de aquel hijo pródigo de ideas para la revolución, que nadie se retiraba o descansaba hasta que los paquetes nos estaban listos para la distribución. El Apóstol compartía la carga de los bultos, a riesgo de su salud, en las frías noches de Nueva York.
Cuando el tabloide era todavía una angustiante aspiración daría una lección ética que violentan ahora mismo, 130 años después de aquel nacimiento, quienes aceptan financiamientos extraños e intentan blanquearlos con todo tipo de justificaciones para crear plataformas que solo promueven «la incapacidad de Cuba para su propia redención», como los describiría enfáticamente.
«Ya estaría el periódico publicado, por Cuba y por nuestra América, que son unas en mi previsión y mi cariño, si pudiese decidirme yo a aceptar ayuda de los que, en público o en secreto, no comparten por entero mi modo de pensar», diría en carta a su amigo Gonzalo de Quezada, algunos de cuyos fragmentos nos hizo llegar Luis Toledo Sande, uno de sus biógrafos presente en este coloquio, mientras explorábamos cómo honrar dignamente el nacimiento de Patria en esta jornada de la prensa.
No es una celebración más u otro impulso conmemorativo lo que reúne en esta sala de la América toda a quienes compartimos, desde cualquier parte del mundo, y con su mismo ecumenismo, la idea del bien del Apóstol cubano.
Los aquí presentes, como se proclamó en «Nuestras ideas», que podría considerarse como el editorial con los fundamentos de Patria en su edición inaugural, no estamos dispuestos a renunciar a vivir sin «la pasión de la verdad», mucho menos a aceptar indiferentes, o en la apatía del sometimiento, la profanación que significa la llamada era de la postverdad.
Lo que está amenazado ahora mismo no son solo las fronteras políticas, geográficas, culturales, identitarias, justicieras, libertarias por las que el Héroe Nacional cubano organizó, con afán y delicadeza de orfebre, el nuevo levantamiento por la independencia de nuestra Patria y Puerto Rizo, sino hasta los más elementales requerimientos de la decencia y del decoro humanos.
Mientras nos encontramos para honrar y debatir, el doloroso conflicto entre Rusia y Ucrania —por cuya pronta y pacífica solución clamamos en bienestar de todos los pueblos del mundo, especialmente los inmersos directamente dicha guerra—, además de reconfigurarse la geopolítica mundial con consecuencias todavía imprevisibles, lo hace el desvergonzado totalitarismo mediático internacional de doble estándar.
El sueño de un nuevo orden mundial de la información sustituido por las órdenes imperiales para la manipulación. ¿Cómo no lo sabremos en esta Cuba cercada hasta el paroxismo e invadida por una incesante batería de misiles intercontinentales del odio, la tergiversación y la fragmentación?
El político excepcional que avizoró la aparición y el peligro del imperialismo estadounidense se hubiese levantado junto a nosotros contra el colonialismo mental y simbólico del siglo XXI.
Como Patria, nos convocamos a La Habana para «juntar y amar» en este azaroso siglo XXI, «para contribuir, sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres», ya no solo de Cuba y Puerto Rico, como en el siglo XIX, en base a la concepción de que «Patria es humanidad» de Martí, quien creyó siempre que desde Cuba se podía contribuir al equilibrio del mundo.
A conciencia de la significación de este encuentro e inspirados en la convocatoria que acompañan con ardor esta entrañable Casa de las Américas y los colegas de Resumen Latinoamericano, nos reunimos para, como aspiraba el periódico de Martí, mantener la amistad entrañable que une, y debe unir, a las agrupaciones independientes entre sí, y a los hombres buenos y útiles de todas las procedencias, que persistan en el sacrificio de la emancipación, o se inicien sinceramente en él.
Con la fuerza espiritual y moral enormes del Apóstol cubano juntémonos «para explicar y fijar las fuerzas vivas y reales del país», y del mundo, agreguemos en este 2022, así como «sus gérmenes de composición y descomposición, a fin de que el conocimiento de nuestras deficiencias y errores, y de nuestros peligros, asegure la obra, para la que, como él creyó, no bastaría la fe romántica y desordenada.
Si la obra del apóstol sigue pendiente, aún nos quedan fuerzas decentes en AL para continuar adelante. #CuandoLosPueblosSeUnenCreceLaHumanidad !!!
#CubaViveEnSuHistoria