Entrevistado por Rodrigo Huaimachi en La Manigua, Néstor Kohan nos acerca a un libro, a las historias y nombres, a la cultura, la hegemonía… a la contrainsurgencia “soft”.
La pupila insomne publicó la transcripción de esta entrevista-diálogo, en una versión revisada y enriquecida por Néstor Kohan.
La historia “olvidada” de la vieja socialdemocracia proimperialista
Néstor K.:Vayamos de lo general a lo particular. De la historia general de la socialdemocracia al caso específico cubano y esta supuesta “socialdemocracia republicana” que pretenden ahora venderle al pueblo cubano como una “gran novedad” presentada, además, como una supuesta alternativa frente al partido comunista cubano, síntesis de las diversas corrientes cubanas revolucionarias a las que nos referimos anteriormente.
Existe una enorme bibliografía y varias bibliotecas sobre la triste historia de la socialdemocracia. Yo creo que la socialdemocracia tiene una historia nefasta. Desconozco hasta qué punto es popularmente conocida en Cuba, más allá de algunos profesores o profesoras y del mundillo universitario.
No tengo aquí tiempo ni espacio para ir a los detalles (que analicé en algunos trabajos, con extensas citas de los escritos originales).
El término “socialdemócrata” fue cambiando históricamente de significado. Hasta la primera guerra mundial (1914-1918), bajo ese rótulo convivían desde las corrientes reformistas, profundamente eurocéntricas y occidentalistas, incluso directamente colonialistas (como las expresadas por los alemanes Eduard Bernstein, August Bebel y Friedrich Ebert; el holandés Hendrikus Hubertus (Henri) Van Kol y el belga Emile Vandervelde) hasta las vertientes radicales, revolucionarias y profundamente antiimperialistas, donde militaban principalmente Rosa Luxemburg y Vladimir I. Lenin. Ambas corrientes (la reformista y la revolucionaria) se separan abruptamente y se enfrentan cuando la primera vertiente apoya la política imperialista votando a favor de los créditos estatales para la guerra de rapiña y de conquista en disputa por mercados y colonias, a inicios de la “carnicería” de vidas humanas que significó la Primera Guerra Mundial. Votación a favor de aquellos créditos guerreristas que implicaba una complicidad patética y un apoyo descarado al imperialismo que hoy está fuera de discusión para cualquier historiografía seria. (Esa ruptura modificará definitivamente el significado de los términos, dividiendo las aguas a nivel mundial entre la Segunda Internacional, de allí en más conocida como Socialdemócrata y la futura Tercera Internacional, denominada por Lenin –su fundador- Internacional Comunista. La actual Internacional Socialista recoge la herencia de la Segunda internacional).
La primera vertiente, que terminó asumiendo de manera exclusiva la denominación “socialdemócrata”, no sólo era moderada y reformista. Era escandalosamente racista y colonialista. He realizado en algunos trabajos el ejercicio de citar pasajes de obras de estos socialdemócratas sin aclarar inicialmente su autor y parecen textos escritos por… Adolf Hitler. ¡Así de escandalosas eran sus posiciones políticas y culturales, hoy “olvidadas”!
Actualmente, con el dinero de la Friedrich-Ebert-Stiftung (Fundación Friedrich Ebert) que promociona la revista socialdemócrata Nueva Sociedad; se pretende vender en Cuba que la socialdemocracia es sinónimo de “pluralismo”, “ampliación de derechos”, “respeto a las diferencias” y muchos otros señuelos absolutamente tramposos. Anzuelos envenenados para gente desinformada. Trampas para incautos. Pero quien realmente haya estudiado con seriedad y rigurosidad este tema y no sea ni una becaria de esa institución ni un mercenario a sueldo, sabe perfectamente que Friedrich Ebert (en su momento presidente de Alemania; una de las principales cabezas políticas de la socialdemocracia) y todos sus compinches eran escandalosamente racistas, supremacistas, etnocéntricos, apologistas descarados de la dominación occidentalista y del imperialismo.
Entre aquellos socialistas de palabra, colonialistas de hecho, el más sorprendente es, sin duda, Eduard Bernstein. Desde las páginas de la prestigiosa e influyente revista teórica del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) Die Neue Zeit (La nueva era), cabeza de la Segunda Internacional, en su artículo “La socialdemocracia alemana y los disturbios turcos” (1896-1897), Bernstein escribió: “Los pueblos enemigos de la civilización e incapaces de acceder a mayores niveles de cultura, no poseen ningún derecho a solicitar nuestras simpatías cuando se alzan en contra de la civilización (…) Vamos a enjuiciar y combatir ciertos métodos mediante los cuales se sojuzga a los salvajes, pero no cuestionamos ni nos oponemos a que éstos sean sometidos y que se haga valer ante ellos el derecho de la civilización” (Mármora, Leopoldo [comp.] (1978): La Segunda Internacional y el problema nacional y colonial (Antología). México, Siglo XXI. Tomo I: pág.10).
¿Tal vez un artículo desafortunado? Lamentablemente no es el caso. En su obra magna, la más célebre y difundida, titulada Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia, Bernstein continuaba por el mismo triste derrotero, al afirmar: “No quiero ver a los nativos de África o de cualquier otro continente explotados o degollados, y tampoco estoy de acuerdo con que se les impongan modos de vida para los que su clima no es apropiado. Sí he señalado, y lo mantengo, el derecho de la civilización más elevada sobre la inferior” (Bernstein, Eduard [1899] (1982): Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia. México, Siglo XXI. pág. 57-58). En esa misma obra afirmaba, sin ruborizarse, que: “no hay ninguna razón para condenar el hecho de la obtención de colonias como algo desde un principio reprobable” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.11). Bernstein sinceramente imaginaba que: “La ocupación de países tropicales por europeos no necesariamente tiene que traer aparejados prejuicios para los nativos” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.12).
A los “nativos” de Asia, África y América, Eduard Bernstein, paladín y principal guía intelectual de la socialdemocracia mundial, también los llamaba, sin tapujos ni eufemismos políticamente correctos, simplemente… “salvajes” (sic). Lamentablemente Bernstein no fue el único en tropezarse pergeñando esas justificaciones etnocéntricas y bochornosas apologías del colonialismo imperialista, tratando de fundamentar la presunta supremacía blanca por sobre los pueblos mestizos (de origen árabe) de Marruecos, los “indios” de Estados Unidos, los hindúes bajo dominación británica, los pueblos negros de África del Sur sometidos al racismo y la dominación de colonialistas ingleses y holandeses y muchos otros pueblos coloniales, invariablemente clasificados como “primitivos” e “incivilizados” (Bernstein, E. (1899) (1982): Obra citada. pág. 60-66 y 75-76).
El ya mencionado socialdemócrata holandés Van Kol, ingeniero rico y acaudalado, se asumía como “un experto” socialista de la Segunda Internacional en temas específicamente coloniales por sus actividades comerciales en la colonia de la Isla de Java de las Indias Orientales holandesas. Quizás por eso, en 1904 Van Kol opinaba que: “Colonias hay y habrá durante muchos siglos todavía (…) En la mayoría de los casos, no se podrá renunciar a las antiguas colonias porque éstas no resultan capaces de autogobernarse (…) Abandonar totalmente al niño débil e ignorante, que no puede prescindir de nuestra ayuda, equivaldría a hacerlo víctima de una explotación sin barreras o entregarlo a otros dominadores (…) En las colonias, la socialdemocracia tendrá que apoyar a los débiles, instruir a los no desarrollados y educar al niño que nos confiaron para convertirlo en un hombre fuerte que ya no necesite de nuestra ayuda” (Mármora, L. (1978). Obra citada. T. I: pág.13-14).
En el congreso de la Segunda Internacional de 1907, desarrollado en Stuttgart (Alemania), las posiciones que declaraban “no repudiar ni en principio ni para siempre toda forma de colonialismo, el cual, bajo un sistema socialista, podría cumplir una misión civilizadora” ganaron la adhesión de… ¡casi la mitad de la Internacional: 108 votos a favor, frente a 127 en contra!… una diferencia apenas ínfima (Marmora, L. (1978). Obra citada. T.I: pág.14-15).
Haciendo una reseña de aquel congreso, el supuesto “autoritario” Lenin, hoy vituperado y despreciado por la Fundación Ebert y otras resbaladizas fundaciones de la socialdemocracia que defienden al imperialismo, escribió un texto demoledor, impugnando de raíz ese colonialismo socialdemócrata, etnocéntrico y supremacista. En ese texto, Lenin formula dos hipótesis que se volverán centrales varias décadas más tarde. En primer lugar, sostiene que el trabajo indígena de los pueblos coloniales “mantiene a toda la sociedad”, no sólo a la colonial sino también a la metrópoli imperialista. En segundo lugar, formula en términos conceptuales (sin usar la palabra exacta, pero sí describiendo sus determinaciones fundamentales) la categoría de “superexplotación”, central en la teoría marxista de la dependencia y del imperialismo, como han demostrado desde el sociólogo brasilero Ruy Mauro Marini hasta los economistas ingleses John Smith y Andy Higginbottom (Lenin, Vladimir I. (1907) “El congreso socialista internacional de Stuttgart”. En Lenin, V. I. 1960 Obras Completas. Buenos Aires, Cartago. Tomo 13: pág.70-71).
No muy diferente a Hendrick Van Kohl opinaba August Bebel (jefe del Partido Socialdemócrata Alemán antes de Ebert), quien creía que obraba en nombre de la justicia cuando reclamaba la explotación imperialista “igualitaria” de las colonias. Por ejemplo, en el Congreso de Jena del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) de 1911, Bebel sostiene sobre Marruecos lo siguiente: “Hay algo que creo deber postular en primera línea: nosotros, socialdemócratas, debemos oponernos a la política de Marruecos si no se hace en las mismas condiciones en que la hacen los otros estados, o sea, debemos sostener el derecho de todos los estados a defender sus intereses en Marruecos en completa igualdad, sin que ninguno utilice su posición para desplazar a los demás, como se le reprocha —y ésa es la causa principal del conflicto— al gobierno francés que busca retrasar las aspiraciones de los intereses alemanes de poner pié en Marruecos y crear allí instituciones de explotación” (Marmora, L. (1978). Obra citada. T.I: pág.24).
Por si todo ello no alcanzara, el máximo jefe de la socialdemocracia alemana después de Bebel, Friedrich Ebert (¡el mismo personaje de quien adoptó su nombre la triste fundación que hoy pone mucho dinero para cuestionar a la revolución cubana!) fue más tarde quien tomó la decisión política de ejecutar extrajudicialmente a Rosa Luxemburg (y sus compañeros) para así aplastar la insurrección espartaquista. Dato histórico compartido absolutamente por las numerosas biografías escritas sobre Rosa, incluyendo la hermosa película biográfica de la directora feminista alemana Margarethe von Trotta, titulada Rosa Luxemburg, estrenada en 1986 en la entonces República Federal Alemana (en Nuestra América fue José Carlos Mariátegui uno de los principales impugnadores del asesinato socialdemócrata de Rosa cometido por órdenes de Friedrich Ebert y su ministro de defensa Gustav Noske, también integrante del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). ¿El asesinato socialdemócrata de Rosa Luxemburg se habrá ejecutado para defender “el pluralismo”, “ampliar derechos ciudadanos” y respetar “el derecho a las diferencias”?
Y si avanzamos cronológicamente varias décadas en el tiempo, esa misma socialdemocracia (a través de la Internacional Socialista (IS) es la que en Portugal, de la mano de Mário Soares (jefe del inventado Partido Socialdemócrata Portugués, un hombre estrechamente ligado a la CIA), logra neutralizar y disolver a la revolución de los claveles e impedir “una nueva Cuba” en Europa occidental a mediados de la década de 1970. Por sus servicios prestados, Mário Soares es condecorado por Frank Carlucci, alto jerarca de la CIA (Grimaldos, Alfredo 2007 La CIA en España. La Habana, Ciencias Sociales: pág.111, 130, 144 y 155).
La estrecha vinculación de Mário Soares con la CIA puede sonar extravagante y producto de un delirio paranoico. No lo es. Felipillo González, hombre fuerte de la socialdemocracia española (PSOE), sigue exactamente el mismo derrotero: de la mano de la CIA logra introducir al estado español en la OTAN (Grimaldos, Alfredo 2007 Obra citada: pág. 15, 24-25, 68, 99, 135, 141-143, 145, 147, 152-157, 226, 243, 245). Para quien tenga dudas de este vínculo entre la socialdemocracia española de Felipe González y la CIA, puede consultar provechosamente el excelente libro de Garcés, quien demuestra exactamente el mismo hecho –las maniobras para el ingreso del Estado español en la OTAN- con otras fuentes (Garcés, Joan E. [1996] 2012 Soberanos e intervenidos. Estrategias globales, americanos y españoles. Madrid, Siglo XXI. pág: 174).images
Ante semejante avalancha de hechos irrefutables, podría argüirse lo siguiente: ¡Pero todos esos ejemplos son europeos! Desde Eduard Bernstein, Friedrich Ebert y Hendrikus Hubertus (Henri) Van Kol, hasta Mário Soares y Felipillo González… En cambio, en América Latina sucede algo diferente, incomparable y excepcional. ¿Será verdad?
Cuando pretenden insultar la tradición revolucionaria y radical inspirada en Lenin o menospreciar a Fidel, promoviendo la socialdemocracia como alternativa “pluralista” y “respetuosa de las diferencias” que, supuestamente, vendría a resolver por arte de magia todos los problemas pendientes en la sociedad cubana, conviene recordar el triste y trágico papel jugado por el presidente socialdemócrata de la IV República venezolana (contra la cual se insubordina el joven Hugo Chávez), Carlos Andrés Pérez, durante el “Caracazo”…
Este presidente, había sido nada menos que vicepresidente a nivel mundial de la Internacional Socialista (IS).
No es aleatorio que la sede principal de la revista Nueva Sociedad (de la Fundación Ebert), en tiempos de Carlos Andrés Pérez, haya estado situada en Caracas. Desde allí se cansaron de cooptar intelectuales, siempre, con mucho dinero de por medio. (En tiempos de Hugo Chávez la revista abandona Venezuela… y se muda a Buenos Aires).
Bajo el régimen de terrorismo de Estado aplicado por la dictadura militar argentina, poco tiempo antes de la guerra de Malvinas, Carlos Andrés Pérez, a nombre de la Internacional Socialista [IS] visitó el país del cono sur. Estuvo desde el 3 al 11 de marzo de 1982. En esa semana mantuvo 30 reuniones y concedió 15 entrevistas. Entre otros, el vicepresidente de la Internacional Socialdemócrata se reunió con el almirante Emilio Eduardo Massera, uno de los principales terroristas de la dictadura militar, responsable nada menos que del campo de tortura, violaciones y exterminio conocido como ESMA (Escuela Superior de Mecánica de la Armada, donde fueron secuestradas, torturadas y desaparecidas 5.000 (cinco mil) personas, según los organismos de derechos humanos). Su entrevista con el jefe de los violadores y torturadores de la ESMA duró una hora (según el diario argentino Clarín, 9/3/1982). No se conocen denuncias públicas del jefe socialdemócrata Carlos Andrés Pérez contra la dictadura militar genocida.
En esa visita a la Argentina, Carlos Andrés Pérez también disertó sobre “La reconstrucción de la democracia en América Latina”, conferencia a la que asistieron los principales partidos políticos locales. Allí, en lugar de denunciar la desaparición de 30.000 personas en Argentina, no tuvo mejor idea que atacar a… Cuba y al marxismo, lo que generó que el público asistente expresara –con bastante mesura, debido a que el evento se organizó bajo la vigilancia y la represión de una dictadura militar- su repudio a través de abucheos (Lanuti, Juan y Landi, Bautista 1985 La socialdemocracia en América Latina. Buenos Aires, Editorial Anteo. pág. 107-111).
Pocos años después, Carlos Andrés Pérez, paladín y jerarca de la socialdemocracia mundial, llegó a la presidencia de Venezuela. Desde ese cargo aplicó en 1989 un paquete estrictamente neoliberal contra su propio pueblo sin que le tiemble el pulso. No un par de medidas antipáticas, porque las relaciones de fuerza no estaban de su lado, sino un completo y absoluto ajuste neoliberal desde principio a fin. El pueblo humilde y la clase trabajadora de la capital venezolana salió a la calle a protestar. ¿Defendió la socialdemocracia en el poder “el derecho al disenso”, “la diversidad de las subjetividades”, “los derechos sagrados e inalienables de la Constitución” y “el pluralismo”? Dejo en manos del público la búsqueda de las respuestas a esas preguntas.
Para no extenderme demasiado, sólo aporto una fuente, pues hay incontables testimonios que la confirman, la reiteran y corroboran. Según el historiador venezolano de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Figueroa Salazar, frente al paquetazo neoliberal del presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez “el pueblo insurreccionado fue reprimido ferozmente por el aparato policial-militar”. Un cubano o una cubana de nuestros días [2021] podría quizás imaginar “entonces metieron en prisión a 30 ó 40 personas, ¡qué horrible!”. No. La socialdemocracia pluralista y democrática utiliza otros métodos. El historiador de la Universidad Central de Venezuela aporta otros datos, probablemente demasiado cautos y mesurados. La respuesta del presidente Carlos Andrés Pérez, máximo dirigente mundial de la Internacional Socialista [IS], fue algo distinta a lo que se acostumbra en Cuba: “2.500 muertos, aproximadamente, en tres días de ebullición”. Esa fue la decisión de Carlos Andrés Pérez. (Figueroa Salazar, Amílcar 2007 La Revolución Bolivariana. Nuevos desafíos de una creación heroica. Caracas, Editorial Tapial: pág. 25). Otros historiadores proporcionan cifras bastante más altas de gente asesinada en aquel fatídico 1989. Elegimos la menor. ¡2.500 asesinatos! ¿Figura esta masacre genocida en algún libro de denuncias, como esos que suelen circular en la prédica macartista?
Por esos mismos años, el presidente de Argentina Raúl Alfonsín, amigo y colega de Carlos Andrés Pérez y Felipe González, también integrante de la Internacional Socialista [IS], promovía y sancionaba las leyes de “Punto Final” y “Obediencia Debida” que en aquella época dejaron en la impunidad total y sin sanción alguna a miles de genocidas de la dictadura militar, secuestradores, torturadores, violadores y apropiadores de hijos e hijas de la militancia popular (¿habrán estado incluidos en esas leyes de impunidad quienes torturaron, dejaron ciegos, cortaron los tendones, aplicaron electricidad en los genitales, etc. e hicieron desaparecer a Daniel Hopen, Haroldo Conti, Raymundo Gleyzer y tantos otros compañeros y compañeras, padres y madres de mis amigos? Prefiero no insistir en el tema, para no desbalancear el análisis con un punto de vista demasiado argentino).
La deshonrosa y “olvidada” historia de la socialdemocracia internacional sigue y continúa. Aquí nos detenemos para analizar en forma específica el caso cubano.
No obstante, antes de focalizarnos en Cuba, no queremos dejar de recordar una encomiable “mosca blanca”, seguramente la excepción que confirma la regla. Un político socialdemócrata valiente, que no quiso ser cómplice del imperialismo ni se arrodilló ante los poderosos, como suele hacer esta corriente política desde su nacimiento. No quiero entonces olvidarme del embajador de la socialdemocracia sueca en Chile y el papel heroico que jugó el 11 de septiembre de 1973 frente a la CIA y los militares genocidas del general Pinochet que derrocaron con métodos sanguinarios al presidente socialista marxista Salvador Allende, estrecho amigo de Fidel Castro y el Che Guevara. Se trata de Harald Edelstam, quien salvó la vida de cientos de personas perseguidas acogiéndolas en la embajada de su país para luego enviarlas a Suecia. Existe un film que retrata su más que digna actitud, titulado El clavel negro, dirigido por Ulf Hultberg y estrenado en 2007. (Aunque la actitud heroica de Harald Edelstam el 11/9/1973 en Chile surgió de una iniciativa suya, a título individual y personal, probablemente haya ayudado –como bien destacan el sociólogo James Petras y el historiador de la cultura Michael Löwy- el hecho de cierta competencia y “lucha de influencia” dentro de las orientaciones de la IS entre la socialdemocracia sueca y el partido socialdemócrata alemán (SPD), mucho más vinculado a la defensa del capitalismo europeo y aliado del imperialismo norteamericano [Löwy, Michael 1981 “Trayectoria de la Internacional Socialista en América Latina”, en Cuadernos Políticos Nro. 29, México, ERA. pág: 39-41]).
¿“Socialdemocracia republicana” para Cuba?
Al pueblo cubano, en medio de una disputa histórica con el imperialismo anexionista de Monroe y Adams, le intentan vender desde hace unos años un paquete de mercancías. Para que la oferta sea vista como atractiva y seductora, la clave es presentarla como una “novedad”. Un nuevo modelo, 2.0, pretendidamente superador del socialismo fidelista y martiano. Así funciona el Mercado, incluido el mercado de las ideologías.
¿En qué consiste esta operación de marketing, pergeñada desde los “laboratorios de ideas” planificados y financiados desde Washington, aunque ejecutados en Cuba?
Básicamente, en presentar una mercancía con un envoltorio aparentemente “sofisticado” y una marca que ya no se identifica abiertamente con el terrorismo extremista de los grupos de La Florida, desprestigiados y ya fuera de onda. La nueva marca y el modelo 2.0 para la vieja mercancía se ofrece ahora, a gusto del buen consumidor, como “Socialdemocracia Republicana”.
Esta mercancía se presenta en el mercado de los consumos culturales y políticos como heredera de la Ilustración europea del siglo XVIII, asociada a la revolución francesa de 1789, ensalzada hasta el paroxismo (a pesar de que la cultura cubana cuenta en su haber con una obra inimitable, de ficción pero con un contenido marcadamente crítico hacia aquel proyecto, titulada El siglo de las luces de Alejo Carpentier ([1963] La Habana, Ediciones Revolución).
A pesar de esa apología acrítica y absolutamente especular (sin ningún beneficio de inventario) de 1789, que se pretende presentar ahora en Cuba como “la nueva alternativa”, recordemos que la Ilustración del siglo XVIII solía hacer culto del MÉTODO y la consistencia LÓGICA, la autonomía de la subjetividad y el rigor argumentativo. En cambio, la oferta de mesa de baratijas que le quieren vender al pueblo cubano, en particular a su juventud, artistas e intelectuales, está ensamblada a partir del ECLECTICISMO POSMODERNO (¡precisamente la antítesis de la Ilustración!). Es decir a partir de un pastiche y un revuelto donde coexisten, sin rigor alguno ni consistencia lógica:
- El financiamiento desfachatado e inocultable de la contrainsurgencia estadounidense (Open Society Foundation-OSF de Soros, la NED, USAID y otras fachadas de la CIA), junto con fundaciones del imperialismo alemán (con la Fundación Ebert a la cabeza, pero no sólo con ella).
- La adopción y repetición automática de los dogmas de la escuela “Anti-Totalitaria”, nacida en los tiempos sombríos del macartismo. Vertiente que identifica mecánicamente comunismo con “totalitarismo” y, en sus vertientes más desopilantes, comunismo con nazismo. Tesis insostenible, que de la mano de Hannah Arendt (quien capituló bochornosamente durante la guerra fría para poder vivir y trabajar en su exilio en EEUU), nació en 1951, hace ya… ¡siete décadas! (Arendt, Hannah [1951] 1999 Los orígenes del totalitarismo. Madrid, Taurus). Allí se inscriben no sólo la aguda Arendt sino también el comunista converso Karl August Wittfogel (delator de sus antiguos camaradas en los juicios y persecuciones del macartismo), el inefable anticomunista alemán Ernst Nolte, el marxista converso François Furet (Nolte, Ernst y Furet, François [1998] 1999 Fascismo y comunismo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica), pasando por otro comunista converso devenido fundador del neoliberalismo, Karl Popper; su discípulo, el financista (“mecenas” y “protector económico” de algunos cubanos republicanos) George Soros, hasta el ex presidente de la derecha española José María Aznar, Mario Vargas Llosa (admirador del ex presidente argentino Mauricio Macri) y otros tartufos neoliberales contemporáneos. Todos y todas, anticomunistas fundamentalistas cuyo daltonismo frente a la bandera roja los obliga a renovar su cruzada “Anti-Totalitaria” con los pretextos y ademanes más hilarantes.
- La postulación, plagiada desde la “a” hasta la “z”, de la vulgata más ramplona del eurocomunismo, particularmente español, de donde han adoptado la presunta “novedad” del republicanismo socialdemócrata.
Fue Santiago Carrillo (una especie de versión latina previa de lo que poco tiempo después fue Mijaíl Gorvachov, a una escala más importante) quien en su libro “Eurocomunismo” y Estado. El “eurocomunismo” como el modelo revolucionario idóneo en los países capitalistas desarrollados (1977 Barcelona, Grijalbo-Crítica) termina de cortar amarras con la herencia revolucionaria de Lenin y los bolcheviques, para adoptar con la cabeza baja y en forma sumisa, el orden capitalista occidental y sus instituciones políticas de dominación como “el horizonte insuperable de nuestra época”, parafraseando de forma inversa la expresión con la que Sartre caracterizaba al marxismo radical.
Dejemos al costado su vergonzosa aceptación tanto de la bandera del generalísimo Francisco Franco como de la monarquía borbónica (dos claudicaciones imperdonables, tomando en cuenta la heroica resistencia de cuatro décadas contra la dictadura militar así como también el millón de víctimas sin tumba que dejó tras de sí Franco, apoyado por Hitler) o la amable entrevista personal de Carrillo con la CIA, realizada en Estados Unidos en 1977 (¡el mismo año en que aparece su libro donde decreta finiquitada la estrategia revolucionaria de Lenin!), a instancias de una invitación estadounidense, en la cual Carrillo les aseguró a los estrategas contrainsurgentes norteamericanos que su organización respetaría el orden capitalista en el Estado español y renunciaría (de antemano) a cualquier proyecto revolucionario (Grimaldos, Alfredo 2007 La CIA en España. La Habana, Ciencias Sociales. pág.12). ¿Habrá nacido en esa entrevista secreta el fetichismo del “estado de derecho” (y la renuncia a cualquier proyecto revolucionario) que sus sobrinos políticos y teóricos repiten en el estado español hasta el aburrimiento? Es difícil saberlo.
Haciendo a un lado esa colección bochornosa de renunciamientos ideológicos, el núcleo central de su “compromiso histórico” (para emplear la jerga preferida de sus primos italianos, que renegaron definitivamente de Antonio Gramsci), consistió en asumir como eje principal del socialismo y el comunismo euro-occidentales la subordinación incondicional y absoluta a la arquitectura institucional de lo que Karl Marx denominaba “la república burguesa” (Marx, Karl [1852] 1984 El 18 brumario de Luis Bonaparte. En Marx, Karl y Engels, Friedrich 1984 Obras Escogidas. Buenos Aires, Cartago. Tomo I. pág: 293).
Desprestigiado por sus múltiples traiciones, Santiago Carrillo y su vetusto eurocomunismo (fagocitado con facilidad por Felipillo González, quien también mantenía aceitadas relaciones con la CIA), finalmente subsumido en la socialdemocracia del PSOE [Garcés, Joan [1996] 2012 Soberanos e intervenidos. Estrategias globales. Americanos y españoles. Madrid, Siglo XXI. pág. 221) resultan hoy impresentables. Ningún movimiento social rebelde (sea europeo, sea latinoamericano) los recordaría y los tomaría en serio como fuente de enseñanza para una estrategia política realista, de signo independentista, antiimperialista y anticapitalista.
Ya en aquella época, Ruy Mauro Marini, el principal teórico marxista de la dependencia (fuente de inspiración para distintas actualizaciones de la teoría del imperialismo, sea en Europa, como es el caso contemporáneo de los ingleses -publicados en Estados Unidos- John Smith y Andy Higginbottom; sea en Nuestra América, como sucede con el chileno Jaime Osorio, el mexicano Adrián Sotelo, o los brasileros Marcelo Carcanholo, Roberta Traspadini, Joao Pedro Stedile, Nildo Ouríques, etc.) escribió desde México un comentario crítico sobre el eurocomunismo. Con no poca ironía y sarcasmo, Marini señaló en aquel momento que la doctrina eurocomunista puso “fin a un comportamiento cuasi esquizofrénico”, entre una retórica revolucionaria y la adaptación a las instituciones políticas de la burguesía. Según Marini, sancionado como “doctrina”, el eurocomunismo permitiría hacer todas las transacciones del mundo (en particular con la socialdemocracia) “sin mala conciencia” (Marini, Ruy Mauro 1979 “Luz y sombra: perspectiva del eurocomunismo”. En El Universal, México, 11/4/1979).
Tal vez alguien poco informado podría sospechar que la crítica de Marini provenía del sectarismo de la “extrema izquierda” (el pensador de ascendencia brasilera había integrado el comité central del MIR chileno). ¿Quizás el suyo haya sido el cuestionamiento de un militante de “ultra izquierda” latinoamericano, sudaca, escasamente instruído, primitivo y lleno de prejuicios? No es el caso.
Desde las coordenadas propias de Europa occidental y dentro mismo del estado español, uno de los principales pensadores marxistas y teóricos comunistas, Manuel Sacristán Luzón, fue probablemente bastante más duro y taxativo que Ruy Mauro Marini. Manuel Sacristán se encargó de cuestionar, desmontar y exponer a la luz del día y al fuego de la crítica la estafa política, ideológica y moral del eurocomunismo de Santiago Carrillo y de la socialdemocracia del PSOE.
Sacristán (un gran especialista en El Capital, entre muchas otras dimensiones de su prolífica vida intelectual) no dudó en caracterizar al eurocomunismo “en la medida en que se le puede tomar en serio” (sic) como “una ideología engañosa” y “una involución a la socialdemocracia”, cuyo peor defecto es que se autopostula de manera eufórica como “vía al socialismo”. La trayectoria y la propuesta del eurocomunismo es, en opinión de Manuel Sacristán, “reformista-burguesa” (sic). Su fuente última no deja margen a la duda. Sacristán apunta como fuente de inspiración eurocomunista a Eduard Bernstein (aquel socialdemócrata de la II Internacional que tanto admiraba a la Ilustración… y proponía la fusión del “estado de derecho” de Kant con la propuesta de Marx, ¿suena conocido?). Su impugnación, demoledora, termina enumerando lo que él considera los problemas principales, a los que el eucomunismo da notoriamente la espalda. Entre otros, Sacristán afirma: “(…) los persistentes problemas del imperialismo y el Tercer Mundo; y, por terminar en algún punto, la espectacular degeneración del parlamentarismo en los países capitalistas, augurio también (esperemos que falible) de una nueva involución de esas sociedades hacia formas de tiranía” (Sacristán, Manuel [1977] “A propósito del eurocomunismo”. Intervención en la Universidad Autónoma de Barcelona-UAB. En Sacristán, Manuel 1985 Intervenciones políticas. Panfletos y materiales. Barcelona, Icaria. Vol. III y Sacristán, Manuel [1985] “El PSOE ha traicionado a la izquierda”. En Mundo Obrero, 28/2/1985).
No es casual que los “sobrinos políticos” y la descendencia teórica de Santiago Carrillo (aplaudidores seriales de la Ilustración, defensores a rajatablas de Kant, apologistas acríticos de 1789, que invariablemente “olvidan” aunque sea consultar La cuestión judía de Marx y su análisis cuestionador de las diversas constituciones de la revolución francesa), tan celebrados en los últimos 10 ó 15 años en el estado español, hagan caso omiso y asuman un talante absolutamente “distraído” frente a aquellas rigurosas y premonitorias advertencias críticas de Manuel Sacristán Luzón. Cuando hoy en día el Partido Popular y Vox (representantes politicos del gran capital y el neofranquismo en el estado español) empujan y presionan hacia “formas de tiranía”, ¿no resuenan en el viento las lúcidas advertencias de Manuel Sacristán?
La supuestamente novedosa “Socialdemocracia Republicana” cubana, completamente subordinada (a) al mecenazgo de George Soros y la NED (o sea CIA) junto a los dinerillos de la Fundación Ebert del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD); y repitiendo como ventrílocuos (b) los axiomas de la escuela “Anti-Totalitaria” (pretendidamente liberal, aunque su anticomunismo furioso los conduce a relativizar los crímenes del nazismo); le presenta al pueblo cubano como un descubrimiento y una elaboración propia, absolutamente inédita, (c) la lista completa de lugares comunes del viejo y apolillado eurocomunismo español (y su descendencia teórica), subsumido por la socialdemocracia del PSOE, entrecruzada toda la propuesta con (d) el social-liberalismo italiano que fracasó durante medio siglo en su persistente batalla contra el marxismo (intentando triturar a Marx, insultando a Lenin, mutilando a Gramsci).
¿A partir de qué dispositivo se puede intentar presentar en Cuba, dentro de un mismo paquete y envoltorio, (a), (b) (c) y (d)? Únicamente licuando todas esas vetas en un pastiche posmoderno. La mélange (mezcla) agridulce, totalmente indigerible que resulta de allí, solo puede ser tomada en serio por quien previamente esté dispuesto a tragar lo incomible.
Lo que caracteriza a esta “narrativa” (como les gusta autodefinirse en las redes) es una completa ausencia de método (repito: ¡la antítesis de la Ilustración, corriente que vivía obsesionada por el rigor lógico y el método!).
Para promover un abrazo y la reconciliación entre la revolución cubana y la burguesía gusana de Miami, hace falta lanzar convocatorias donde lo que predomine es la indefinición amorfa de “Repúblicas… sin apellidos”, “Democracias… sin clases sociales”, “Constituciones… nacidas de una probeta”. Es decir, a partir de formulaciones políticas fofas e indeterminadas “donde todos los gatos son oscuros” (según aquella célebre expresión irónica de Hegel).
En definitiva, la adopción del posmodernismo acrítico es la condición de posibilidad teórica para rejuntar esa bolsa de grillos y pretender que la misma sea un programa político-cultural superador del marxismo del Che y Fidel y de la tradición martiana de la revolución cubana.
Rodrigo H.: Oye, Néstor, queríamos para terminar esta parte, hablar un poquito de Yunior García, que es el tema que hemos estado debatiendo en La Manigua. Ayer justamente él hizo una solicitud para hacer una marcha no solamente en La Habana, sino en todo el país, con un grupo de disidentes. Después de la descripción que tú estás haciendo, y después de estar leyendo tu libro, Yunior García, se ajusta en toda la línea a esta caracterización que has hecho. Jaime, tienes la palabra.
Jaime: En primer lugar quisiera saludar a Néstor. Es un honor compartir con él. El primer libro suyo que leí proponía un análisis de los marxistas latinoamericanos. Sobre el marxismo del Che…, sobre Mario Roberto Santucho y mucha otra gente.
Volviendo al tema de Yunior, le quiero informar a Néstor que Yunior es un teatrista, una persona joven que ha tomado una notoriedad mediática, últimamente, a raíz de lo sucedido el 27 de noviembre de 2020. Él fue uno de los convocantes a los hechos que ocurrieron el 27 de noviembre, que todos hemos conocido aquí por varios posts que han salido en Facebook, en la página Carlitos Marx, donde se ha mostrado que Yunior estuvo en dos cursos en España. En uno de ellos Felipe González fue de los ponentes. Cursos que fueron organizados por un académico estadounidense con vínculos con el actual director de la CIA. La prédica de Yunior ha ido tratando de erosionar las instituciones que representan a los artistas en Cuba. Ha estado tratando de quitarle la legitimidad a esas organizaciones. Se ha ido montando a su alrededor un aura de intelectuales que se dicen “socialistas” y “revolucionarios”, pero que no están con el gobierno. Su objetivo es tratar de separar Revolución de gobierno, Revolución de comunismo. Es decir, han tratado de generar una confusión total.
Se han vinculado con connotados contrarrevolucionarios, mercenarios probados y que mantienen actitudes violentas. A grandes rasgos eso es lo que representa él y una serie de personajes que se están nucleando alrededor suyo. Están siendo legitimados a partir de fundaciones, becas, galerías… Mediante esos mecanismos han ido tratando de legitimar ciertas posiciones de distintos artistas en diversas esferas del arte y otorgándoles esa legitimidad que necesitan para mostrarlos con una cara “progre”, una cara light, una cara limpia que no tenga nada que ver con la institucionalidad cubana y propia de la Revolución.
(Tomado de La pupila Insomne)
Lea también Socialdemocracia en Cuba? Crónica de un fracaso anunciado (I)