Indudablemente, el legado de José Martí es una de las fortalezas más grandes de la Historia y la Cultura cubanas. No estamos en presencia de una figura de prestigio local solamente, tenemos el privilegio de que haya nacido en nuestra Isla un hombre de dimensión universal.
Tanto su obra escrita como su biografía deben ser conocidas y asimiladas por cada cubano, y es nuestro deber institucional el difundirlas, porque de esa manera estaremos contribuyendo decisivamente a la formación patriótica, ética y humana de cada ciudadano.
Martí forma parte de nuestra vida cotidiana, pues nos acompaña en el seno de la familia desde que somos pequeños y luego transitamos de su mano por todos los niveles de enseñanza.
Todo el mundo tiene su propio Martí, y a su manera, cada uno, desde el graduado universitario, el académico, el trabajador, el lector medio, cree que lo sabe todo de él. Tal es la presencia en medios de comunicación, y en todos los espacios sociales que frecuentamos, que se ha producido una suerte de saturación informativa, digámoslo así, que tiene un efecto contrario al deseado: lejos de estimular la apropiación profunda de ese tesoro cultural que es la obra martiana, se genera algo parecido al tedio. El exceso de citas, muchas de ellas mal empleadas, descontextualizadas, y repetidas mecánicamente en medios de comunicación masiva, es una de las razones de esa especie de rechazo pasivo.
Realmente es este un asunto a revisar, porque todo aquel que quiere legitimar algo opta por reforzarlo con una frase martiana. Y a veces nos encontramos verdaderas supercherías, construcciones verbales de franca mediocridad, o de propósitos políticos totalmente contrarios a la Revolución, o éticamente imposibles de admitir, que se nos presentan como de la autoría de Martí. Conocerlo a fondo es lo único válido para desmontarlas, o para no ser cómplices involuntarios de la cita apócrifa.
A mi modo de ver, urge buscar nuevas alternativas de promoción, de modo que se suscite un interés real, ajeno a cualquier imposición, por acercarse a profundidad a la producción de José Martí. No se trata solo de que se estudie en las escuelas y universidades, lo cual es un hecho, sino de formar lectores asiduos, que de manera permanente, a lo largo de toda su existencia, sean capaces de acceder con frecuencia a los textos martianos. Se hace necesario enamorar también a los maestros y profesores, pues a veces pareciera que algunos, más abundantes de lo que podemos suponer, caen en el esquematismo. El diseño de cursos, ciclos de conferencias y otras actividades de superación del personal docente me parece fundamental en esta cadena de factores conducentes a una adecuada promoción de la obra del Apóstol. Aunque el Centro de Estudios Martianos ha trabajado de conjunto con el Ministerio de Educación y el Ministerio de Educación Superior en tareas de este tipo, es necesario hacerlo de modo más sistemático, como se tenía proyectado. No ha sido posible concretarlo al nivel deseado por las restricciones que nos impuso la pandemia y las dificultades tecnológicas.
Hay que tener claro que cuando nos adentramos en la obra de Martí no estamos en presencia de una lectura fácil, de un best-seller, con sus códigos preestablecidos para enganchar al lector. Paradójicamente, Martí, siendo un hombre que echó su suerte con los pobres de la tierra, con las grandes mayorías desposeídas, no fue un escritor de multitudes. Era un hombre de gran cultura, y su saber enciclopédico se transparenta en sus textos, sin asomo de pedantería. Asimismo, sus dotes de poeta original, dueño de un estilo propio, marcan distintivamente toda su obra, complejizan su sintaxis y dotan de un sello muy personal a su lenguaje simbólico.
Hay que paladear largamente cada uno de sus textos, revisitarlo una y otra vez, y en eso reside parte del hechizo que ejerce sobre sus lectores, porque la riqueza de su escritura no se agota, ni mucho menos, en el primer acercamiento. Prueba de ello es que podemos disfrutar en cualquier etapa de la vida, con entusiasmo cada vez más creciente, ese clásico suyo dentro de la literatura para niños y jóvenes que es La Edad de Oro, por ejemplo.
Pero para motivar al lector bisoño no bastan estos artilugios, por actuales o ingeniosos que sean. Más de una vez me han preguntado en diversos escenarios, al final de alguna conferencia o conversatorio, por dónde empezar a leer a Martí. A partir de mi propia experiencia de lectura, creo que lo mejor, a la hora motivar a nuestros jóvenes, y al público en general, es entrar al tema gradualmente, por la vía de los afectos, la emoción y la bondad. Son muy útiles en este sentido sus cartas, sobre todo las familiares, y a algunos amigos muy queridos, como Manuel Mercado y Enrique Estrázulas. Su epistolario íntimo es una lección de buen decir, de sentimientos hondos, de rectitud ética, lo cual es aún más convincente si pensamos que están plasmados en textos que no fueron escritos para ser publicados, sino para destinatarios muy específicos. La posteridad los hizo públicos, para beneficio y placer nuestro, pero fueron pensados y estampados en el papel en función de cada persona. ¿Quién podrá resistirse a un párrafo como el siguiente?:
Y mi hijita ¿qué hace, allá en el Norte, tan lejos? ¿Piensa en la verdad del mundo, en saber, en querer, en saber, para poder querer,- querer con la voluntad, y querer con el cariño? ¿Se sienta, amorosa, junto a su madre triste? ¿Se prepara a la vida, al trabajo virtuoso e independiente de la vida, para ser igual o superior a los que vengan luego, cuando sea mujer, a hablarle de amores,-a llevársela a lo desconocido, o a la desgracia, con el engaño de unas cuantas palabras simpáticas, o de una figura simpática? ¿Piensa en el trabajo, libre y virtuoso, para que la deseen los hombres buenos, para que la respeten los malos, y para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura por la mesa y por el vestido? Eso es lo que las mujeres esclavas,-esclavas por su ignorancia y su incapacidad de valerse,-llaman en el mundo “amor”. Es grande, amor; pero no es eso. Yo amo a mi hijita. Quien no la ame así no la ama. Amor es delicadeza, esperanza fina, merecimiento, y respeto. ¿En qué piensa mí hijita? ¿Piensa en mí? (i)
La cita in extenso del fragmento de esta carta a María Mantilla está ampliamente justificada, pues la nota amorosa es abundante en valores éticos, en consejos útiles, en enseñanzas incluso de carácter cívico, como la urgencia de labrarse una vida independiente para evitar la sumisión a un matrimonio sin amor, algo muy frecuente en la época. Con ello Martí demuestra poseer un pensamiento muy avanzado en torno al tema de la igualdad social de la mujer, y lo transmite a esta adolescente, en un momento decisivo de la vida de ambos.
La misiva está fechada el 9 de abril de 1895, un mes antes de su caída en combate por la libertad de Cuba, y María está en esa edad de sueños hermosos y cambios trascendentales para todo ser humano, que es el tránsito entre la niñez y la adultez. Pero todo está dicho en clave sentimental, sin didactismos, sin lenguaje altisonante, por lo cual es más efectivo el mensaje que se desea transmitir. Ejemplos de este tipo son frecuentes en el epistolario martiano, y después de haber recorrido esta zona de su obra, será más fácil ir familiarizando al lector joven, o de cualquier edad, con otras aristas de su pensamiento.
Fundamentales son los textos relativos al patriotismo, al antiimperialismo, al pensamiento filosófico, aunque estos temas aparecen muchas veces de improviso, en textos que no se centran precisamente en ellos, sino que atienden a multiplicidad de asuntos.
Por esa razón se hace necesario, en el caso del patriotismo, valorar semblanzas martianas dedicadas a cubanos ilustres. Entre las más notables están sin duda alguna, las dedicadas a José María Heredia, Julián del Casal, Cirilo Villaverde, Antonio Bachiller y Morales, Céspedes y Agramonte, entre otras. Con ellos se puede adentrar el lector en la vida de dichos personajes, pero también valorar el servicio que cada uno de ellos, desde su ámbito creador, prestó a la tierra natal. Cuando se trata de escritores, el verbo martiano se metamorfosea de un modo muy interesante, para introducirnos, siquiera someramente, en la obra del biografiado, de modo que el interés por ampliar el espectro de lecturas y por ende de nuevos conocimientos puede acercar al lector a otros referentes culturales. Piénsese, en el inicio de su obituario a Casal, publicado en Patria, el 31 de octubre de 1893:
Aquel nombre tan bello que al pie de los versos tristes y joyantes parecía invención romántica más que realidad, no es ya el nombre de un vivo. Aquel fino espíritu, aquel cariño medroso y tierno, aquella ideal peregrinación, aquel melancólico amor a la hermosura ausente de su tierra nativa, porque las letras sólo pueden ser enlutadas o hetairas en un país sin libertad, ya no son hoy más que un puñado de versos, impresos en papel infeliz, como dicen que fue la vida del poeta. // De la beldad vivía prendida su alma; del cristal tallado y de la levedad japonesa ; del color del ajenjo y de las rosas del jardín; de mujeres de perla, con ornamentos de plata labrada; y él, como Cellini, ponía en un salero a Júpiter. Aborrecía lo falso y pomposo. Murió, de su cuerpo endeble, o del pesar de vivir, con la fantasía elegante y enamorada, en un pueblo servil y deforme. (ii)
Luego de esa larga tirada de imágenes se siente inmediatamente el impulso de leer a Casal, un poeta situado en las antípodas de Martí en cuanto al ideal cívico y proyección social, pero modernista como él y trascendental para la renovación literaria que tuvo lugar en el continente a finales del siglo XIX. En esta suerte de camafeo concentrador del perfil del poeta y sus versos, expresa Martí su profunda comprensión de las causas que motivan la tristeza y hastío casalianos, de su alejamiento e introspección, de su amor por las hermosuras exóticas. Logra articular desde la síntesis la relación del personaje con la Cuba de entonces, al concentrar en un aserto de valor aforístico el dolor profundo del bardo ante la triste condición de su patria, sometida al yugo del gobierno colonial español: “La poesía vive de honra”. (iii)
Escritos como los que hemos venido valorando son útiles también para adentrarnos en la comprensión de conceptos claves del pensamiento martiano, como patria y nación, pero ya ese sería un tema para nuevas disquisiciones.
Para facilitar la tan urgente necesidad de promover la lectura de la obra de Martí, urge publicar selecciones de textos suyos, diseñadas y pensadas para determinados públicos. Por ejemplo, la magnífica antología Páginas escogidas de José Martí, con selección y prólogo de Roberto Fernández Retamar, que ha tenido varias ediciones, se trabaja actualmente para una nueva puesta en circulación. Es un título muy útil, pues los textos están organizados siguiendo un criterio cronológico y temático, y en la misma están aquellos que son imprescindibles, verdaderas cumbres dentro de una vasta obra plena de valores trascendentes. El estudio introductorio de Fernández Retamar orienta inteligentemente al lector, de manera que su importancia y utilidad es doble: se trata de una antología realizada y estudiada por uno de los más grandes intelectuales cubanos contemporáneos, y su impronta personal en el ordenamiento del material, así como su experiencia de lectura es un valor añadido a estos dos volúmenes.
Habría que pensar también en otras propuestas, y preparar, por ejemplo, selecciones sobre personalidades, siguiendo el criterio de Norteamericanos, apóstoles, poetas, bandidos (iv) que ya cuenta con dos ediciones. Algo así pudiera hacerse sobre cubanos ilustres o sobre hispanoamericanos. También cabe la posibilidad de preparar o reeditar selecciones temáticas, digamos sobre ciencia y técnica, o sobre crítica artística y literaria, entre otras, porque ninguna rama del saber o de la creación humana le fue ajena.
Sería oportuno también reimprimir y distribuir adecuadamente las Cartas a jóvenes, una inteligente y hermosa selección, con estudio y notas de Salvador Arias, y las cartas a María Mantilla. Cabe asimismo el acercamiento con interés editorial a las cartas familiares, como las que dirige a la madre, al hijo, a sus hermanas, que son dechados de amor y corrección estilística. Tal es así, que cuando en 1919 Don Miguel de Unamuno hacía un balance del género epistolar en nuestra lengua, declaraba que la última carta de Martí a su madre era “(…) una de las más grandes y más poéticas creaciones –en ambos sentidos del término oración ─que se puede leer en español”. (v)
En momentos en que la Humanidad marcha por sendas cada vez más conducentes a la banalidad, a lo vulgar, a los pseudoartístico, al kistch, al egoísmo, al culto al consumo impuesto por las leyes del mercado y de los medios hegemónicos de la información, urge promover inteligentemente ese tesoro cultural, ético, político, que es la obra de Martí. El reto está en trazar nuevas estrategias de promoción, pues no hay más remedio que montarse en las nuevas tecnologías, en las redes sociales y demás plataformas de información, y llegar con esos códigos al público más joven. La dificultad es mayor, porque bajo ningún criterio se puede rebajar el lenguaje y el nivel conceptual, en aras de un facilismo informativo.
En ese sentido, el Centro de Estudios Martianos ha iniciado una labor de difusión a partir de aplicaciones para móviles. Ellas incluyen los primeros veintisiete tomos de la Edición crítica de las Obras completas de Martí, los Cuadernos martianos, Martí para jóvenes (Esta aplicación cuenta con los cuatro números de la Revista La Edad de Oro, con las cartas de Martí a María Mantilla y una selección de textos compilados en Cartas a Jóvenes). También hay otra aplicación dedicada a los Aforismos, contentiva de unas cuatro mil frases martianas y otros textos de interés. Ellas pueden descargarse gratuitamente en el siguiente enlace: http://www.josemarti.cu/utilidades/
En lo tocante a soportes y posibilidades de promoción fuera del ámbito del libro y la lectura, me parece interesante y oportuno realizar versiones audiovisuales de obras suyas (vi) Se han obtenido resultados notables, y es justo recordar, entre otros, la multipremiada película Meñique, de 2014, primer filme cubano en 3D. Otro magnífico ejemplo fue el corto animado Los dos príncipes, a partir del poema homónimo de La Edad de Oro, reconocida con el Premio especial del Jurado en la edición treinta y nueve del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.
Sería conveniente continuar en esta senda de trabajo con el audiovisual, a tenor con el alcance y repercusión social que tendría cualquier obra de Martí o pasaje de su vida en estos soportes. Un ejemplo loable lo constituye la película José Martí, el ojo del canario, de Fernando Pérez, que tan hondamente repercutió en la sensibilidad de todos los cubanos. Siempre me he preguntado por qué no hacer con Lucía Jerez una buena telenovela, o una película. La que Martí llamó “noveluca”, y consideró como un pecado que los lectores debían perdonarle, fue publicada por entregas en el periódico El Latinoamericano, de Nueva York, en 1885, y es la contribución del cubano a un género en el que no se sentía cómodo, según su propio criterio.
Aún así, es una primorosa novela modernista, donde la recreación de ambientes, vestuarios, objetos bellos, obras de arte, podrían ser muy bien explotados desde el punto de vista visual. Incorpora los recursos del folletín, tan en boga en la época, pero los eleva a una realización artístico-literaria de primera magnitud. El conflicto neo romántico central, de amor, celos y crimen, con la dosis de intriga que conlleva, puede ser interesante como novela de época para el espectador contemporáneo, y simultáneamente contribuir al interés por la obra escrita.
De igual manera, sería interesante reeditar y promover aquellas obras de ficción donde Martí es personaje. Recuerdo, por ejemplo, el cuento “Figuras en el lienzo”, de Francisco López Sacha, aunque habría que indagar en busca de otras piezas afines. Es oportuno asimismo divulgar la poesía dedicada al prócer, tanto la que se crea en nuestra contemporaneidad como la precedente. Una muestra de ello es la compilación El amor como un himno, de Carlos Zamora y Arnaldo Moreno, un libro precioso, que debiera reeditarse, pues pone en manos de los martianos una gran cantidad de poemas, que recorren la producción lírica dedicada al prócer desde 1879 hasta principios del siglo XXI. Este libro puede convertirse, además, en un magnífico aliado para maestros, profesores, instructores de teatro, actores, por las infinitas posibilidades creativas que puede suscitar.
Otras muchas cosas se podrían hacer desde los ámbitos más disímiles de la creación y promoción martianas. No olvidemos la presencia recurrente de Martí en la plástica cubana, pues casi todos nuestros pintores de renombre le han dedicado retratos. Estos merecen ser más divulgados, no solo en los tradicionales espacios expositivos, sino a través de las redes sociales, donde es posible acompañarlos, según sea el caso, de frases o fragmentos de la obra de José Martí, con la consiguiente invitación a la lectura.
Las ideas que acabo de exponer surgieron ante el imperativo de responder la pregunta inicial respecto a la necesidad de promover la obra martiana. Agradezco la interrogante, pues me condujo a reflexionar sobre el tema y a elaborar estas notas a vuelapluma. Si son de alguna utilidad práctica, habrán ayudado a abrir un camino en el que pueden participar muchos profesionales. Cuba y Martí lo merecen. Gracias.
Notas
i JM: Carta a María Mantilla. Obras completas (en lo adelante OC) Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. 20, p. 2016.
ii JM: “Julián del Casal”. OC, t. 5, p. 223.
iii Ibídem, p. 224.
iv Norteamericanos: apóstoles, poetas, bandidos. (Selección y estudio introductorio de Marlene Vázquez Pérez). Centro de Estudios Martianos, 2019.
v En “Notas de estética. Cartas de poeta.” Archivo José Martí, No. 11, enero –diciembre de 1947, p. 18.
viNo pretendemos hacer aquí un inventario de los audiovisuales que se le han dedicado a Martí, sino apuntar solo algunas ideas que apunten a la continuidad de este trabajo en el futuro. Quien desee mayor información al respecto, puede consultar de Joel de Río “Variaciones martianas del cine cubano”, https://www.cubahora.cu/cultura/variaciones-martianas-del-cine-cubano