El 5 de febrero de 1935, hace ahora 86 años, en el Central Chaparra —hoy Jesús Menéndez—, en Las Tunas, entonces término municipal de la antigua provincia de Oriente, vino al mundo un varón que con el decursar del tiempo devendría figura emblemática del periodismo insular del siglo XX y lo que va del XXI. Me refiero a Julio Alberto Batista Delgado, conocido por todos como Julio Batista, también actor, escritor, conductor y guionista de programas informativos.
Acreedor de disímiles premios y reconocimientos, entre estos, el de Héroe del Trabajo de la República de Cuba en el año 1999, la Medalla Alejo Carpentier (1992), la Distinción por la Cultura Nacional (1993), el Premio Nacional de Periodismo José Martí (1994) y el Premio Nacional de Radio (2003), este extraordinario maestro de la prensa cubana, especialmente de la radio, es un sencillo hombre innovador de los géneros periodísticos en este medio, considerándose como un precursor del reportaje y el radio-documental.
Desde sus años de adolescente, Julito profesó inquietudes artísticas, las cuales comenzó a desarrollar tras el traslado de su familia para la capital, debido a que su padre se había ganado una casa a través de la suscripción a una cooperativa que auspiciaban CMQ Radio, la emisora más importante de la época, la revista Bohemia y los periódicos Alerta, La Marina y El Mundo.
En La Habana matriculó en la Escuela Baldor, donde se graduó de bachiller para continuar estudios de arte dramático, otra de sus grandes aficiones; e ingresó en la Escuela Municipal de Arte Dramático, en tiempos (1953) en que la dirigía el célebre profesor, ensayista y crítico Mario Rodríguez Alemán. Concluidos sus estudios en este centro comenzó a trabajar en el cuadro de comedias de Cadena Oriental de Radio.
Con muchos sueños y aspiraciones y 20 años de edad (1956) trabajó además en otras emisoras de la capital, entre estas la CMQ en un espacio llamado El príncipe Leopardo, una especie de parodia del exitoso Tamakún, de Cadena Azul. En esta trasmisión ocurre un suceso que posteriormente marcaría su estilo en la radio. Sucede que un buen día el narrador Enrique de la Torre no pudo presentarse en el estudio, ante lo cual, el director le dijo: “Julio, tú vas a narrar hoy el espectáculo” y le entregó los libretos. Cinco minutos después se encontraba diciendo: “Ace, qué sé yo, que da la casa de no sé que cuanto, presenta El príncipe leopardo”.
En esa época se grababa en el Estudio 3 de CMQ, hoy de Radio Arte. Luego se incorporó al popular programa Los tres villalobos, una serie de aventura cubana transmitida en la radio por primera vez en la década de 1940, y que posteriormente fue llevada a la televisión.
Tan bien asumió aquel desempeño como narrador que el actor Santiago García Ortega lo recomendó para el Circuito Nacional Cubano, donde comenzó a narrar una novela que escribió la periodista, abogada y política cubana, Sara Pascual, figura vinculada al proceso revolucionario y a la lucha contra la tiranía machadista. En este desempeño Julito comenzó a ganar fama como buen narrador entre los radioescuchas. Entonces lo contratan en Radio Progreso.
En 1960 su talento se pone al servicio de Radio Rebelde. Lo primero que hace en esta emisora es escribir un programa que se llama La Reforma Agraria en marcha, hasta que un día lo llama Violeta Casal, símbolo de la mujer locutora en Cuba y una de las tres mejores artistas del Teatro Cubano, quien en ese momento era directora de Radio Rebelde. Al reunirse con Julito, la Casal, considerada emblema de la lucha insurreccional en la Sierra Maestra, le dijo: “Yo quiero que me escribas los editoriales de La voz de las Fuerzas Armadas Revolucionarias”.
El avesado artífice de la palabra acepta aquel reto e introduce, en el programa, una serie de guiones especiales que vienen a constituir la génesis de lo que posteriormente fue el documental radial. Por esa etapa igualmente fue la voz de más de doscientos Noticieros Latinoamericanos, realizados por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica entre 1960 y 1964.
En el año 1962 concibe un proyecto denominado Habla José Martí, cuyo fin era difundir el ideario del Apóstol. Pero ese espacio no fue materializado por él hasta el 26 de marzo de 1990, cuando en la Revista informativa A Primera Hora, de Radio Progreso, salió al aire Nuestro José Martí, donde le dedica cinco minutos diarios a la vida del gran cubano.
Sobre este programa su creador ha dicho “En este espacio hago un balance de los temas. No es dar la noticia, ni repetir la información, se trata de esclarecer el problema. El buen periodista, como dijo Martí, no agita, ni exacerba los problemas. Eso sí, al que está delinquiendo sí debemos condenarlo. También tratamos de explicar a la opinión pública los avances que vamos teniendo en muchos frentes”.
Y agregó: “El Martí que habla de la Patria, pero también desentraña al monstruo en su madriguera. Un Martí con todos los dolores, todos los problemas, pero a la vez al que le gustaban desde las hormigas hasta las nubes; el que era capaz de hablar de ciencia y decir que hay vida en otros mundos. Ese Martí integral que nosotros no tuvimos el privilegio de conocer” .
Julito igualmente trabajó en la edición en español de Radio Pekín y fue fundador de las emisiones, en este idioma, de Radio Nacional de Angola, en ese país africano, donde realizaba un programa diario. Luego viajó a Nicaragua para ser asesor y realizador en Radio Sandino, nación centroamericana en la que vivió en zonas de guerra, penetradas por la CIA.
En 1979, la popular serie En silencio ha tenido que ser solicita su voz para llegar a la teleaudiencia nacional. Sobre esta labor dijo: “la recuerdo con mucho cariño por el auge que tiene. El derecho de nacer, en 1948, hacía que en los cines se detuvieran las películas para pasar el audio del radio con esa obra. Pienso que igual pasa con En silencio…, salías el sábado por la noche y no encontrabas a nadie en la calle”.
Julio Batista mantuvo durante mucho tiempo el polémico espacio Punto de vista, a través de Radio Progreso, un programa siempre esperado, de reflexión sobre temas que repercuten en la sociedad cubana. En su blog Carapachibey (http//carapachibey.blogspot.com), el colega Ramón Leyva Morales apunta que ha “tenido la gran responsabilidad de comentar en mi voz algunos de sus artículos para la radio, y les confieso que en ese instante la piel se me eriza. ¡Cómo decir e interpretar con la naturalidad requerida un escrito que millones de oyentes estaban acostumbrados a escuchar en su peculiar timbre!”.
A la altura de sus 86 años de fructífera vida, de entrega incondicional al proyecto revolucionario, Julito afirma que no piensa jubilarse. “Lo que quiero es enseñar, que se acerquen los nuevos realizadores a recibir los conocimientos que modestamente he cosechado y, por qué no, a retroalimentarme de esa sangre joven. Como hombre de la radio continuar poniendo un granito de arena en la construcción del futuro del país. El que siempre he mirado, a pesar de las noches negras, como un día brillante. Pienso que ello es posible, porque durante 60 años se ha sabido forjar una falange de inteligencia presidida por el amor al hombre, sin el cual la inteligencia no es más que azote y crimen”.
En ocasión de su cumpleaños, los colegas cubanos rendimos merecidos honores a este paradigma del periodismo insular, querido y respetado por millones de radioyentes durante sus varias generaciones de brillante entrega a la radio y la cultura nacionales.
He tenido el privilegio de ser su alumno y compartir trabajos junto a él, además de trabajar juntos como jurados en Festivales de la Prensa Radial en Holguín. Lo admiro y respeto. Felicidades maestro en su cumpleaños.
Roberto Ortiz del Toro