Para la psicóloga cubana Karima Oliva Bello, profesora de la Universidad Veracruzana, la condición de ser mujer no puede pensarse hoy al margen de los diversos órdenes que se entrelazan para entrampar a las mujeres en matrices de violencia que son estructurales, sistémicas y sistemáticas.
En La Tertulia de este 20 de agosto, espacio de debate de la Unión de Periodistas de Cuba conducido por Iroel Sánchez y dedicado en esta ocasión a reflexionar acerca de los avances, frenos y desafíos en el ámbito de los derechos de las mujeres en Cuba y en el mundo, Oliva Bello señaló que la heterogeneidad hacia el interior del grupo mujeres es un factor que propicia que existan también microviolencias en función de la clase social, el color de la piel o la preferencia sexual.
Una realidad que no se puede obviar -apuntó- al hablar de discriminación ni al luchar por derechos, pues no es lo mismo ser mujer y pobre, que mujer, pobre y negra o que mujer, pobre, negra y homosexual.
“Vamos a ver que muchos discursos feministas se desentienden de estas realidades y hacen análisis descontextualizados de las cifras de los datos. Creo que es muy importante poner todo esto en perspectiva”.
La también investigadora dijo que los movimientos feministas construidos desde abajo, desde las bases, han sido conscientes de que las luchas no solo pueden quedarse en el plano legislativo, aunque este sea un ámbito de suma importancia; sino que, igualmente, se han asumido profundamente capitalistas y antisistémicas, pues el capitalismo al mismo tiempo que reproduce estructuralmente las microviolencias se encarga de administrar el saber para hablar de ellas.
En ese sentido, Mariela Castro Espín, diputada al parlamento cubano y directora del Centro Nacional de Educación Sexual, resaltó que lo legislativo por sí solo no va a cambiar una realidad de más de seis mil años de dominación sobre las mujeres, pero que el hecho de avanzar en instrumentos legales es fundamental para el trabajo en el campo de los derechos.
Castro Espín señaló que a 25 años de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing – resolución adoptada por la Organización de las Naciones Unidas –, en la que cada país estableció sus compromisos de avance en los temas relacionados con los derechos de la mujeres y de las niñas, se identifica que aunque haya mayor número de niñas en las escuelas, que menos mujeres mueran en los partos y que se haya duplicado la presencia de la participación de las mujeres como parlamentarias, todavía queda mucho por hacer.
Yamila González Ferrer, vicepresidenta de la Asociación Nacional de Juristas de Cuba dijo que en el ámbito de lo legal se tiene que partir de que el Derecho ha sido, históricamente, una de las instituciones que ha sustentado al sistema patriarcal. Explicó que su multidimensionalidad, su actuar en el plano axiológico, así como sus valores y construcciones sociohístoricas han servido para legitimar la subyugación de la mujer.
Asimismo, señaló que dado su carácter transformador, y gracias a contar en las últimas décadas con una corriente teórica que ha enriquecido y brindado respaldo a las luchas de los movimientos feministas, hoy se lucha por los derechos de las mujeres y las niñas con una nueva mirada desde lo legislativo.
Cuba: avances, frenos, desafíos…
Mariela Castro Espín explicó que a Cuba llegaron también las luchas de los movimientos femeninos, y los conocimientos en torno a ello, no solo producidos por mujeres sino también procedentes de hombres sensibles y solidarios con su situación. Recordó que en la Constitución de 1940 que se hablaba de igualdad de salario entre hombres y mujeres, un articulado que quedó como “letra muerta” tras el golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952. Y que luego se retomaría en la primera ley revolucionaria, firmada el 7 de febrero de 1959.
“Desde esa época las mujeres cubanas contábamos con algo que todavía en el mundo la gran mayoría no tiene”, y destacó la idea de Fidel de unir todas las tendencias y organizaciones feministas en la Federación de Mujeres Cubanas, pues articuladas son una gran fuerza dentro del proceso de transformación revolucionaria.
Karima Oliva Bello expresó que sobre la Isla, no solo en el campo de los derechos de la mujer, sino igualmente en el de las desigualdades y el de los problemas sociales de manera general, existe una tendencia a equiparar la realidad cubana con la de otros países de la región, a realizar lecturas de Cuba a la luz de América Latina y a la luz del mundo sin tomar en cuenta las realidades particulares, lo que para la especialista supone una limitación.
Oliva Bello enfatizó en que quienes son víctima de los distintos tipos de violencia no son números, sino mujeres con historias de vida reales con las cuales no se deben establecer comparaciones abstractas: “No están situadas en la nada. Están situadas en contextos con condicionamientos políticos, económicos, sociales…”.
Igualmente, apuntó que el hecho de que Cuba sea socialista no implica necesariamente que las problemáticas vinculadas a la violencia contra la mujer y las desigualdades de género estén resueltas. Para la docente, en primera instancia, el camino está en estudiar estas cuestiones defendiendo el sistema social cubano, porque cualquier lucha en el mundo que abogue hoy por un horizonte de mayor equidad tiene que defender alternativas a la barbarie que impone el capitalismo.
“Crear un conjunto de condiciones mínimas indispensables para que haya un margen de derechos que sean efectivos. Para las mujeres y también para otros grupos sociales. El ejemplo más claro lo estamos viendo con la pandemia. Ha sido muy ilustrativo como Cuba ha manejado esta situación que estamos viviendo”.
La psicóloga añadió que en la Isla no se puede obviar la existencia de fenómenos de violencia de género y que estas preocupaciones deben tener una mayor presencia en las agendas de los medios de comunicación. “Tiene que abrirse un debate público en torno a estos temas. Por supuesto, reconociendo la labor tan importante de la FMC y de otras instituciones. Creo que hay más trabajo hecho del que se puede ver en las redes”.
Yamila González Ferrer dijo que, a partir de la voluntad política que tiene como centro al ser humano, hay que ser críticos con los desafíos que tiene Cuba en la lucha por la igualdad. Indicó que uno de los principales retos del país en ese sentido es cultural, “porque estamos hablando de una sociedad en que, por más que se haya avanzado, todavía perviven muchos elementos patriarcales.
“Los estereotipos sexistas están muy asentados en la subjetividad de todas las personas. Esos estereotipos no solo los llevamos desde lo personal, sino también desde los lugares en que desarrollamos nuestros trabajos. Por eso si un elemento importante es el de las transformaciones legislativas; otro indispensable es el de la sensibilización y capacitación en temas de género para los profesionales, los funcionarios y nuestros dirigentes. Hay decisiones que se toman a partir de criterios preestablecidos, y dañan la manera en que se pueden estar llevando a cabo determinados procesos”.
La jurista destacó que la Carta Magna cubana de 2019 recoge en su articulado el principio de igualdad efectiva, uno de los principales desafíos en pos de la justicia social, sin dejar de lado la importancia de la valoración de las diferencias.
En tal sentido, Mariela Castro Espín consideró que se ha avanzado mucho, pero que desconfigurar el patriarcado es muy complejo. “Sentimos orgullo por lo logrado y dolor por lo que nos falta. Hay que seguir trabajando contra las causas de estas desigualdades con estrategias y programas amplios e integrales”, concluyó.