La idea de una prensa que se deba a la gente y a sus opiniones, para José Martí, requería estudiar las necesidades del país, fundar sus mejoras de forma consensuada y facilitar el trabajo de la administración que lo rige, como características imprescindibles. En esa visión radica la base de un segundo requisito: contribuir con su trabajo a la validación del sistema político en que se desarrolla.
Estas premisas resultan particularmente importantes en una Cuba que se actualiza, evoluciona, se conecta a Internet y renueva su modelo económico–social, para el cual la prensa necesita reafirmarse como espejo, compañía y plataforma de diálogo de la sociedad. Ese nuevo contexto demanda de los medios mayor eficacia y coherencia con las nuevas lógicas de acceso y distribución de la información. Renovar formas de gestión para potenciar su carácter público y ejercer un periodismo capaz de brindar la noticia oportuna, de conectar los entornos políticos y públicos, resulta vital.
Uno de los principales investigadores sobre el periodismo cubano, Julio García Luis (2013), argumenta que la propiedad social de los medios, por sí misma, no es garantía suficiente de una prensa de servicio público, participativa, sustentada en valores y capaz de formarlos; lo que requiere distinguir entre su propiedad y los modos en que se gestiona.
Coincidentes con esta distinción, múltiples debates dentro del gremio afirman que la condición de estatales no determina por sí misma ni su carácter público ni su calidad comunicativa, que permita cumplir con su vocación de servicio público. Se trata de encontrar los mecanismos correctos, en la gestión estratégica editorial y económica, validarlos y aplicarlos.
Prensa de servicio público: del ideal a la práctica
Según algunos de los principales estudiosos de los medios públicos (Garnham, 1990), para cumplir su papel, estos deben llevar adelante una redistribución más igualitaria de los intercambios simbólicos, sobre la base de su superioridad para ofrecer a todos los ciudadanos, en cualquier localización geográfica, igual posibilidad de acceso a una amplia gama de entretenimiento, información y educación de alta calidad; así como de la capacidad del emisor para satisfacer las diversas preferencias de los usuarios y no sólo aquellas que proporcionan los mayores beneficios.
Para articular estos propósitos, se identifican un grupo de propiedades comunes a este tipo de prensa (Becerra & Waisbord, 2015): autonomía editorial y financiera; amplia cobertura de sus servicios -no solo en términos geográficos o socioeconómicos, sino en los diferentes lenguajes que ha generado la convergencia tecnológica-; pluralidad y diversidad en contenidos e información; que esté regida por el interés público y no por estándares comerciales o expectativas partidarias y, finalmente, una rendición de cuentas frecuente a la población y a otros órganos reguladores que tengan margen de autonomía con respecto al gobierno.
Para confirmarse como servicio público, los medios deben convertir a sus destinatarios en protagonistas de los procesos de control y conformación de agendas; situarse en el centro de la vida democrática del país, y actuar como pilar comunicativo del diálogo, el debate, la diversidad de ideas y la construcción de identidades. Su papel es informar, educar y también entretener a los ciudadanos; para lo cual se requiere garantizar su autonomía editorial, financiación apropiada y transparencia. La adaptación a las nuevas tecnologías y la constante superación de los periodistas son requisitos fundamentales para su funcionamiento adecuado.
Según el español Pascual Serrano (comunicación personal, febrero 2018), cumplir la tarea de desarrollar un modelo de medios de servicio público depende de los gobiernos, y de la medida en que entiendan el derecho ciudadano a informar y estar informado, como misión de un estado social, del mismo modo que debe garantizar la salud o la educación. Para lograrlo, ciudadanos y profesionales deben reivindicarlo y luchar por su existencia y avance.
La prensa de servicio público supone un desafío, expresado en la dicotomía de sentidos propuesta por Thompson, y que se expresa, por una parte, en el dominio del poder político institucionalizado, bajo el control del Estado soberano, de los dominios de la actividad económica y las relaciones personales; y por otra, donde lo público se define como abierto o disponible y lo privado como lo oculto. La dicotomía entre lo público vs. lo privado no consiste solo en los términos de propiedad, sino en apertura vs secretismo, visibilidad vs invisibilidad (Thompson, 1998, p.168). De manera que los medios públicos deben poner a disposición de la gente la información que necesita y la incorporan en el proceso, porque analizan cada conflicto desde todas las perspectivas, porque validan el sistema político en tanto cuestionan, una y otra vez, sus formas de hacer y lo obligan a perfeccionarse en función del bien colectivo. Se trata, en última instancia, de conseguir una prensa de servicio público y no solo un puñado de medios públicos.
Probablemente debido a la complejidad descrita no abundan los ejemplos prácticos y concretos de este ideal. Diferentes enfoques y teorías se han sucedido a lo largo de los años, desde Estados Unidos hasta la Unión Soviética, pasando por toda Europa, y se han debatido, en su expresión más simple, entre una prensa de mercado y una de Estado.
Una de las razones por las que la prensa pública ha sido desechada, sin mayores análisis, es porque se ha asumido como una modalidad completamente estatal, sin ninguna libertad y, por tanto, con menor calidad periodística. La clave parece ser que la prensa pública responda a los intereses públicos, de la ciudadanía, de la sociedad, que son los intereses a los que se debe el Estado en un sistema político democrático. No debe subordinarse a los intereses individuales de las personas que se encuentran en el poder.
Un cambio sutil introducido por Europa después de la Segunda Guerra Mundial, como parte de la teoría de la Responsabilidad Social, puso sobre la mesa una alternativa aún imperfecta, pero con rasgos esperanzadores respecto a la conformación de una prensa como servicio público. Si en los Estados Unidos los medios continuaron siendo predominantemente privados y los principios de responsabilidad social debían cumplirse según una autorregulación casi idílica, en Europa el Estado mantuvo o amplió su papel de propietario y agente emisor de un buen número de medios con la noción de servicio público, en particular, las organizaciones de radiodifusión.
En paralelo, crearon un grupo de instituciones y mecanismos que limitaron la influencia estatal sobre los medios, y aseguraron su constante rendición de cuentas ante la sociedad. Se configuró así la Radiodifusión de Servicio Público en Europa (PBS, por sus siglas en inglés) que con el tiempo evolucionó hacia una Prensa de Servicio Público (PMS, por sus siglas en inglés), ampliamente estudiada en la actualidad.
Si bien su concreción en la práctica ha sido más o menos efectiva en cumplir sus principios, en determinados contextos y etapas, y no ha estado exenta de críticas, la prensa pública europea se distingue por sus intentos sostenidos de mantener altos niveles de profesionalidad y autonomía, dirigidos a colocar los intereses de los usuarios dentro de sus agendas. Su estudio podría aportar algunos referentes factibles para la actualización de la prensa en Cuba.
Cuba: ¿qué prensa para qué socialismo?
En su investigación doctoral, la periodista Rosa Miriam Elizalde, partiendo del cruzamiento de estudio de casos de las Asambleas de Balance de la UPEC previas al IX Congreso de la organización y de la construcción de grupos focales, reveló la pérdida de credibilidad y confianza en el sector, la competencia de la industria cultural e informativa hegemónica, la desmoralización, la baja autoestima, las lesiones éticas de los periodistas y la baja representación de la agenda ciudadana como conflictos asociados a la consistencia social del Sistema de Comunicación Social en Cuba, particularmente en los medios de comunicación masiva (Elizalde, 2014, p.42).
Durante el IX Congreso de la UPEC, Raúl Garcés, en sus “7 tesis sobre la prensa cubana,” señaló su baja capacidad para tratar de modo crítico e interpretativo la realidad del país: “por las razones que sean, hemos ido conformando un modelo de construcción de la realidad que contrapone el supuesto infierno foráneo al presunto paraíso doméstico. Hemos suplido, frecuentemente, el juicio razonado por la propaganda, la interpretación por las cifras, la noticia por los eventos, el argumento por el adjetivo, la riqueza de los procesos por la síntesis caricaturesca de sus resultados” (Garcés, 2013).
Por su parte, los documentos políticos que guían el actual proceso de cambios definen la información, la comunicación y el conocimiento como bienes públicos y derechos ciudadanos “que se ejercen responsablemente; preservando la soberanía tecnológica, con observancia de la legislación establecida en materia de defensa y seguridad nacionales” (PCC, 2017). El proceso de Actualización del modelo económico y social no solo supone una oportunidad para la renovación de la prensa, sino que la exige. Un socialismo que se renueva necesita de una nueva prensa.
Partiendo de que mirar afuera no significa copiar, y salvando las distancias entre los respectivos contextos políticos, sociales y económicos, el conjunto de rasgos que caracterizan la prensa de servicio público europea resulta útil para ayudar a pensar lo que podemos y no podemos hacer en el futuro de la prensa cubana.
Sobre esta base, en mi investigación de 2018 caractericé algunos rasgos en el funcionamiento de medios públicos en Europa, e intenté establecer niveles de correspondencia entre las experiencias identificadas y el contexto cubano. Mediante encuestas y un grupo de discusión, sometí a valoración de profesionales del gremio algunas de las formas y mecanismos de funcionamiento identificados para determinar sus niveles de viabilidad y factibilidad.[i]
Autonomía, accesibilidad, diversidad, identidad, representatividad, debate, investigación, apego a la verdad, educación e innovación fueron algunos de los principales rasgoss en el modelo de prensa utilizado como referente. En el contexto europeo, los medios de este tipo articulan diversas estrategias relativas a la regulación, el financiamiento, la participación de los públicos, la adaptación a las tecnologías y la formación de los recursos humanos.
Los Gráficos 1 y 2 reflejan, según los encuestados, un retrato del modelo cubano actual, según los doce rasgos generales que identificamos como distintivos de la prensa de servicio público; así como recogen los porcentajes en que asignaron valores de alta, media, baja o ninguna a cada una de las características, de acuerdo con su presencia en la prensa cubana actual.
Aunque todas las características obtuvieron una mayoría de votos hacia la opción media, podemos distinguir dos grupos: uno en el que las evaluaciones se sitúan entre lo medio-alto (Gráfico 1) y otro en el que se encuentran entre lo medio-bajo (Gráfico 2).
Gráficos 1 y 2: Rasgos que caracterizan el modelo de la prensa cubano actual
Fuente: Elaboración propia de la autora a partir de los resultados de la Encuesta.
De este modo, las cualidades de apego a la verdad, contribución a la identidad nacional, la educación ciudadana, la accesibilidad y la presencia de la diversidad social se inclinan hacia calificaciones superiores por los encuestados. Representa un primer paso importante pues, en última instancia, estos son los puntos de partida que pueden asegurar un ejercicio del periodismo como servicio público.
En cambio, aquellos rasgos más relacionados con prácticas y cualidades concretas como la autonomía editorial, el uso de la investigación, la calidad periodística, la adaptación a las tecnologías, la innovación, el debate sobre los problemas sociales y la respuesta a los intereses de los públicos, tienden, con sus matices, hacia las opciones inferiores.
Otros datos interesantes fueron los aportados por las respuestas a la pregunta sobre cuáles de estos rasgos tienen mayor nivel de importancia en la construcción de un modelo ideal para el país. En función de ellos, al mapa de los requisitos fundamentales de la prensa cubana no le podrían faltar palabras claves como honestidad, autonomía, calidad, debate, investigación, adaptación tecnológica e intereses públicos. El Gráfico 3 muestra los rasgos más señalados por los encuestados, a partir de la selección por cada uno de seis características principales para la construcción de ese modelo ideal.
Gráfico 3: Rasgos generales de la prensa cubana en un modelo ideal (%).
Fuente: Elaboración propia de la autora a partir de los resultados de la Encuesta.
Con excepción del apego y compromiso con la verdad, que vuelve a colocarse entre las características más valoradas –en correspondencia con el principio de honestidad que defiende la prensa cubana–, los encuestados señalaron como particularidades más importantes aquellas que previamente habían calificado predominantemente en un rasgo medio-bajo al evaluar el funcionamiento del modelo actual. Así sucede con la autonomía editorial, la calidad periodística, el debate público, el periodismo de investigación, la respuesta a los intereses del público y la adaptación tecnológica. Los profesionales interrogados asumen estos rasgos como desafíos fundamentales en la construcción de una prensa ideal en el contexto cubano.
La totalidad de los profesionales encuestados consideraron importante que los usuarios tuvieran participación en la construcción de agendas y contenidos de la prensa. Argumentaron que esto “es inherente a la función social de los medios en la Isla,” en tanto los públicos son, en definitiva su razón de ser y principal destino, y solo así se colocan sus preocupaciones y polémicas en los espacios de debate nacional. Aseguraron, además, que “mediante esta participación se fortalece la calidad del periodismo,” “el apego a la verdad” y el “vínculo con los contextos de referencia.”
¿Cómo concretar el cambio?
La actualización de la prensa en Cuba tiene mucho que ver con los modos en que debe gestionarse editorial y económicamente cada medio de comunicación. Identificar mecanismos y herramientas específicas para estos procesos y validarlas en el escenario cubano es también una necesidad.
Cuando se habla de prensa de servicio público en el contexto europeo, al menos desde discursos y teorías, se entiende como rasgo definitorio la independencia editorial respecto de los poderes políticos y económicos. La experiencia de una práctica periodística comercial por un lado y de un sistema político multipartidista inestable por otro, generaron la percepción de que para alcanzar una prensa ideal es necesario frenar las influencias de cualquier tipo en las políticas editoriales. El periodismo, argumentan, ha de ser neutro, objetivo, imparcial. Por supuesto, tal descripción resulta idílica, según admiten hoy voces reconocidas de la prensa europea.
Replicar esta perspectiva extrema en el contexto cubano equivaldría a desconocer una realidad política y social diferente. Una de las funciones fundamentales de la prensa en Cuba ha sido la de validar y participar en la construcción del proceso revolucionario. Hacer periodismo en un país socialista supone desafíos particulares, además de los retos comunes a los medios de comunicación en cualquier lugar del mundo. La clave radica en encontrar el punto de equilibrio.
La solución cubana debe partir de reconocer a los medios como parte de un proceso político que nos ha traído hasta el presente, y del cual no puede separarse para alcanzar una “independencia absoluta y objetiva.” Se trata, al mismo tiempo, de apostar a la capacidad política, profesional e intelectual de los protagonistas que, desde los medios, también construyen la sociedad, y que en muy variadas circunstancias, han demostrado ser capaces de hacerlo. Se trata de renovar y adaptar a nuestra Isla las experiencias europeas relativas a estos temas en la prensa de servicio público: autonomía editorial, no independencia política; honestidad y compromiso ético, no imparcialidad o neutralidad.
Ahora bien, ese punto de equilibrio entre la relación con los poderes políticos y la necesidad de una autonomía editorial debe ser definido y controlado a través de normas y mecanismos de regulación. Los gráficos siguientes muestran los promedios de las respuestas de los encuestados, al indicarles que evaluaran del 1 al 5 los niveles de viabilidad en Cuba de algunas experiencias europeas en cuanto a la autorregulación (Gráfico 4) y la regulación (Gráfico 5).
Gráfico 4: Viabilidad en Cuba de mecanismos de autorregulación
Gráfico 5: Viabilidad en Cuba de mecanismos de regulación
Fuente: Elaboración propia de la autora a partir de los resultados de la Encuesta.
Los gráficos demuestran que los profesionales encuestados privilegian los mecanismos de autorregulación, que llaman a una práctica responsable, ejercida y controlada desde el interior del medio, por encima de los que establecen la regulación.
En cuanto a estos últimos, solo el referido a la existencia de un cuerpo legislativo para la actividad de la comunicación y la prensa obtuvo un promedio similar (4.64) al de los rasgos de autorregulación. Las organizaciones sociales de vigilancia obtuvieron el promedio más bajo (2.76), lo que puede indicar desconocimiento o poca viabilidad de esta variante en la prensa nacional. Los organismos reguladores gubernamentales alcanzaron un promedio intermedio (3.1), probablemente porque los profesionales reconocen su posible viabilidad, pero no lo consideran el más importante o porque perciben trabas o dificultades para su implementación.
Mención aparte merecen las experiencias europeas de rendición de cuentas pública y transparencia de funcionamiento. Si bien no han sido frecuentes en la práctica profesional del periodismo cubano hasta hoy, los promedios de factibilidad alcanzados en los resultados de la encuesta (3.68 en el primero y 3.59 en el segundo) señalan que podrían ser otros mecanismos a tener en cuenta a la hora de configurar los procesos de regulación en la prensa nacional.
En correspondencia con lo reflejado en los Gráficos 4 y 5, la discusión en el grupo sobre la aplicación práctica del principio de autonomía se dirigió fundamentalmente a la necesidad de un cuerpo legislativo que establezca y controle el funcionamiento de la prensa y comunicación del país y, sobre todo, a la importancia de privilegiar, por encima de la regulación, a los mecanismos de autorregulación y la cultura profesional de los periodistas, reflejada en procesos de planificación y producción que tienen en cuenta los intereses públicos.
Al mismo tiempo, una limitación identificada en el modelo de prensa cubano actual lo constituye la excesiva centralización de los procesos de gestión económica en instituciones externas a los medios. Interrogados sobre posibles alternativas de financiamiento, los encuestados validaron la posibilidad de integrar otros mecanismos para generar ingresos con el presupuesto estatal. El Gráfico 6 muestra los promedios de las respuestas de los profesionales al indicarles que evaluaran de 1 al 5 los niveles de viabilidad en Cuba de algunas de las opciones de este tipo aplicadas en la prensa pública europea.
Gráfico 6: Viabilidad en Cuba de alternativas de financiamiento
Fuente: Elaboración propia de la autora a partir de los resultados de la Encuesta.
Se otorgó mayor viabilidad a opciones de autofinanciamiento más cercanas a sus formas tradicionales de funcionamiento y con las que, en algunos casos, ya se ha experimentado. Por el contrario, las variantes de patrocinio (2.58) y crowdfunding (2.27), mecanismos más alejados del contexto de la Isla, obtuvieron los promedios inferiores.
Llama la atención el promedio intermedio obtenido por la publicidad (3.63), a pesar de que en los debates recientes del gremio ha sido una de las alternativas más valoradas. Tal comportamiento podría atribuirse a que los periodistas cubanos aún miran con reservas una práctica que sobre todo ha distinguido a la prensa comercial y que, en no pocas ocasiones, ha terminado comprometiendo las políticas editoriales de los medios. De hecho, en Europa la prensa de servicio público suele limitar su uso; y una práctica de este tipo en nuestro país debería aplicarse con sus propios mecanismos regulatorios.
En cuanto al papel del presupuesto estatal, el nivel medio de validación que obtuvo en los resultados del cuestionario puede indicar que el financiamiento debe incluir otras fuentes. Un análisis desglosado de las respuestas recibidas muestra que aunque el promedio de validación entre los periodistas fue de 3.44, entre los directivos promedió 4.40, lo que la convierte en la opción más valorada dentro de este subgrupo. Esta diferencia puede expresar una percepción de riesgo mayor entre los directivos sobre el significado de renunciar o disminuir el presupuesto estatal.
En correspondencia con estas valoraciones, la mayoría del grupo de discusión coincidió en posibles alternativas hacia la construcción de un nuevo sistema económico que combine el presupuesto estatal con otras fuentes de financiamiento y que, sobre todo, reconozca la capacidad de directores y actores internos del medio para administrarlo. Esta renovación de los mecanismos de financiamiento exigirá mayores niveles de preparación y formación por parte de directivos y periodistas.
La renovación del modelo de prensa cubano exige también, para una articulación efectiva de los medios públicos, fomentar capacidades de gestión de las nuevas tecnologías y, sobre todo, la innovación y creatividad en un entorno dinámico de convergencia mediática. El estudio identificó fuertes limitaciones en los procesos de gestión económica para sostener este desarrollo, y la necesidad de entender y aplicar, desde los medios, las posibilidades y retos que implican las nuevas tecnologías y realidades mediáticas.
Algunas experiencias que concitan interés son el uso de recursos hipermediales y multimediales innovadores en la creación de contenidos. En ese camino, los periodistas abogan por un mayor uso de infografías, ilustraciones, videos, audios, mapas y gráficos interactivos, entre otros elementos, que permitan contar noticias más completas y atractivas. Además, la gestión actualizada de redes sociales, la creación de aplicaciones para dispositivos móviles y la construcción de podcasts o blogs asociados a los medios, son alternativas a desarrollar.
La reestructuración de plantillas y funciones dentro de las redacciones y la asociación con universidades, instituciones, empresas y otros medios en aras de generar alianzas, que se reviertan en mejor calidad y amplitud de la producción periodística fueron también acciones validadas en la investigación.
El gremio también valoriza la superación constante, que permita a periodistas y otros profesionales mantenerse al día respecto al cambio tecnológico, para poder lidiar de manera efectiva con las nuevas propuestas. Entre los recursos para dinamizar esa función, otorgan importancia a la gestión de la superación profesional desde los medios, la asociación con universidades y otras instituciones, el aprovechamiento de cursos y aprendizajes en función de las características y necesidades propias de cada medio, la función de liderazgo de la UPEC, la introducción de mecanismos de bonificación salarial por superación, así como algunas exigencias formales en contratos y legislaciones.
Finalmente, la capacidad de la prensa cubana para funcionar como servicio público dependerá de su habilidad para hacer más efectiva la participación de los usuarios en la conformación de agendas y contenidos de los medios, como alternativa idónea para validarse.
El periodismo cubano necesita pulsar y reflejar las preocupaciones de la nación, y generar su debate colectivo, serio y profundo, para identificar, mediante la retroalimentación, causas, contextos y posibles soluciones. Debe contribuir, por tanto, a la formación de una ciudadanía protagonista, imprescindible para la Actualización del modelo y las redefiniciones del socialismo. Solo en la medida en que cumpla tales misiones, podrá convertirse en verdadero guardián de la confianza pública. (Tomado del Portal Cubarte)
[i] La encuesta fue aplicada a 92 profesionales de la prensa cubana, de ambos sexos, entre los que se contaban 47 periodistas, 28 directivos, 9 profesores, 5 dirigentes de la UPEC y otros 3 periodistas que se encontraban laborando fuera de los medios. Este grupo incluía segmentos etarios diferentes y los cinco lenguajes de la producción periodística (prensa impresa, radio, televisión, medios digitales y agencias de noticias).
Gracias Ania Terrero, por una reflexión tan útil y necesaria.