Francisco Pascasio Blanco Ávila, a quien todos conocemos por Blanquito, es un cubano consagrado al arte de la creación gráfica y al humorismo que parece no haber perdido tiempo en los fructíferos 87 años que ha sabido cultivar.
No son frases de ocasión hechas para agradar, todo lo contrario, con ellas pretendo reconocer de manera justa el aporte brindado por Blanquito, en el nacimiento y desarrollo de la Editorial Pablo de la Torriente, institución que arribó este diciembre a sus 32 años de labor sostenida y consecuente con los objetivos para los que fue creada.
El artífice del proyecto para poner una editorial a disposición de los intereses de los profesionales de los medios de comunicación, fue Ernesto Vera Méndez, maestro de periodistas, revolucionario y fundador de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) y el segundo presidente que la dirigiera.
Fue precisamente a Blanco, al primero que invitó a colaborar junto a Irma Armas Fonseca, directora designada, para diseñar el perfil y mecanismo de funcionamiento de la editorial. Los resultados no tardaron mucho tiempo en aparecer. Las primeras imágenes públicas las ofrecieron los numerosos estanquillos diseminados en todo el país para la venta de la prensa, en los que aparecían las cubiertas de las revistas que con el sello de la Pablo comenzaron a comercializar.
UNA EXPERIENCIA SALVADORA
Irma desde un inicio prestó especial atención a los trabajadores del sector vinculados al género y convocó a los veteranos creadores de la narrativa gráfica, la historieta y al humorismo para darle también un espacio en el perfil de la editorial, con ese objetivo se crean las publicaciones periódicas Cómicos, que aparecía con una frecuencia mensual; Pablo, semestral y el tabloide quincenal El muñe, y donde se brindó un lugar a los jóvenes que se iniciaban en el arte de la historieta y que participaban en los talleres que se realizaban en la propia editorial, organizados por los maestros Manolo Pérez, Francisco Blanco, Blanquito y Cecilio Avilés.
Además de estas publicaciones, de manera simultánea aparecían compilaciones en las colecciones ¡Ay, vecino!, reverenciando la versión muy cubana, de Blanco, de los famosos personajes del cine norteamericano de El Gordo y el Flaco (Stan Laurel y Oliver Hardy); Coti atendida por Cecilio Avilés e Historietas, por Manolo Pérez quien era editor y coordinador de esta temática. Al respecto Blanquito comentó:
“Fue una época de florecimiento del género, en que se difundieron de manera gráfica y con arte temas de todo tipo, -la ilustración, el pasatiempo, los álbumes de postales- prácticamente desconocidos para los lectores más jóvenes volvieron a poblar los estantes de quioscos y librerías de todo el país.
“Fueron años fundacionales en los que la práctica del género posibilitó el intercambio de obras con artistas y creadores de otros países, en los que los cubanos tuvimos la oportunidad de conocer el trabajo de autores de España, Argentina, México, Perú, Colombia, Costa Rica, Venezuela y Brasil, esto propició que la editorial organizara encuentros internacionales, los conocidos Encuentros Iberoamericanos de Historietas y fomentara concursos nacionales de historieta y humorismo.
“Sin dudas se abrió el espacio anhelado para contar a través de la narración dibujada de temas educativos, de formación de valores, de bien público, históricos, biográficos, adaptaciones de la literatura y la simple ficción, lo que daba paso en la expresión gráfica a la pasión de contar, incluyendo cuentos y anécdotas del propio Pablo de la Torriente, quien además de ser un gran periodista revolucionario y comunicador, dibujó e hizo gala de un humor penetrante e inteligente. La editorial salvo la vida de la historieta y de sus creadores”
APORTE INCUESTIONABLE DE BLANQUITO
Sin embargo, Blanco ha aportado títulos de su autoría, que además de novedosos, son de un valor excepcional al catálogo de la editorial, entre ellos destaca: El caballero de París. La leyenda que camina, conformado por una selección de dibujos, caricaturas, frases y valoraciones sobre el conocido personaje, que permiten un acercamiento diferente, agradable, ilustrado a todo color.
En Cinco años, cinco meses y cinco días, resume con una solución gráfica interesante el tiempo transcurrido desde el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y los acontecimientos posteriores que marcaron esa etapa de la historia de Cuba hasta el triunfo de la Revolución. Sorprende la síntesis que logra al conjugar fotos, dibujos, caricaturas, fragmentos de textos tomados de la prensa y de documentos de la época, que permiten al lector una rápida comprensión de los años de lucha de los cubanos contra la dictadura pro-imperialista de Fulgencio Batista. Una magnifica lección de la historia de nuestro país.
También excepcional puede considerarse Amores con aceite de Oliva, a partir de una idea y un guión original escrito por Blanco, el Premio Nacional de Artes Plásticas, Pedro Pablo Oliva, con su estilo inconfundible de construir personajes, espacios y lugares ilustró este libro. Hasta ahora el primero en el catálogo de la editorial con este concepto visual de la imagen gráfica, presentado como historieta.
Dedicado a recordar al comandante Camilo Cienfuegos junto a su hijo Paquito, realizó Kmilo 100fuegos, tomando textos del libro Hablar de Camilo, del periodista Guillermo Cabrera Álvarez. Otro aporte de interés lo constituye Martí y Bolívar, también en coautoría con Paquito y en el que toman parte del pensamiento martiano sobre la vida y la obra legada por Simón Bolívar.
Mas reciente, para estar a tono con los tiempos que transcurren la editorial le publicó Pitirrín y Pitifeo, tal vez, el nombre del título nos dé la impresión de que nos vamos a encontrar con dos personajes cómicos. Hasta cierto punto es así; pero cuando nos adentramos en las páginas encontraremos como uno de esos pájaros elimina de las cosechas los insectos y materias perjudiciales mientras el otro hace todo lo contrario, de manera gráfica, se muestra casi metodológicamente cómo se debe emprender la atención adecuada a los cultivos y a la naturaleza, de una manera amena e instructiva que vale la pena agradecer.
Entonces considero que con estos breves ejemplos se tenga una idea de cómo Francisco Pascasio o como suena mejor Blanquito ha impreso su huella en la trayectoria de la editorial de los periodistas cubanos, aunque cuando le llamé para indagar sobre algunos detalles para este trabajo, me confesó:
“Los diez años más felices de mi vida, los pasé en la Editorial”
Pablo Noa Noa, promotor editorial Pablo de la Torriente