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Cultura, «negrito» y la piel por Cuba

A salvar lo que somos, «que no es un problema de color o de raza, sino un problema de cultura», llamó el Doctor en Ciencias Históricas Eduardo Torres Cuevas en los debates del V Encuentro Nacional «Prensa, humor e identidad», con sede en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí y centrado en la racialidad y el pensamiento nacional.

El prominente historiador alertó de que, si no producimos contenidos con la calidad que requieren los tiempos, no ganaremos la batalla. Además, acotó que los enemigos de Cuba saben que primero hay que «tumbar a Martí» para luego derribar la Revolución.

Esas frases siguieron a las de Ricardo Ronquillo, presidente nacional de la UPEC, quien había comentado que la falsificación de nuestra Historia desde el exterior ha ido pasando de la obsesión por apropiarse de Martí a la desfachatez de descalificarlo, todo con la intención de apartarlo de nuestro camino (o a nosotros del suyo).

Así de profunda fue la edición del encuentro, introducido por exposiciones de Torres Cuevas y de Luis Enrique Amador Quiñones, decano de la facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte, quienes interactuaron con académicos, investigadores, profesores y comunicadores del Centro Promotor del Humor, la Fundación Nicolás Guillén, Casa de las Américas, el Consejo Nacional de Artes Escénicas, la Universidad de La Habana, la UNEAC, la UPEC y publicaciones humorísticas.

A juicio de Ronquillo, a pesar de que la Revolución abrió un camino de igualdad que parecía capaz de resolver este problema, los conflictos resurgieron, en particular cuando el imperialismo se percató -especialmente en el gobierno de George W. Bush- de que podía utilizarlos como poderosa herramienta de fragmentación de la sociedad cubana.

Ahí radica otra coincidencia entre los dos intelectuales, porque Torres Cuevas afirma igualmente que tal resurgir se apreció más claramente cuando el asunto comenzó a ser usado políticamente contra Cuba.

El también presidente de la Academia de Historia sostiene que en este momento están en peligro la cultura y la nación cubanas: «Las conquistas de generaciones corren peligro», sentenció.

Torres Cuevas señaló que si no escribimos la verdadera Historia de Cuba, otros la van a escribir para cambiarla. Ya lo están haciendo en videos que, por ejemplo, «limpian» la figura de Fulgencio Batista, a menudo contraponiéndolo, para su buena imagen, con un denostado Fidel Castro.

Luis Enrique Amador Quiñones criticó la tendencia que aprecia en la cultura cubana -ubica en ello a intelectuales del aquí y del ahora- a «satanizar» el teatro bufo y el vernáculo para extirparlos de la escena cubana por ser supuestamente discriminatorios y denigrantes del negro. Él sostiene sin dudas que el negrito es un personaje indispensable en la formación del pensamiento cubano.

El decano de la facultad de Arte Teatral del Instituto Superior de Arte se detuvo en análisis de la obra Los negros catedráticos -escrita cinco meses antes del levantamiento cespedino en Demajagua el 10 de octubre de 1868-, que bajo la gracia de negros «que querían vivir a la blanca» aprovecha códigos de complicidad con el público para plantar en el escenario mensajes que «normalmente» los negros no podían decir. «Ese resorte llega a nuestros días», señala.

En otra parte del intercambio, Torres Cuevas comentó que el racismo es resultado de la abolición de la esclavitud porque, cuando el esclavo fue liberado, la «nueva frontera social» se creó a través del racismo y las mentalidades».

Aunque tímidamente, el encuentro dejó ver por un momento -cuando una profesora universitaria remarcó que hay zonas del antirracismo con una sensibilidad diferente- la intensa polémica que generan estos temas. A seguidas, ella misma y otros especialistas concordaron en que «la piedra de toque» para encarar las discordancias debe ser el diálogo amplio.

Los posicionamientos férreos pudieran explicarse, entre otras cosas, en una carencia que explicó otra académica: los cubanos no tenemos cultura sobre el tema racial y la esclavitud, que fue un sistema de violencia física directa y de violencia cultural.

La periodista Lisandra Fariñas hizo una observación interesante: a menudo los mensajes refieren «vestigios» de la discriminación cuando en esencia se trata de discriminación en estado puro, sin rebajas semánticas.

«Reconocer que necesitamos un programa contra el racismo es importante, pero se requiere mayor conocimiento de sus implicaciones. Muchas de las personas necesitadas no se ven reflejadas en él», dijo.

El escritor humorístico y realizador audiovisual Jorge Alberto Piñero comentó que, más que al negro, históricamente se ha perseguido el pensamiento: «Aun blanco -cuando a los actores de esa «raza» que lo encarnaban se les obligó a quitarse la pintura-, el negrito siguió siendo negrito porque su esencia no estaba en la piel sino en el diálogo, en el pensamiento».

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Enrique Milanés León
Forma partede la redacción de Cubaperiodistas. Recibió el Premio Patria en reconocimiento a sus virtudes y prestigio profesional otorgado por la Sociedad Cultural José Martí. También ha obtenido el Premio Juan Gualberto Gómez, de la UPEC, por la obra del año.

One thought on “Cultura, «negrito» y la piel por Cuba

  1. Pero no solo desde el exterior peligra nuestra cultura. Se presenta en exceso grupos y obras que en realidad solo son manifestaciones de la cultura africana que de cubana solo tienen que la interpretan cubanos.
    La cultura cubana es la cultura española con el ritmo africano. Mezcla, fusión, melodía de lo mejor de España y ritmo, colorido y sabor africano, pero no solo tambor.

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