Comienza un nuevo año y con el impulso dado por su reciente XI Congreso, los periodistas cubanos enfrentan una renovación que va más allá de estilos y táctica: se trata de contenidos y estrategias que sin perder el rumbo ético y de compromiso social (que le ha caracterizado desde el mismo triunfo revolucionario de 1959) responda cada vez mejor a la nueva realidad y necesidades de la sociedad que le da vida.
Tras los debates y conclusiones de un proceso masivo de análisis de toda su membresía, como lo ha realizado la Unión de Periodistas de Cuba desde la década de los años 80, el desafío hoy es hacer lo acordado.
El reconocimiento a lo realizado hasta ahora está explicito en lo dicho por el presidente Miguel-Díaz Canel en este congreso: “Los periodistas cubanos tienen el mérito indiscutible de haber sostenido la voz de la nación en las circunstancias y las horas más adversas, con admirable lealtad, elevado sentido de responsabilidad, talento, inteligencia y contagioso entusiasmo que genera siempre interesantes propuestas”.
Estas cualidades del periodismo revolucionario cubano ya estaban presentes aún antes del triunfo de 1959, cuando desde la Sierra Maestra, a través de Radio Rebelde, se elevaban voces para difundir la verdad de lo que sucedía en la lucha libertaria de entonces.
El entrañable Juan Marrero, estudioso del tema, indicaba que “dos años antes del triunfo de la Revolución circulaban en La Habana veintiún periódicos, doce noticieros de radio y veintiocho revistas, mientras que en las provincias habían treinta y seis, dieciséis y treinta y tres, respectivamente, además de tres noticieros de televisión. Se sumaban a los medios de comunicación de aquellos años tres noticieros cinematográficos”.
Entre ellos se destacaba la revista Bohemia, en cuya sección En Cuba se logró la difusión de algunos materiales que recrudecieron la censura y represión de la dictadura batistiana.
Por entonces estaban registrados mil 234 profesionales, entre ellos valerosos hombres de pensamiento —porque los periodistas deben serlo— con los cuales se edificó la prensa revolucionaria de los primeros nuevos tiempos de Cuba.
No pretendo resumir en unas líneas lo que otros más conocedores, como el propio Marrero, reseñaron de aquellos años iniciáticos: los del periodismo al servicio de las mayorías, del pueblo en sus afanes de justicia social, soberanía político-económica, de conocimiento y equidad.
Ejemplos como la fundación de la Agencia Latinoamericana Prensa Latina (nacida de una aleccionadora Operación Verdad), Radio Habana Cuba y el periódico Revolución reflejan la voluntad de la dirección revolucionaria, en especial de Fidel y el Ché, de dotar al naciente proceso de voz propia.
Coexistieron durante un tiempo con la llamada prensa burguesa que defendía los poderosos intereses contrarios a los proyectos emancipadores que emprendían las nuevas autoridades.
En aquellas circunstancias, ante las mentiras o medias verdades convertidas en información por los patronos de aquellos medios surgió “La coletilla”, instrumento de los trabajadores revolucionarios que laboraban en ellos para adosar la verdad, de lo que hoy llamaríamos fake news.
Según consignó Gregorio Ortega, avezado periodista y diplomático cubano, en un libro con ese nombre, aquella nota adicional, por lo general, decía: “Esta información se publica por voluntad de esta empresa periodística en uso legítimo de la libertad de prensa existente en Cuba, pero los periodistas y obreros gráficos (o locutores en el caso de la radio y la televisión) de este centro de trabajo expresan también, en uso de ese derecho, que el contenido de la misma no se ajusta a la verdad ni a la más elemental ética periodística”.
Ética y compromiso
A esos dos pilares del periodismo cubano contemporáneo, al que le añadiría veracidad, atractivo y oportunidad, se refirió el estudiante holguinero de periodismo Libán F. Espinosa, en reseña publicada en julio pasado por la Universidad de Holguín, refiriéndose a los 60 años de fundada la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC). De su nota destaco:
La labor de los periodistas cubanos está cimentada en el pensamiento y ejemplo de dos grandes promotores de la palabra escrita dirigida a la comunicación pública: José Martí y Fidel Castro Ruz, de quienes aprehendimos lo mejor de la tradición del pensamiento político cubano, elevados principios patrióticos, éticos y democráticos.
El propio Díaz Canel, en discurso ante citado, significó que “hoy, tras largos y fatigosos años bajo el asedio simultáneo de las más severas carencias materiales y las inaceptables incomprensiones de algunas de nuestras propias fuentes, es legítimo reconocer que la mayoría de ustedes ha tenido que batallar muy duro para ejercer con dignidad un oficio que demanda, no solo talento y esfuerzo, también ideales muy elevados para rechazar, en medio de grandes sacrificios económicos, las ofertas de pagos relativamente ‘generosos’ que la lucrativa industria de las campañas contra Cuba, oportunista y cínicamente, pone a disposición de quienes tienen un precio o creen ingenuamente en el falso discurso libertario de los apologistas del mercado”.
Pero, de acuerdo con las palabras del dirigente cubano, “ni los medios públicos cubanos ni sus periodistas están en venta”, por lo que no es posible “devolvernos al pasado de sensacionalismo y prensa privada bajo máscaras nuevas”.
De nuestra profesión hoy, “socialista y martiana, fidelista, solidaria y generosa” se espera mucho en los nuevos tiempos y para nosotros no es nuevo el revisarnos constantemente.
Las nuevas formas de gestión de la prensa, ensayada en algunos medios antes del Congreso, se apoyarán en la Ley de Comunicación Social, que define “como un derecho ciudadano y como bien público, el acceso a la información, la comunicación y el conocimiento; que otorga la mayor autoridad a los directivos de la prensa; que transversaliza a la sociedad y establece obligaciones en ese sentido para instituciones, organismos, autoridades; que defiende los valores y símbolos de la nación y ordena el respeto a la diversidad que somos”.
Estas palabras, y las dichas desde sus días de primer secretario del Partido Comunista de Cuba en Villa Clara y Holguín, respectivamente, cuando aquellas provincias ganaron la entonces existente emulación organizada por la UPEC en ocasión del Día de la Prensa, evidencian que el mandatario cubano cuenta con una clara comprensión de lo que significa el periodismo revolucionario:
…la comunicación como recurso estratégico de la dirección del Estado y el Gobierno y define el carácter público de los servicios de radiodifusión y comunicación y reconoce solo dos tipos de propiedad para los medios de comunicación masiva: la estatal y la social.
…Entiendo que rabien los que no están invitados al análisis porque no son parte de la Upec, ni de la sociedad cubana que se ganó con sacrificio y esfuerzos el derecho exclusivo a discutir cómo diseñar el futuro”.
Estoy de acuerdo contigo mi querido amigo y mira un ejemplo de lo que puede hacer el periodismo revolucionario
CASTIGO POPULAR CONTRA FACINEROSOS
El respaldo humanista del cubano es envidiable, preferimos pedir disculpa a ser indolentes o demorados ante acciones que presenten peligrosidad a personas, viviendas, centros de producción o accidentes de tránsito y no se extrañe ver imágenes de colaboración, apoyo a la autoridad policial, bomberos, derrumbes, atención urgente a heridos. Recomiendo prestar atención al siguiente ejemplo.
Un anciano que después, es decir, a unos 100 metros del lugar donde cobró la mensualidad de jubilación, se ve atrapado con fuerza por un malhechor respondiendo con sus endebles fuerzas físicas, intervienen los más cercanos, obligados a superar el salvajismo del delincuente actúan otros ciudadanos dispuestos a utilizar medios más eficaces, un policía interviene con su eficiencia, aplica la defensa personal, el delincuente hacía resistencia, atenta contra la autoridad y con su espalda trata de comprimir al joven policía que sabe defenderse aplicando otros medios defensivos y lo ciudadanos lo ayudan con las esposas mientras los presentes que presencian la agresividad del delincuente tratan de intervenir pero el policía lo impide protegiendo al detenido, aparece otro policía y un carro patrullero. Todo termino con gritos de repudio a la delincuencia.
Conocí que el abuelito fue atendido por el personal de la salud y vecinos cercanos. Sepan los que intenten repetir hechos como que el castigo popular, responderá. Jorge Luis Rojo Mora periodista jubilado pero no retirado.