Lola Calviño se empeña —y consigue— que la existencia de Julio García Espinosa[i] , el célebre cineasta cubano, no quede sumergida en los estantes de archivos cinematográficos o en publicaciones olvidadas en esquinas polvorientas de bibliotecas o librerías. Concerniente a la vida de su esposo, ella da cuerpo a todo cuanto puede convertir en un nuevo suceso intelectual que lo recuerde.
Con este espíritu, el de mantener una inquieta permanencia de la obra de Julio en el saber de la sociedad, especialmente por lo que puede seguir aportándole, ella atesora dos grandes conquistas (que no son las únicas): su compilación para el volumen Vivir bajo la lluvia (2016), de Ediciones ICAIC, y la producción del documental Retrato de artista siempre adolescente (2019), de Manuel Herrera.
Es quizás por eso que Vivir bajo la lluvia, el libro-memoria, vuelve este 9 de diciembre, siete años después de su publicación, a la cita del Sábado del Libro, en la calle de madera, de La Habana Vieja, como parte de las actividades que acompañan al 44 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Y allí estará Lola con sus empeños inacabados y con Julio.
Ella recordará ese día que, durante todas las tardes de casi un año, releía con él la mayoría de los materiales que hoy componen Vivir… “La intención era ‘remover’ lo que habían sido sus ideas, sus angustias, su pensamiento y la acción de toda su vida como artista, como revolucionario, como hombre”.
Con la complicidad amorosa que nos mantuvo juntos durante más de cuarenta años —escribe Lola en las palabras de presentación del volumen—, hurgamos en viejos textos, recortes de periódicos, notas guardadas para no dejar escapar una idea, cartas que en su momento archivamos, y una larga entrevista, más bien una grabación de temas, que entre 2004 y 2005, había realizado Magdiel Aspillaga, entonces un joven realizador, para un documental que quedó a medio terminar, pero sobre todo, como una base amplia que diera continuidad a aquella larga “Conversación…” con Víctor Fowler; esa vez, filmada.
Releer, recordar y seleccionar los textos —añade— fue en ocasiones una tarea difícil para los dos, pero “el permanente optimismo de Julio, su manera de encontrarle siempre el lado positivo a cada suceso, a cada piedra, más bien a la ‘lluvia’ que nunca paró de caerle”, le dejó la posibilidad de hacer el libro.
Su otro gran afán hecho realidad, el documental Retrato de un artista siempre adolescente, de Manuel Herrera, tuvo en ella la contribución del trabajo investigativo, una buena parte de los materiales y de los recursos utilizados, subrayó el realizador del filme en entrevista con la periodista Mireya Castañeda: “el tesoro de información aportado por Lola permitió entrar en el personaje y a través de sus acciones bosquejar un retrato humano y sicológico”.
La película —asegura Lola— es lo más completo que se ha hecho sobre Julio y el cine. Pero ahora ella quiere abarcar más porque “él no solo fue un hombre del cine, sino un hombre de la cultura cubana”.
Por eso, otro gran sueño le ocupa: hacer una antología con documentos inéditos de su esposo, reflexiones escritas sobre lo que él estaba haciendo en cada momento, y en torno a discusiones de la época y a maneras suyas de entrar en los procesos artísticos que desarrollaba el ICAIC en aquellas etapas fundacionales, “siempre poniéndose en el lugar del otro”, acentúa Lola. “En este último valor, humano y de la creación (ayudar, producir, salir adelante), radica su aporte al desenvolvimiento del cine cubano”.
De tal manera, esa antología que Lola proyecta englobará el actuar de Julio García Espinosa en la cultura nacional, a través de documentos que ella con todo cuidado, y poco a poco, va juntando para que en algún momento se convierta en un libro de plena actualidad desde todo punto de vista. Tomado de Cuba en Resumen.
(Foto de portada: Lola y Julio).
Nota
[i] La Habana, 5 de septiembre de 1926-La Habana, 13 de abril de 2016. Director de cine, guionista y ensayista, uno de los nombres emblemáticos del Nuevo Cine Latinoamericano, gracias a una obra teórica cargada de provocaciones, y un cine que igualmente intenta dinamitar el modelo hegemónico