A propósito del XI Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y consciente de las preocupaciones y ocupaciones de los miembros de la organización, en aras de una ejecutoria más competente como capital cultural, a la vez más comprometida con su pueblo y con su tiempo, me permito meditar brevemente sobre lo que se puede considerar como retos para la práctica profesional del periodismo en Cuba actualmente.
El primero, la preservación atemperada a los tiempos que corren de un posicionamiento ideológico y moral sólido, consciente y declarado, coherente con su actuar histórico de fuerte arraigo político- liberador y vocación popular.
Ideológico en la concepción más revolucionaria que nos legara el Padre Félix Varela al concebir la ideología como proceso fundante, desde abajo, del sentimiento patriótico nacional. Moral en el decir y actuar de José Martí para quien “nada hay que cautive tanto el ánimo como una convicción noblemente tenida, honradamente dicha, libre y concienzudamente expuesta”.
Establecer este punto es importante ante un periodismo signado para mal por lo más desdeñable de la política, el mercado y la tecnología subyacente en su concepción- producción- distribución que lo hace servil a los grandes intereses de unos pocos en detrimento de las grandes mayorías; con el añadido peligroso del peso importante de influencia que, el ejercicio profesional del periodismo, tiene hacia el resto de los campos profesionales que actúan en la producción cultural tal como ya apuntaba el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1995).
Más relevante aún, ello resulta, cuando los grandes ausentes de los escenarios mediáticos- periodísticos globales y nacionales son los marcos legales regulatorios capaces, que en palabras de Julio García Luís (2011)[1], han de “constituir una base precisa para la formación cívica, política y ética de los periodistas, del mismo modo que fijaría los patrones en que deben educarse también las fuentes de información, todas las demás entidades sociales y la ciudadanía en su conjunto que sostienen relaciones con la prensa”.
No resultan suficientes, al menos en esta etapa del desarrollo global, los códigos deontológicos y/o de ética profesionales nacionales, regionales e internacionales que no van al ritmo de los cambios tecnológicos y culturales que están teniendo lugar en nuestras sociedades y representan más la autorregulación valida y necesaria, pero carente del compromiso social que en cierta medida pueden garantizar los preceptos jurídicos de obligatorio acatamiento.
Muchos dirán, que esto no resulta nuevo, quizás innecesario de referir, y menos en prioritaria posición. Sin embargo, en nuestra modesta opinión, estas formas de la conciencia social tienen que estar muy presentes y definidas con claridad en una actividad universal que adopta posturas, toma direcciones, define posiciones y traza pautas de pensamiento y acción social en función de ideales y valores que ahora mismo globalmente se debaten entre lo verdadero versus lo falso; lo nacional versus lo transfronterizo; lo racional versus lo irracional; lo valioso versus lo superfluo; lo sublime versus lo ridículo; lo sustancial versus lo banal; lo colectivo versus lo individual; lo solidario versus el egoísmo; mostrando una polarización cada vez mayor de las clases, grupos sociales y las sociedades como conjunto.
Asimismo, resulta un ejercicio “glocal” que no escapa de los influjos internacionales y lidia en lo nacional con sus manifestaciones; así como, con serias problemáticas externas (bloqueo norteamericano) e internas (compleja situación económica; pobre producción con esfuerzos , capacidades y potencialidades propias); junto a las confrontaciones generacionales; las relaciones entre múltiples actores económicos y sociales; hechos y agendas diversas que, muestran sus correlatos en un diapasón mayor y creciente de necesidades e intereses de expresión.
A la faena de contribuir a desentrañar sus nudos y facilitar su mejor comprensión se debe el periodista como histórico mediador que, siendo responsable y ético, no solo debe exponer legítimamente lo que piensa a título personal- especializado y a nombre de otros como representación habilitante; sino además ser ese profesional “que asume como base de su acción las asimetrías y las desigualdades sociales y culturales, participando como actor en la construcción de una sociedad democrática” en palabras del profesor e investigador español- colombiano Jesús Martín- Barbero (2005).
Este condicionamiento histórico demostrado científicamente ha sido muy manipulado, llevado y traído, pero siempre en estrecha relación con el sistema sociopolítico, el espacio físico, institucional/organizacional/ gremial desde donde se labora, o desde sus márgenes. Estos últimos, no siempre sinónimo de personificación auténtica y legitima de voces excluidas, olvidadas.
El segundo, la necesaria contextualización de un hacer globalizado que históricamente ha dejado su impronta en un “definir, un decir y un producir” (tradicional y digital) que no tiene siempre que coincidir con lo nacional por sus particularidades, sin que ello se convierta en eslogan/ pretexto para “definir, decir y producir” tradicional y digitalmente, modos de hacer y productos noticiosos y narrativos que poco tienen que ver con lo que la ciudadanía cubana necesita y exige como derecho para su información, educación, participación social, organizacional y comunitaria según estipula la Constitución de la República de Cuba (2019) y la Ley de Comunicación Social (2023).
Aspecto complejo, porque en materia periodística lo que se hace, enseña e investiga a nivel internacional no es totalmente valido para un país con el legado histórico de una prensa con rasgos políticos, emancipadores y cívicos en debate con el modelo mercantil; así como un sistema socioeconómico y político particular; ni lo que nacionalmente se lleva a cabo en estas tres importantes áreas de acción en la actualidad, redunda siempre en ser emblemático y contextualizado.
Este resulta un viejo reto, no siempre sorteado con la habilidad necesaria, ni la concertación más asertiva posible entre los emisores políticos- organizacionales, los institucionales- mediáticos, e individuales- profesionales, en detrimento, casi siempre, del servicio público responsable y ético que le asiste: exposición y análisis de información inmediata y oportuna sobre hechos y realidades de interés; datos y estadísticas ilustradoras y contrastables para la comprensión de los fenómenos; productos investigativos profundos de sucesos sensibles y nocivos para el desarrollo socioeconómico y cultural del país que activen la crítica necesaria; relatos situados y bien documentados, tanto de agendas nobles e inclusivas, como polémicas y resilientes que consoliden el sentido de pertenencia; ensayos reflexivos con estética y emotividad que acrisolen la identidad nacional.
En definitiva, “narraciones de gesta y de parábola que la sociedad necesita como aliento para su espíritu, a la vez que estímulo para su conciencia y mediación para su comportamiento” al decir del profesor e investigador español Manuel Martín Serrano (2011).
El tercero, un desempeño profesional, organizacional e individual, mediado por la multimedialidad y transmedialidad de los canales, medios y formas expresivas producidos por la condición integradora de las herramientas digitales.
Este reto más, que tecnológico per se, resulta cultural. En tanto, se producen cambios en la matriz de las percepciones y acciones a ejecutar e incorporar en la experiencia individual y colectiva de los trabajadores de la prensa y la información periodística, mediante la práctica cotidiana de los nuevos saberes – haceres, y su respectiva socialización a través de la interacción comunicativa laboral.
El desarrollo vertiginoso y disruptivo de las tecnologías de la información y de la comunicación y su compleja y estrecha interrelación como soportes- canales- lenguajes expresivos formales, suma el correlato que los cambios imponen los modos de hacer, tanto individual- colectivo, como organizacional- institucional- mediático.
Se debe observar y asumir este desafío, entonces, en dos dimensiones: la individual- colectiva y la organizacional- empresarial que van desde los saberes y haceres técnicos[2] y tecnológicos[3] , hasta la estructuración y funcionamiento organizacional de los medios en general, y particularmente lo referido a la producción de información periodística escrita, sonora, grafica, visual, audiovisual y digital[4] .
Este no resulta solo un desafío para el quehacer periodístico cubano. El aspecto organizacional- empresarial mediático y su viabilidad económica es considerado por la UNESCO (2022) como uno de los retos que enfrenta “el periodismo como bien común”.
La dimensión individual- colectiva está más centrada en las y los periodistas como individualidades y colectividades de trabajo que deben desarrollar rutinas productivas planificadas, provechosas y sistematizadas.
No por ello, menos audaces y transgresoras, generadoras de buenas prácticas, en tanto trabajo en equipos multidisciplinarios: periodistas, fotógrafos, editores, correctores, realizadores técnicos, diseñadores audiovisuales y gráficos, productores, asistentes, programadores y una amplia lista de oficios y profesiones provenientes de disimiles disciplinas y especialidades que exigen un diálogo permanente entre ellas. A la vez, buenas prácticas que aporten como resultado, productos periodísticos de calidad y representatividad según la agenda que tratan, el género y canal que les dan formato, y el medio que le distribuye.
Este reto corre el riesgo de invisibilizarse y caminar hacia el peligro de la individualidad a partir de la existencia de las tecnologías, medios y servicios que facilitan el trabajo en solitario y a distancia en tanto se posean las habilidades y destrezas para estos desempeños. Sin embargo, con ello se podría lacerar la riqueza cultural que brinda la necesaria socialización que amalgama experiencias y saberes diversos, así como los modos en que estos se construyen individual y colectivamente mediante prácticas laborales que afirmen/nieguen dialécticamente lógicas de producción, ideologías y culturas profesionales.
En esta dimensión también desafían al periodismo cubano actual, las agendas de los públicos denominados receptores que, como actores sociales, del mismo modo viven los cambios tecnológicos, sus bondades y maldades; cuyo uso de los medios y las informaciones han tenido variaciones; a saber: pérdida de confianza en los medios y los periodistas; disminución sostenida de las audiencias, o sea menos personas consumiendo contenidos; y una evasión consciente de las noticias cada vez mayor, según estudios realizados por Reuters Institute de la Universidad de Oxford (2022).
Igualmente hay que encarar con creatividad, novedad, estética y frescura a los modos de hacer, informar, decir, narrar que son válidos al ser muy propios, pero que no pueden olvidar las políticas editoriales del medio en cuestión, máxime en los tiempos que corren donde se impone un posicionamiento capaz de hacer converger en el mismo espacio: texto, imagen, sonido, video, animación, a la vez que conectar con realidades externas mediáticas tradicionales o no que propician el protagonismo de las audiencias en la construcción de las realidades en el espacio físico y el virtual.
En este sentido y -a reserva del actuar de los algoritmos y los “curadores de contenidos”/ “censores” que trabajan en las grandes plataformas en internet- se habla del desarrollo creativo y estético de las historias contadas, el periodismo de datos, el periodismo analítico, el periodismo de investigación, el periodismo de servicio público, el periodismo de soluciones o constructivo, que además de la crítica a los problemas de los ciudadanos aporta propuestas y soluciones con una narrativa de empoderamiento y esperanza, sobre el que José Martí (1875) refiriera
“Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir, tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado, no encarnizarlos con un alarde de adhesión tal vez extemporánea, tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles”.
En síntesis, acompañar y responder a sus públicos en aras de conectar y re- conectar con ellos como su razón de ser social y fuente legitima de sustento económico.
Dos conceptos son centrales en la actualidad mediática en general, y periodística en particular: propiciar la participación ciudadana y mostrar el compromiso (engagement) con sus necesidades e inquietudes. No hacerlo es dejar un vacío que otras formas de comunicación captarán, que no son, ni serán tan responsables, ni de bien común.
La dimensión organizacional- empresarial está enfocada en los medios como entidades institucionales.
En ella radican las problemáticas estructurales, organizativas y de gestión que reclaman conocimientos, capacidades, competencias, dinamismo, innovación, creatividad, liderazgo humano y profesional para el logro del trabajo que exigen los tiempos que corren y las nuevas formas organizativas mediáticas: los multimedios, cuya novedad en el presente la aporta el soporte en internet donde conviven diversos medios, bien tradicionales atemperados, bien emergentes que solo existen en el escenario digital en coexistencia y/o convergencia con perfiles diferenciados, y en búsqueda y experimentación de modos de gestión impulsores de nuevas formas y dinámicas de hacer que incluyen la sostenibilidad económica sin que finanzas de terceros los haga dependientes luego en cuanto a intereses temáticos, tecnológicos y estéticos.
En esta dimensión constituyen retos para el periodismo en la Cuba actual las dificultades económicas por las que atraviesa el país financiera y materialmente; la pobre cultura económica que tiene el sector, en tanto manejo microeconómico de partidas presupuestarias, la contabilidad, los ingresos, los costos, los gastos, las inversiones, los salarios, los impuestos; la insuficiente preparación en métodos y estilos de dirección organizacional de medios- empresas- industrias culturales y creativas; debilidades en las competencias para la gestión por parte de directivos en varios niveles de mandato, coordinación, delegación de funciones y tareas; y las lógicas resistencias al cambio en las rutinas de trabajo que tienen tanto los profesionales como sus directivos.
El cuarto y último, el estudio, la investigación y la innovación constantes toda vez que los grandes cambios introducidos por las tecnologías de la información y la comunicación han traído nuevas maneras de pensar, hacer y expresar. Es indiscutible la multiplicidad de símbolos y de información, de lenguajes y de escrituras que constantemente se están produciendo a partir de las interacciones humanas y sociales mediadas por la lógica de las redes computacionales alimentadas con los resultados científicos proveniente de las neurociencias, las nanotecnologías, la ciencia de los datos y la información, la inteligencia artificial, la computación en la nube, las cadenas de bloque, la realidad aumentada, la realidad virtual, la robótica, entre las más destacadas.
Ello está exigiendo un conjunto de habilidades de aprendizaje, indagación y experimentación continuos que no se limitan a los procesos de formación de nuevos periodistas, comunicadores y colaboradores en su accionar. Según colegas de otras universidades del continente “la situación actual señala que lo más necesario de cualquier periodista es su pensamiento crítico y los fundamentos clásicos del buen periodismo. Esto no ha cambiado, ni cambiará. Lo que hay que añadir es aquella formación de carácter más tecnológico y multidisciplinar para poder trabajar en equipo con profesionales de otros ámbitos”.
No menos importante es la aproximación constante a las cuestiones históricas locales, nacionales e internacionales que no solo enriquecen el conocimiento, el razonamiento, la contextualización de los hechos y el vocabulario, sino que permiten acudir a la memoria que enculturaliza, a la vez que hace notar desde donde se viene y hacia donde se puede llegar con algunas certezas; además de hacer resistencia a los olvidos intencionados en los relatos del fin de la historia, estrategia nefasta de la dominación cultural imperialista occidental.
Claves resultan entonces estudios sobre el periodismo, su práctica profesional, ética y sensible; también sobre otras especialidades afines y los potenciales diálogos multi e interdisciplinares; asimismo sobre formación y trabajo en equipos con colaboración y cooperación entre profesionales de diferentes medios, regiones y países; además alrededor del liderazgo; la creación de capacidades para el cambio y la innovación constantes; y las tecnologías.
Las investigaciones deben encaminarse, por una parte, a nuevas e innovadoras maneras de construir las noticias y los relatos con el desarrollo de habilidades en la indagación, el análisis estadístico y cualitativo de datos e información desde las más disimiles fuentes contrastables, incluyendo lo que se constate como cierto en sitios, medios y plataformas en internet. Por la otra, a los públicos, sus rasgos, lógicas de consumo, formas de participación.
Importante apuntar que estos cuatro retos se desdoblan en varios más, como se ha podido observar. Se presentan o manifiestan de manera interdependiente, haciendo exponencial sus efectos, en tanto no se piense y trabaje de manera concertada, cohesionada, colaborativa y estratégica en función de su transformación en oportunidades y fortalezas.
Para ello existe conciencia, voluntad, talento y compromiso, mostrados a lo largo de todo el proceso previo a la celebración del Congreso, pues muy a pesar de las difíciles circunstancias que se viven en el país y el sector, tuvo lugar en todas las provincias donde se analizó, debatió, enriqueció un sentir que ahora resta consensuar para actuar.
[1] Destacado periodista, profesor e investigador cubano
[2] conocimientos, habilidades, destrezas y competencias en su sentido creativo/ comunicativo, y valores formales del periodismo en cuanto a lenguajes, géneros y formatos de los contenidos
[3] conocimientos, habilidades y destrezas en el uso de herramientas informáticas, de servicios de aplicaciones y plataformas para la producción- conexión- distribución- posicionamiento de los contenidos
[4] esta última, inmediata, interactiva, hipertextual, hipermedial
Tomado de Cubadebate