Premios Casa
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Los nuevos Premios Casa

Autores de Venezuela, Colombia, República Dominicana y obviamente de Brasil en el apartado de Lectura de ese país, se llevaron los premios y menciones de la edición 63 del Premio Casa de las Américas, cuyos jurados sesionaron del 24 al 28 de abril.

En Cuento fue premiada la obra Todos somos islas, de Luis Felipe Núñez Mestre, descrita en el acta como «historias que se adentran en zonas tenebrosas de la realidad latinoamericana, con eficacia narrativa, intensidad y ritmo, personajes muy bien perfilados psicológicamente y lenguaje de amplio registro que no evade lo coloquial popular. Por sus páginas desfilan seres enajenados, consumidos por el miedo, pisoteados por las drogas, la violencia, la impunidad, los abusos y prejuicios contra las mujeres, la niñez fracturada, las injusticias cotidianas, y con indudable maestría logra un cuadro estremecedor que incita rabia y a la vez compasión, sin respuestas ni moralejas, ni elucubraciones ontológicas, ni finales predecibles, pero que obligan al lector a reflexionar y, por qué no, a tomar partido».

Recibieron menciones en este género los títulos La noche de la casa, de Esmeralda Torres, de Venezuela y Welcome, señor Kerry, del cubano Emerio Medina Peña.

En Literatura Testimonial los lauros fueron para Después del incendio (Papeles de guerra: Venezuela 2017-2021), de Eduardo Ernesto Viloria Daboín, de Venezuela.

«Se trata, explicó el jurado, de «un volumen cuyo uso del lenguaje moderno es contundente, de manera que lo que parece propio del proceder cinematográfico resulta ser un relato literario poético, duro y emotivo, que ilumina cada una de las escenas. El escenario priorizado es la frontera colombo-venezolana con la actuación de sicarios al servicio de los terratenientes, y a través de estas páginas se hacen evidentes los crímenes y el salvajismo de los abusos en esa porosa frontera. Se trata de un testimonio de alta elocuencia sobre personas y procesos generalmente no visibilizados en la Venezuela actual, en el que resulta evidente la metodología del imperio –que hoy es lugar común– contra los procesos emancipatorios en los países de Nuestra América y aquellos que no se le someten».

En ese apartado también se entregó una mención al volumen Peripecias procelosas y variopintas de un corrector y columnista vasco en la prensa dominicana, de Juan Carlos Campos Sagaseta de Ilurdoz (Koldo), País Vasco-República Dominicana.

El conjunto de cuentos Infância com bicho e pesadelos (e outras histórias), de Cyro de Mattos, recibió el galardón en Literatura brasileña, por ser un libro «que absorbe al lector por sus narraciones poéticas de una inquietante levedad, que cautivan a quien lee, y que revelan un sorprendente dominio del lenguaje. El volumen posee una calidad literaria única que refleja la madurez del autor».

Las obras Mesmo sem saber pra onde, de JR Bellé y Máquina rubro-negra, de Gustavo Castanheira, recibieron menciones en esa categoría.

En la categoría de Estudios sobre la presencia negra en la América y el Caribe contemporáneos recibió el premio La orilla de Caliban: el rastro de la filosofía afrocaribe en el siglo xx, de Roberto Rafael Almanza Hernández, Colombia, del que se destacó su inscripción en «la tradición del pensamiento y la filosofía caribeña, al tiempo que muestra sus conexiones con el pensamiento afrodiaspórico, resaltando las importantes contribuciones de autores y movimientos de la diáspora africana a la producción de “la caribeñidad”.

«De esta forma, actualiza y ensancha los derroteros de Caliban, su resistencia y enfrentamientos con los poderes colonizadores».

La originalidad de la obra, sentenció el jurado, reside en mostrar la particularidad del pensamiento de autores e intelectuales afrocaribeños al tiempo que muestra las profundas conexiones con África, así como con la literatura hegemónica blanco-mestiza del resto del Caribe y del continente».

La chilena María Elena Oliva Oliva recibió una mención por su libro Escribir la afrodescendencia. Debates y trayectorias de la intelectualidad afro en el siglo XX latinoamericano.

Un día antes, Casa de las Américas habría entregado el Premio de Poesía José Lezama Lima, que mereció este año el libro Diario de las revelaciones, del venezolano Gustavo Pereira, «por tratarse de un ambicioso proyecto que desborda géneros y asimila lo poético a formas y expresiones que suelen serle esquivas, y por el feliz modo en que trabaja lo enciclopédico —con un lenguaje que se mueve en los más variados registros— dentro del espacio de la escritura privada».

Por primera vez este año, el Premio Literario Casa de las Américas se celebra en un mes distinto a enero. Pero, y a pesar de las naturales transformaciones que ha tenido que asumir en sus 63 años de existencia, sigue siendo ese lugar de encuentro y debate de los escritores de todo el mundo y en especial de Nuestra América, y sigue cumpliendo la misión de difundir la obra de los escritores galardonados, muchos de los cuales comienzan a ser reconocidos luego de ganar el certamen, comentó el sitio La Ventana.

La posposición del Premio Casa 2023 para el mes de abril, lamentada en algún momento, ha hecho coincidir, además, el cierre de la importante jornada de homenaje por el centenario de Haydee Santamaría, presidenta fundadora de la Casa, y la celebración del que sería el cumpleaños cien de la escritora cubana Fina García Marruz, quien justamente nació un 28 de abril, día que marca también la creación de la Casa en 1959, comentó La Ventana.

Este azar solo nos es útil para vislumbrar la fecunda cercanía entre la poeta y la Casa, en la que distinguimos su honda relación con Roberto Fernández Retamar y su poema a Haydee, «En la muerte de una heroína de la patria», uno de los más conmovedores que le hayan dedicado.

Con información de La Ventana

Foto de portada: Tomada de La Ventana

 

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Redacción Cubaperiodistas
Sitio de la Unión de Periodistas de Cuba

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