El tema Comunicación social: las reglas del juego ocupó el espacio del panel del Último Jueves de la revista Temas, que tuvo como sede a la Unión de Periodistas de Cuba.
En el intercambio, realizado de manera presencial y virtual, participaron como miembros del panel Ana Teresa Badía, profesora titular de la Facultad de Comunicación, de la Universidad de La Habana; Juan Antonio García Borrero, investigador y crítico de cine, del Centro Provincial de Cine, en Camagüey; Jorge Legañoa, periodista y vicepresidente de la UPEC y Javier Gómez Sánchez, realizador audiovisual y decano de la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes (FAMCA).
Varios de los participantes, en la introducción del encuentro, intervinieron sobre el tema a debate. El doctor Alberto Céspedes reflexionó sobre los médicos de familia como comunicadores en el barrio y cómo realizan esa labor como agentes de cambio en la comunidad, para trabajar sobre las determinantes sociales de la salud.
Por su parte, Gisela Arandia, solicitó explorar sobre el papel del periodista desde la perspectiva de una representación sociológica de la sociedad. El periodista puede hacer la noticia, tiene capacidad para colocar temas sobre la mesa. El periodista tiene que saber lo que está sucediendo en la sociedad, por lo que necesita un vínculo con la ciencias sociológicas, pues es un explorador y también transmite esa realidad, tiene que tener capacidades, tener mente abierta, ver el mundo de una manera plena, dijo Arandia.
Rafael Hernández, director de Temas, introdujo a los panelistas, a quienes solicitó reflexionar sobre un tema de alta importancia para la sociedad actual.
Ana Teresa Badía dijo que lo primero es que en la comunicación hay que reescribir muchas teorías, pues ya vivimos en un mundo convergente. Hay que escribir y entender lo que está pasando, la comunicación como un proceso de intercambio entre emisores y receptores.
Lo que pasa en el tema de la comunicación es que aún hay que reescribir muchas teorías, reiteró, y explicó que existen muchos cambios en la comunicación que en pleno siglo XXI no pueden ser sustentados en una teoría. Los receptores, emisores, ahora entendidos como prosumidores, participan en un intercambio constante de roles entre emisores y receptores, en un contexto en el que los medios cada vez son más sociales y de más de comunicación y menos de difusión.
Ya la comunicación y los mensajes no pueden ser masivos, las audiencias no son homogéneas y los públicos y las audiencias cada vez están más segmentados, como mismo están segmentadas las sociedades, afirmó Ana Teresa y añadió que cada vez existen menos líneas divisorias entre los géneros periodísticos, medios de comunicación y la literatura.
Agregó que el diseño de políticas de comunicación descentralizada no puede venir desde arriba, cada medio y cada organización mediática o institución debe diseñar su propia agenda. Esto no ocurre, no existe una construcción proactiva desde el periodismo y desde la comunicación social en tal sentido.
Ana Teresa señaló que la aprobación de la tecnología por parte de los ciudadanos ha superado la mirada de varias teorías e investigaciones y no existen indicadores actualizados para investigar las mediaciones actuales que están configurando las realidades de las personas.
Hay que buscar una correspondencia entre lo que se está representando y lo que se comunica y la realidad que la gente vive, señaló, y añadió que la modernización de las prácticas comunicativas no va a generar cambios si estas únicamente se hacen desde la base tecnológica. Hay que reinventar el discurso de los medios, de los políticos y de la comunicación en Cuba, hay frases gastadas que no motivan ni convocan a nada. Ahí hay un reto fundamental, si no se reinventa el discurso de los medios, el comunicacional y el de los políticos, no vamos a tener el alcance deseado, aseveró Ana Teresa Badía.
Rafael Hernández antes de dar la palabra al siguiente panelista, reflexionó sobre la comunicación que cultive la libertad ciudadana y dijo que se necesitarían políticas y prácticas comunicativas que reconozcan y ejerzan nuevas normas del cambio, nuevos criterios del cambio y comunicación dirigidas a reforzar la educación para el uso inteligente y cultivado de Internet y de los medios digitales en general. Sopesar la transparencia y desestimular la irresponsabilidad. Se trata de cultivar, no de imponer un nuevo consenso, basado en la cultura del diálogo y el debate, en vez de recurrir a mecanismos prohibitorios, unilaterales, que no solo han probado su ineficacia, sino que resultan contraproducentes en muchas ocasiones.
Juan Antonio Borrego comentó, a su turno, que en el tema de la comunicación estamos viviendo épocas diferentes, donde el gran peligro es que nos comunican tantas ideas que al final no está influyendo ninguna.
Uno de nuestros problemas es que en esta era hablamos de la comunicación pero a partir de la incomunicación. Necesitamos en el país políticas públicas que acompañen el desarrollo que estamos percibiendo y que constantemente tenemos quejas con precariedades que tienen que ver con el desarrollo digital.
Sería imprescindible promover una política pública donde seamos capaces, incluso, de hablar de segunda campaña de alfabetización, que en este caso sería una alfabetización funcional y tecnológica, pues el solo hecho de tener un teléfono inteligente, de por sí no garantiza la comunicación fecunda.
Por su parte, Javier Gómez Sánchez, al intervenir, habló de la dimensión que ha tomado la comunicación y la necesidad de una legislación, y cuánto ha crecido esta, indudablemente, por la irrupción de los espacios digitales y las redes sociales digitales.
Comentó experiencias de comunicación luego del surgimiento del correo electrónico y las redes sociales, lo cual cambió el escenario y por ende las personas comienzan a tener un poder mayor aun.
Nosotros vivimos en un país donde la industria editorial apenas puede tirar 3000 ejemplares de un libro, pero de pronto alguien poniendo un post más o menos, con cierto éxito, conecta, y tiene miles de veces compartido y leído.
Si la gente se queja en Facebook sobre determinada cosa, es su derecho a hacerlo, siempre y cuando respete la ética que está normada en las leyes. Es de una ingenuidad muy grande pretender legislar los espacios que responden a una diversidad enorme del ejercicio como pueden ser los blogs, Facebook, más allá de lo determinado por una convivencia y el respeto al derecho individual y el derecho colectivo, añadió.
“Lo que si debemos respaldar y comprender es el derecho del ciudadano, que obligue a los funcionarios a la responsabilidad de informar. El día que en Cuba exista el acto de desinformar a la ciudadanía como acto de irresponsabilidad y por lo tanto punible por parte de un funcionario, comenzaremos a ser un país distinto”, dijo Gómez Sánchez.
Sería muy penoso tener una ley que ni respalde el derecho de los ciudadanos ni obligue a los funcionarios, concluyó.
Por su parte, Jorge Legañoa, habló del analfabetismo funcional digital. Se hizo una campaña de alfabetización en los años 60, dijo, sin embargo nos dimos el “desagradable” gusto de ponerle datos e Internet en los celulares a los ciudadanos, cosa que aplaudo, pero no hicimos una campaña de alfabetización mediático informacional, pues cuatro años después estamos viendo cómo avanza la ley de Internet, sin haber preparado un sujeto crítico que pudiera enfrentarse a la realidad de Internet desde una posición crítica.
Y se preguntó si los más de siete millones de personas conectadas a Internet conocen las redes sociales digitales, los algoritmos que están detrás de esas plataformas, si saben qué es una noticia falsa o cómo se puede reconocer, si saben enfrentar una campaña de mentiras y de manipulación. La respuesta es que la mayoría no, por eso hablo de siete millones de analfabetos digitales en Cuba, afirmó el vicepresidente de la UPEC.
Añadió que los ciclos de la comunicación tienen 24 horas y lo que no se resuelva en ese periodo, ni siquiera es una crisis comunicacional de la institución, es que se quedó en el 70 por ciento que nunca verá el desmentido de una noticia.
Las complejidades que tenemos hoy son diversas, dijo, en un país donde muchos creen que saben de comunicación porque tienen un celular en la mano, pero hay mucho voluntarismo y poca estrategia y políticas públicas en este sentido.
Este es el año del aniversario 60 de la UPEC y el XI Congreso de la organización y soñamos que este fuera el año de la comunicación, que fuera el año en que estuviera aprobada la Ley de Comunicación, pues la UPEC está inmersa en un grupo de experimentos para la transformación de la gestión editorial y económica de los medios de comunicación en Cuba.
Sin embargo, la pregunta es, ¿estamos innovando en comunicación o estamos reproduciendo el mismo esquema de comunicación de los años 80, de lemas y consignas, sin revisar nuestros públicos, sin conocer a quién le estamos hablando y si está llegando el mensaje?
Hemos perdido una relativa hegemonía de los medios de comunicación en nuestro país, afirmó Legañoa, pero el desafío es no llegar a perderla completamente en un futuro no muy lejano. Esos son de los grandes retos que tenemos por delante, concluyó.