Palabras en el Acto de entrega de los Premios Nacionales de Periodismo “José Martí” y “Juan Gualberto Gómez”
Cro. Miguel Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República;
Compañeros miembros del Buró Político, demás dirigentes del Partido, el Gobierno, las organizaciones de masas y sociales;
Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Unión de Periodistas de Cuba;
Galardonados con los Premios Nacionales de Periodismo José Martí y Juan Gualberto Gómez;
Delegados al II Coloquio Internacional Patria;
Colegas;
Compañeras y compañeros:
Con la invocación martiana a la verdad y a la unidad como estrategia revolucionaria, hace 131 años nacía el periódico Patria, “a la hora del peligro, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas fueran invencibles por la unión”[1], según las visionarias palabras de su fundador.
Que la prensa cubana asuma este día como patrimonio fundacional sintetiza los principios que la sustentan y el compromiso raigal con los fundamentos de una Cuba independiente, soberana y socialista.
Otros colosales peligros nos acechan hoy, muy diferentes a los de la época de nuestro José Martí, pero no menos desafiantes: una crisis multidimensional que amenaza la existencia no solo de la especie humana, como nos alertara certera y tempranamente Fidel, sino de la propia vida en el planeta.
Pero entre tantos retos descomunales para la humanidad, uno nos atañe especialmente a quienes compartimos esta trinchera de pensamiento y acción: el escamoteo de la razón, el aniquilamiento de la verdad.
Cuando la ciencia y la tecnología han alcanzado cotas supremas, y el conocimiento y la información moldean la época contemporánea, el capital se apropia inescrupulosamente de nuestras conciencias, nuestra subjetividad, nuestra verdad.
Comprender la comunicación y la disputa de sentido como dimensión fundamental de la política en estos tiempos constituye la más imponente batalla para esta legión de gladiadores en que los periodistas ocupan un lugar en la vanguardia.
Por estos días, el intelectual Ignacio Ramonet, en su revelador título La era del conspiracionismo, caracterizaba como una revolución copernicana el que muchos activistas de redes conspiracionistas consideraran, en insólita inversión de la célebre predicción goebbeliana, que una verdad repetida mil veces es probablemente una mentira.
Para Cuba, la guerra comunicacional constituye un componente esencial del estrangulamiento económico, recrudecido vilmente en tiempos de pandemia, que intenta asfixiarnos con el fin monroísta de desaparecernos. Así lo auguró en infame memorando Lester Mallory, un tristemente célebre subsecretario de Estado norteamericano: que la privación de dinero y suministros provoquen desencanto, insatisfacción, hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.
Precisamente, sobre la desinformación, el discurso de odio y el bloqueo digital contra nuestros pueblos se ha profundizado desde ayer en el Coloquio Internacional Patria. Esta segunda edición ha concitado la participación de un destacado grupo de comunicadores, periodistas y activistas, presentes en esta sala, a quienes agradecemos una vez más la incansable solidaridad, y su crucial empeño de concertación en favor de una doctrina y una legítima articulación comunicacional revolucionaria.
Para José Martí: “La verdad tiene un lenguaje sencillo que seduce a la más indiferente voluntad: los oídos se resisten a ella en vano: ella tiene una fuerza secreta que convence, subyuga y conquista”[2].
Pareciera que nuestro Héroe Nacional nos anticipara las claves de la comunicación política con elevado valor ético y estético en la era digital ante la manipulación de sentimientos, sensaciones y sensibilidades.
Nuestra verdad está en las ideas de justicia que defendemos y en la maravillosa obra que edificamos a contracorriente. Para los cubanos “el sueño se hace a mano y sin permiso”, como nos canta el poeta.
Ante la desenfrenada manipulación de conciencias y las poderosas tecnologías de intoxicación, que presagian irreversibles mutaciones en la conducta humana y promueven la desintegración social, se impone organizar mejor nuestras acciones político comunicacionales.
Con ese objetivo se proyectan los cambios en la gestión editorial, tecnológica y económica de nuestros medios de prensa para que puedan desempeñar con mayor autonomía y eficiencia su insustituible función social. De igual manera, se debate y enriquece un promisorio proyecto de Ley de Comunicación Social, para contribuir al diálogo, el debate, la participación popular y el consenso en toda la sociedad.
Por todo ello, el ejercicio periodístico en Cuba en las actuales circunstancias de guerra no convencional requiere de una excelente profesionalidad, fuertes convicciones revolucionarias y una consagración sin límites, principios invaluables para nuestros profesionales de la prensa.
Hoy hemos reconocido a algunos de sus más altos exponentes. Nuestra infinita gratitud a Marina Menéndez, Juvenal Balán, Roberto Ferguson, José Antonio Fulgueiras y Héctor Ochoa, galardonados con el Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida.
Su denodada contribución al periodismo cubano constituye un ejemplo para las actuales y futuras generaciones de profesionales del sector.
De igual manera, quienes han sido acreedores del Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez por la obra del año 2022, demuestran con su talento y compromiso que es posible un desempeño profesional de alta calidad, como demanda nuestro pueblo. Felicidades.
El más entrañable abrazo también al hermano Ghassan Ben Jeddou, destacado periodista, fundador y director general de la cadena de televisión Al Mayadeen, quien ostenta en su pecho la Medalla de la Amistad como testimonio de la admiración del pueblo cubano por su infatigable solidaridad.
Compañeras y compañeros:
La jornada conmemorativa por el Día de la Prensa Cubana tiene en esta ocasión un significado especial: los 60 años de la creación de la Unión de Periodistas de Cuba y el intenso proceso de debate previo al XI Congreso de la organización a realizarse el próximo mes de julio.
Los intercambios sostenidos por los periodistas de todo el país han confirmado lo esbozado en la convocatoria al Congreso sobre la necesidad de una transformación hacia “un modelo renovador de periodismo que honre la creación, a la altura de los enormes desafíos que nos plantea el servicio a un pueblo inteligente e informado”.
En esta fecha de recuento y reflexión sobre cómo contamos nuestra compleja realidad, que impacta también a nuestro sistema de medios públicos, reciban los trabajadores de la prensa revolucionaria el reconocimiento y la admiración por contribuir a narrar con objetividad y encanto nuestros aciertos y yerros, y la proeza callada y humilde de todo un pueblo.
Finalmente, nuestra conmemoración tiene lugar a sólo 12 días de la batalla del 26 de marzo. Otra vez acudiremos a las urnas para elegir a nuestros diputados, como hace 30 años nos convocó el líder histórico de la Revolución, en las difíciles condiciones del denominado período especial en tiempo de paz. Entonces, como ahora, el imperialismo se ensañaba para darnos el tiro de gracia.
Por ser el nuestro un Parlamento en una trinchera, el escenario resulta retador. Votaremos por todos los candidatos porque representan la virtud diversa y heroica de la nación. Votaremos por todos los candidatos porque la unidad nos hace fuertes. Votaremos por todos los candidatos porque Patria, Revolución y Socialismo siguen siendo nuestra trilogía invencible.
Y como el calendario patrio está colmado de páginas memorables y gloriosas, mañana a 145 años de Baraguá, reafirmaremos que la palabra rendición está borrada para siempre en el diccionario de Cuba.
¡Que viva la Patria martiana!
¡Venceremos!
(14 de marzo de 2023, Teatro Hart, Biblioteca Nacional José Martí)
Notas:
[1] José Martí: “Nuestras ideas”. Patria, Nueva York, 14 de marzo de 1892, t. 1, p. 322.
[2] José Martí: “Escenas mexicanas”. Revista Universal. México, 24 de junio de 1875, t. 6, p. 244.