Con toda la autoridad de su periodismo ya casi legendario, Enrique Ojito Linares (se) preguntó en la Asamblea provincial en Sancti Spíritus si acaso llegaremos, no ya a la sesión final del XI Congreso de la UPEC, sino al IX del Partido, con la misma etiqueta del triunfalismo sobre nuestro crédito.
“¿Estamos en la misma situación?”, se planteaba aludiendo a la crítica con que Raúl Castro “sacudió” en su momento la vergüenza de todo el gremio. Íntegro como es, Ojito hablaba desde la autocrítica y contrastaba el magnífico trabajo que su periódico Escambray hizo en torno a la Tarea Ordenamiento, con la desaparición en ese medio del periodismo de profundidad, en particular de los textos referidos a delitos económicos.
Todavía hay en algunos dirigentes, a su juicio, una visión instrumental de la profesión que trastoca en cosas superfluas una idea que él no cesa de reiterar: “La prensa no acompaña, es parte de un sistema”.
Por ese camino surgen distorsiones incomprensibles, como que ciertas entidades de Justicia obliguen a enviar a La Habana, para aprobar o no, una publicación que, en teoría y en justicia, deben decidir los directores de las publicaciones.
¿Caliente la reunión? Ya dije que era Enrique Ojito, pero esa reciedumbre no quedó solo en él. La reportera radial Lisandra Gómez comentó que desde hace 15 años escucha el mismo llamado a transformar la prensa, sin embargo, el insuficiente trabajo en las redes y en las clásicas entradas en vivo –“razón de ser del medio”- y la desatención a las viejas audiencias analógicas le hacen preguntarse qué va a avanzarse realmente en el universo virtual.
“Antes que cualquier proyecto, hay que transformar nuestra dinámica”, afirmó la joven, que señaló además el olvido de investigaciones sobre los medios hechas en la provincia y el trabajo ajeno a la academia.
Cómo, entonces -decía Lisandra-, los jóvenes y sus familias no evadirán la carrera ni se perderán camino a la prueba de aptitud si, además de las desventajas materiales, perciben distancias entre los discursos formales y la realidad y palpan los vacíos de nuestra prensa, sumergida en reuniones y recorridos que lastran su propia credibilidad.
Antes, en plena arrancada de la Asamblea XI Congreso, el veterano periodista Cristóbal Álamo había expuesto el dilema de un gremio marcado por el déficit de profesionales y las consiguientes sobrecarga y baja en la calidad de los que quedan y se ven sometidos -pluriempleo salvador de canastas familiares mediante- a trabajo excesivo, los que llegan y se agotan rápidamente, y los que se reincorporan después de interrumpir su jubilación porque sus tensiones domésticas… no tienen remedio.
“La próxima asamblea pudiéramos hacerla en una Casa de abuelos”, decía Cristóbal con el limpio filo de la ironía, pero también con toda su pertinencia verbal: desde 2018, la membresía espirituana ha disminuido en 16 profesionales, los egresados cada vez regresan menos a la provincia, no se consigue nunca completar las 15 plazas en universidad previstas en la demanda y la edad promedio en el sector está en los 51 años.
Por ello, Cristóbal habló no solo del reconocimiento social, sino que plantó bandera por el respeto social, que no está en un diploma, sino en relaciones y fenómenos más complejos.
Esa idea del respeto social fue defendida también por Elsa Ramos, en la intervención más aguda de la jornada. La reconocida periodista considera que “mediación” es una palabra creada para (no) nombrar la censura y que el problema del relevo no es solo de la prensa, sino de toda la sociedad cubana; en cambio, la gente no lo ve en su prensa.
“El espirituano de a pie cuestiona eso. Cuestiona que haya un juicio sobre Cuba en Londres del que no se habla en Cuba. Al final, la gente no entenderá porque no la hemos preparado”, afirmó.
Elsa fustigó el daño que se hace a nuestras principales autoridades cuando en un mismo espacio cinco noticias se refieren a la misma persona, y cuatro a otra, y así… hasta que los cubanos llegan a sentir que todos vivimos reunidos. Tampoco aprueba -como ya han manifestado colegas de otras provincias- que el liderazgo del país visite los territorios y los reporteros locales queden excluidos de la cobertura.
Preocupaciones de semejante calado manifestó el periodista Raúl García, de Prensa Latina, quien señaló que la provincia pierde su memoria histórica porque se publica poco de temas del pasado y porque otras prácticas no ayudan. “Ahora -expuso- el que visita dice ‘quiero prensa’, o ‘no quiero prensa’ y el hacedor de la noticia, el que la cocina, puede quedar excluido”. Raúl comentó el contraste de que, en la época en que la tecnología debía facilitar el mejor material para la memoria gráfica, esta se pierde por la falta de accesos en cobertura.
Otro experimentado colega, Luis Herrera Yanes, de Escambray, expuso en el encuentro reservas sobre el proyecto de Ley de Comunicación Social, en particular sobre temas de responsabilidad legal que están, o no, cubiertos en su articulado.
A seguidas, tanto Adrián Fonseca Quesada, director del Sistema Informativo de la Televisión Cubana y de su Canal Caribe, como el presidente nacional de la UPEC, Ricardo Ronquillo Bello, explicaron al reportero la naturaleza de un instrumento que anda por su trigésimo tercera versión pero que, por lo visto, requiere más repaso y discusión entre los colegas espirituanos, porque en el auditorio no pocos gestos parecían suscribir las dudas de Luis.
Ronquillo refirió que no es solo una ley de prensa. Incluye la comunicación mediática, pero resulta más abarcadora y está dirigida a resolver los problemas de la comunicación, no a agudizarlos. En particular, el presidente de la UPEC se detuvo en la novedad de que esta herramienta contempla a la prensa entre los mecanismos de rendición de cuenta a la ciudadanía; esto es, como arma de control popular y social de la gestión de las entidades de todo cariz.
“No por gusto -dijo- junto con el sistema de instituciones públicas cubanas se ataca a la prensa, de ahí la importancia de una nueva relación entre ambas para defender, unidas, la Revolución. El nuestro es un sistema de prensa vencedor, que se ha impuesto a la poderosa maquinaria mediática estadounidense y trasnacional; por eso, debe tener el mayor grado de autoridad”, señaló.
La Asamblea XI Congreso de la UPEC en Sancti Spíritus, presidida por Bolivia Tamara Cruz, integrante del Comité Central del Partido y de su Departamento Ideológico, por Ronquillo y por la gobernadora espirituana, Teresita Romero Rodríguez, dejó noticias que no lo fueron tanto y alguna emoción profunda.
Los delegados decidieron con votos la esperable reelección como presidente de la organización de Humberto Concepción Toledo -el más ratificado, en el país, por deseo de sus afiliados: ya son 25 años en el puesto- y propusieron al cercano Congreso de la UPEC una idea que quién dice que haga falta proponerla: que Juan Antonio Borrego tenga, post mortem, ese Premio Nacional de Periodismo José Martí con el que pareció nacer al gremio y a la vida.
Pensando en Juan Antonio inició sus conclusiones el joven Yaniel Hernández García, jefe del Departamento Ideológico del Partido en Sancti Spíritus, quien elogió la calidad del debate y trasmitió un mensaje a la Asamblea de Deivy Pérez Martín, primera secretaria del Partido en Sancti Spíritus, en el cual reconoció que esta fuerza de reporteros pelea siempre en la primera línea de combate porque está formada por cubanos de ¡Patria o muerte!
Foto de portada: Oscar Alfonso Sosa.
Si no comento es porque comparto en todo, y no podía esperar otra cosa de la asamblea de los colegas de nuestra querida Sancti Spíritus, donde se mantiene el olor a buen tabaco, el sabor de la canchánchara y la novedosa tradición de buen periodismo hecho en la Revolución, a lo cual aportó mucho el querido y nunca olvidado colega Juan Antonio Borrego, estandarte de la ética profesional y humana que debe caracterizarnos.