Antonio Guerrero
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AJEHÉROES: Antonio Guerrero (XI)

Cubaperiodistas publica el libro inédito AJEHÉROES: Los héroes cubanos y el ajedrez, el cual consta de 11 capítulos dedicados a héroes cubanos que han tenido relación con el noble juego. El orden en el que aparecen las personalidades es sencillamente cronológico.

                                                                       De cada derrota, como

                                                                       de cada victoria, saco las

                                                                       mejores conclusiones.

                                                                       –Antonio Guerrero

En Miami nació el 16 de octubre de 1958 Antonio Guerrero Rodríguez, hijo de Antonio Guerrero Cancio y Mirta Rodríguez Pérez. La familia regresó a Cuba a los pocos días del triunfo de la Revolución. Se graduó en 1983 como ingeniero en construcción de aeródromos, en la Unión Soviética. Prisionero en Estados Unidos desde 1998, retornó a la Patria el 17 de diciembre de 2014.

Ya en el capítulo precedente, dedicado a Ramón Labañino, explicamos el inicio de las partidas de estos héroes con los alumnos de la Escuela de talentos del Isla. La primera de Antonio Rodríguez es la que sigue:

Blancas: Antonio Guerrero

Negras: Niños talentos del ISLA

 1.e4 e5  2.Cf3 Cc6  3.Ab5 a6  4.Axc6 bxc6  5.0-0 d6  6.d4 exd4 7.Dxd4 c5 8.Dd3 Ae7  9.Te1 Ae6  10.Cc3 Cf6  11.Ag5 0-0  12.Tad1 h6 3.Axf6 Axf6  14.e5 dxe5 15.De3 Db8  16.b3 c4  17.Ce4 Ae7  18.Cxe5 cxb3  19.Cc6 De8  20.Cxe7+ Dxe7 21.cxb3 Da3  22.Td2 Tad8  23.Tde2 Af5  24.Dc5 Dxc5  25.Cxc5 Td6  26.f3 Rh7  27.Te5 Ag6  28.g4 Td2 9.T5e2 Td6  30.Te8 Txe8  31.Txe8 Td5  32.Cxa6 Td1+  33.Rf2 Th1  34.Rg3 Ta1  35.a4 Tg1+  36.Rf2 Tb1  37.Te3 Tc1 38.b4 f5  39.gxf5 Axf5  40.a5 Ac8  41.Cc5 Ta1  42.Te7 y las negras reconocieron la derrota.

La Federación Cubana le confirió el título de Maestro Nacional Honoris Causa  en 2005 y disputó una segunda partida, contra los alumnos más aventajados, la cual resultó más reñida.

Cuando le concedieron a los presos el uso de correo electrónico, Tony tuvo la gentileza de otorgarme uno de los permisos para comunicarme directamente con él. Mediante nuestros mensajes se jugó esa partida, ya que yo trasmitía las movidas entre los contrincantes.

Tony con la profesora Eumelia León y algunos niños.

Al concluir el duelo, me dijo que le gustaría que un maestro lo analizara, para fijar los conceptos de la interesante batalla sobre el tablero. El Maestro Internacional con norma de Gran Maestro José Luis Vilela asumió con agrado el reto y esta es la partida, con sus comentarios:

Blancas: Alumnos del Isla

Negras: Antonio Guerrero

 1.d4 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 Ag7 4.e4 d6 5.Ae2 0–0 6.Cf3 Así queda planteada la Variante Clásica de la Defensa India del Rey. 6…Cbd7 7.0–0 c5

La forma más usual de reacción sobre el centro blanco es mediante 7…e5. No obstante 7…c5 es también válida.  8.Ae3 [8.d5 ganando espacio en el centro es la forma más común de jugar.] 8…Cg4 9.Ac1 cxd4 10.Cxd4 Cgf6 11.Ae3 Ce5 12.f3 a6 13.Dd2 Ce8

 Es preferible continuar el desarrollo de las piezas con 13…Ad7. La posición del caballo negro en “f6” es buena y por ello no es necesario replegarlo. 14.Ah6 Axh6 15.Dxh6 e6

Es mejor jugar de inmediato 15…Db6 tratando de explotar la clavada existente en la diagonal b6-g1. Por ejemplo, una posible variante sería 16.De3 Cc6 17.Cc2 Dxe3+ 18.Cxe3 con un final aproximadamente parejo. 16.Rh1 Db6 17.Dd2 Ad7 18.Tad1 Tc8 19.b3 Cc6 20.Cc2

Ahora la posición de las blancas es preferible porque cuentan con mayor espacio y las negras tienen que preocuparse permanentemente de defender el peón de “d6”. 20…Td8 21.Ce3 f6 22.f4 Ac8 23.Ca4 Dc7 24.f5

El principal objetivo de las blancas con esta jugada es que el peón negro de “e6” no pueda continuar defendiendo la casilla “d5”. 24…exf5 25.exf5

La posición de los peones es más favorable para las blancas que anteriormente. 25…Df7 26.Ag4 g5 27.Cb6 Dc7 28.Cxc8 Txc8 29.Cd5 Df7 30.Af3 Ce5 31.Ae4 Rh8 32.De2 h6 33.Ce3 Tc7 34.Ad5 Dh7 35.Ae6 Tc6 36.Cg4 Cxg4 37.Dxg4 Tc7 38.Td2 Te7 39.Tfd1 Tc7 40.Dd4

Favorable la posición para las blancas, debido a la fuerza del alfil en “e6” y la mejor colocación de los peones. No obstante, para intentar romper la posición defensiva de las negras sería necesario maniobrar aún mucho y con precisión. ½–½

Entrevista desde la cárcel

Como sucedió con Ramón, en octubre de 2004 Antonio Guerrero me envió desde prisión estas respuestas:

No puedo precisar a qué edad moví el primer peón, con conciencia de sus funciones. En mi hogar, mi padre era pelotero y dirigente en su fábrica, mi madre era la mejor ama de casa del mundo, mi hermana era una estudiante ejemplar y una joven comunista de primera línea, mi abuela era el motor impulso de cualquier iniciativa, un genio para la creación; pero lo cierto es que nadie jugaba ajedrez.

 

Fueron dos cosas las que me encaminaron hacia el tablero de las 64 casillas: un tío mío, que vivía al fondo de la casa y tenía un ajedrez lindísimo con piezas hechas de hueso (mi tío Mingue, nunca prestaba este juego a ninguno de los niños, pero yo sentí una atracción por él tremenda) y un primo panameño que era el Campeón Nacional de su país y que visitaba Cuba para participar en torneos internacionales.

Tony enfrenta a Karpov.

Se jugaba en mi barrio, Santos Suárez, cuando tenía 9 o 10 años y había un muchacho que todos le llamábamos Pepón (al punto que hoy no recuerdo su nombre). Era mayor que yo, quizás unos dos años. Jugábamos todas las tardes cuando yo regresaba de la escuela.

 Teníamos un sistema que nos dio una gran “vista” para las jugadas claves y para no equivocarnos: una vez que alguno de los dos hacía un movimiento errado le dábamos la partida al que tenía ventaja y comenzábamos una nueva, es decir, cuando uno sacaba ventaja evidente de una pieza, ya automáticamente era el ganador. Así jugábamos un número grande de partidas y siempre intentábamos no equivocarnos o al menos no cometer el mismo error. Nadie nos dijo que lo hiciéramos así, fue una iniciativa nuestra.

En medio de aquel período de aprendizaje, fue inolvidable el día en que le hice tablas a mi tío Mingue, jugando con su “intocable” juego de ajedrez. Eso fue un acontecimiento en la casa, que al menos yo no he olvidado, ni el orgullo que mi abuela Fina sintió por mi logro.

El primer “torneo” que recuerdo participé fue organizado por mi tío, con la participación del vecino de al lado de la casa, de mi primo Chicho, su papá, que es mi tío Mingue, y yo. Se jugó a dos partidas, todos contra todos, para que cada cual pudiera tener las blancas y las negras y el resultado fue que lo gané sin perder ninguna partida.

Comencé a tomar en serio el ajedrez y tendría 11 años cuando mi padre me regaló el primer juego, que era un pequeño tablero de madera que se cerraba como un estuche y dentro se ponían las fichas, tenía incluso una felpa adentro la caja que hacía el tablero.

A los 12 años de edad, cuando era mi último año de “Los Reyes Magos”, decidí firmemente cambiar mi “juguete básico”, por un juego de ajedrez plástico, que en ese año se comenzaba a fabricar en Cuba y era toda una sensación entre los jugadores por el tamaño de sus piezas.

Debía tener 13 o 14 años cuando participé en los concursos que auspiciaba la Televisión Nacional, en un programa ajedrecístico que se llamaba “Por el mundo de los trebejos”. A los televidentes les ponían tres problemas de finales de partidas y el que primero contestara correctamente se ganaba un jugo de ajedrez (por cierto ya era de esos juegos plásticos que se hicieron tan famosos).

En una ocasión me gané el premio. El conductor del programa era Diego Méndez, vecino de mi cuadra. Yo no participé en el programa porque estaba ese día en mi beca. y Diego lo anunció y lo trajo.

En Santos Suárez había un Círculo de ajedrez, ubicado en la calle San Leonardo. Allí participé en mi primer torneo con reloj y anotando las partidas. Iba bien en la etapa clasificatoria hasta que un día llegue muy temprano y allí estaba el considerado como mejor jugador. Decidimos, para hacer tiempo, jugar una partida, que gané, y resulta que sin saberlo, ese día nos tocó enfrentarnos. Cuando disputamos la oficial, él me ganó y a partir de ahí cedí terreno y no pude quedar entre los primeros.

Cuando ingresé en la Escuela Vocacional de Vento, cursando el 9no. grado, traía de mi barrio una buena preparación en el ajedrez, pero al poco tiempo acaparó mi atención el fútbol, pasando a integrar un buen equipo que tenía nuestra escuela.

Una vez en Kiev, durante mis estudios superiores, se organizó un torneo con todos los estudiantes cubanos de la ciudad. Llegué a jugar la final con el que era considerado el mejor jugador. Hicimos tres tablas y al final tuvo que decidirse compartir el primer lugar entre los dos.

A pocos meses de llegar a Kiev, hice relación con una muchacha ucraniana, de una ciudad pequeña llamada Jemilniskii. Ella me invitó a su casa. Apenas yo hablaba el ruso. Su padre era militar y le gustaba mucho el ajedrez. Comenzamos a jugar por las noches y lo cierto es que su nivel de juego estaba por debajo. Me sentí apenado ante tanta hospitalidad, que no hiciera ni tablas, y opté por darle una ventaja material para con ello equilibrar el juego, sin que se él se diera cuenta de mi artimaña para hacerlo sentir bien y su hija y yo disfrutábamos de verlo contento con sus logros. Era un juego amistoso, como debe ser la propia vida.

En una ocasión cuando los visité, resultó que me estaba esperando con un juego de “ajedrez”  que tenía un tablero mayor y al que se le agregaban otras piezas con movimientos específicos, distintos al ajedrez original. No sé de dónde sacó ese juego. Me dio las explicaciones y estaba convencido que me ganaría, pero resultó lo contrario y creo que terminamos jugando el ajedrez con el que me hacía tablas.

A Kiev viajó conmigo un pequeño juego de ajedrez que aún conservo. Es de fabricación japonesa y en el año 1970 ese juego me lo regaló el primo mío que fue Campeón Nacional de Ajedrez de Panamá. Es un juego con tablero metálico y las fichas tienen imán en la base por lo que se utiliza para jugar durante una travesía en avión o en tren. No pocas veces ese juego me sirvió para consumir largas horas en  mis viajes.

René González confeccionó un juego en la prisión.

Previo a mi brutal e injusto arresto en 1998 junto a mis hermanos, solo recuerdo haber jugado con el hermano de Maggie, cuando éste nos venía a visitar a Key West. Mi nivel de juego había bajado al punto que no pude ganarle nunca. Compré en una ocasión un programa llamado “CHESSMASTER” con el cual intenté autodidactamente superarme en el juego, pero poco lo pude explorar.

Una vez en prisión, en las crueles condiciones del hueco, a las que fuimos sometidos por 17 meses, nos las ingeniamos para fabricar unos “juegos de ajedrez”. El tablero era del tamaño de una hoja de papel y las fichas eran pedacitos de cartón en las que con lápiz poníamos a que pieza correspondía cada una. Así jugábamos, gritándonos a través de la rendija de la puerta las jugadas… La mejor etapa fue cuando la genialidad y la paciencia de René crearon lo que sería, si lo hubiéramos podido conservar, uno de los ajedreces más originales que se pudieran conocer; las piezas fueron hechas de cartón sin una tijera y sin goma de pegar… Éramos Ramón y yo los rivales más fuertes, aunque todos jugábamos y opinábamos.

Cuando salimos del “hueco” y llegamos a reunirnos en una Unidad se incrementó el juego de ajedrez, sobre todo con Ramón que es incansable para jugar. Ocasionalmente se organizan torneos entre los presos, eran fuertes porque había un premio y en varios de ellos pude quedar campeón.

Un día apareció un cubano que era prácticamente imbatible en el ajedrez. Comentó que había tomado lecciones en el Club de Infanta, que bien conozco. Solo en una ocasión tenía yo la victoria en mis manos y la dejé escapar, el resto fueron claras victorias suyas.

Ramón y yo jugábamos hasta en las celdas de espera durante el juicio, fabricando un tablero con la cajita en donde nos daban el almuerzo y las fichas con el cartón del recipiente en el que venía el jugo; era casi increíble que en esas condiciones pudiéramos jugar. Ni que decir de las “comisiones de embullo” que integraban Gerardo, Fernando y René. Así que el ajedrez formó parte de nuestra entereza y de nuestro optimismo, en las horas más difíciles y en las horas más injustas. Fue en Atlanta en donde por último pude jugar con Ramón con otro juego improvisado.

Llegando a la Penitenciaría de Florence me di cuenta que aquí se juega ajedrez todos los días y traté de incorporarlo a mi rutina, pero resultó que los mejores jugadores lo hacen apostando algo y yo por principio no compito en ningún juego de apuesta. No obstante algunos se decidieron a jugar conmigo y vino el problema de que yo me demoro mucho para cada movida, y con ese pretexto no quisieron entablar encuentros conmigo.

Es cierto que yo prefiero una partida de dos horas que una de 15 minutos, en la que se cometen errores por allá y por acá. Las enseñanzas que recibí de mi juego con Pepón las sigo aplicando. Si juego rápido me equivoco, por la simple razón de que juego poco, sin embargo, cuando pienso cada jugada mi probabilidad de vencer es grande, sobre todo en este nivel de juego.

Anuncio de su primera partida pública

¿Sobre mi estilo de juego? Soy amante de iniciar siempre con e4. Mi juego es pura intuición, aunque tengo varios principios que siempre cumplo (si me dejan): dominar el centro del tablero; desarrollar las piezas tempranamente; no sacar la dama con antelación y tomar la iniciativa del ataque. Me gusta tratar de quedar al final con un caballo y dejar al contrario con un alfil, casi siempre es clave del triunfo…

De cada derrota como de cada victoria, saco las mejores conclusiones, que son el tratar de superarme más para la próxima. Siempre se puede ganar, aún en lo que aparenta ser una “derrota” o de hecho lo es, porque todo en definitiva es una experiencia para crecer.

¿Quién es el primo campeón panameño?

Su nombre es Francisco Pérez Arauz y tiene el récord de ser más veces campeón nacional de Panamá, con 11 de forma consecutiva  entre 1958 y 1971.

El equipo panameño a la Olimpíada de La Habana 1966 estuvo integrado solo por los cuatro regulares, de modo que tuvieron que jugar todas las partidas. Lo integraron: 1- Francisco Pérez (capitán), 2- Juan Ramón Martínez, 3- Carlos Vander Jans y 4-  Nariño Riverí.

El primo panameño.

Compitieron en el Grupo Preliminar 7, que concluyó en este orden: Hungría 23 ½, Cuba 21, Holanda 20 ½, Bélgica 14 ½, Venezuela 12 ½, Túnez 11 ½, Panamá 6 ½ y Líbano 2. Se desempeñó entonces en la Final D, para discutir los lugares del 43 al 52. Quedó definitivamente en el puesto 49, entre los 52 equipos.

Francisco Pérez fue el mejor de los primeros tableros en el Grupo D, con 5 ½ puntos de 9. En la preliminar hizo 1½ de 7. Total: 8 de 16, para 50%. Como primer tablero recibió preciado regalo de Fidel, una mesa olímpica y un juego imitación de Staunton.

Estando en la Olimpíada, Francisco Pérez tenía 29 años e hizo esta declaración a la Revista Cuba: Los latinoamericanos tenemos fama de desorganizados. Esto es puro cuento y la Olimpiada cubana lo demuestra. Lo que más me ha impresionado es la afición del pueblo por el ajedrez, el amor que siente el  pueblo por el ajedrez. Mi padre es cubano. Salió de la Isla en la época de Machado. Cuando yo llegue le voy a decir que lo mejor que hay es Cuba.

También participó el primo de Tony Guerrero en dos campeonatos Panamericanos entre nosotros, el III ganado por Silvino García en 1968 y el IV ganado por Eleazar Jiménez en 1970. Tony recuerda que en este último lo llevaba al Habana Libre. En ambas lides el ajedrecista panameño tuvo el idéntico resultado de 3 victorias, 3 tablas y 11 derrotas, para 4,5 puntos de 17.

Lo mejor para él en 1968 fue entablar con el campeón, Silvino García, y en 1970 derrotar al argentino Carlos Heleodoro Juárez, cuarto lugar.

Ajedrez hacia la luz

Cuando entrevisté a Anatoli Karpov, me dijo:”Como filatelista no soy campeón mundial, pero sí Gran Maestro”. Antonio Guerrero, quien por cierto jugó una partida con Karpov, es también un gran amante de la filatelia, y entre otras cosas, es poeta y dibujante excepcional.

Tony, Bayolo, Ramón y el GM Reinaldo Vera.

De retorno a la Patria escribió el libro Ajedrez hacia la luz y lo ilustró con acuarelas que pintó durante los últimos meses en prisión, además de algunas fotos. Fue publicado por ediciones El Lugareño, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, y presentado en esa ciudad el 23 de febrero de 2017.

Tal libro, dedicado a Fidel y al Che, reproduce textos intercambiados con Silvio García, Jesús G. Bayolo, Lázaro Bueno, Leinier Domínguez y Lázaro Bruzón. En el prólogo expresa que la idea de ese libro se la sugerimos el Maestro Internacional Lázaro Bueno y este redactor.

Recuerdo que Tony tenía un fuerte rival en la prisión que se autotilulaba “Gran Maestro”. Una vez que ya disponía de correo electrónico, se comunicó con compatriotas ajedrecistas para analizar las aperturas y defensas que empleaba. Silvino le ofreció lo que pudiéramos llamar conferencias electrónicas y el Guerrero que es Antonio dio un salto de calidad en su ya fuerte nivel de juego, que le permitió derrotar al un tanto arrogante rival.

Nota: los próximos dos capítulos estarán dedicados a los mártires cubanos del ajedrez.

(Foto de portada: Antonio Guerrero y Vivian Ramón)

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Jesús G. Bayolo
Es periodista e historiador del ajedrez, toda una autoridad del tema en Cuba.

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