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Navidad y año nuevo

Creer o no creer / Agradecer y agradecer

Como no podré corresponder ni trasmitir gratitud a todas las personas que me felicitan, ni felicitar a cuantas quisiera, escribo estas líneas insuficientes. Lo hago sin el menor ánimo de originalidad, pero sí con el deseo de que lleguen a los seres humanos aludidos, e incluso —ojalá fuera posible— a todos, aun cuando no sepa de su existencia, y acaso ni logre imaginarla.

Crecí en una familia de muy difusa religiosidad, que celebraba la Noche Buena como un acto de comunión familiar más que cualquier otra cosa, y no para complacer a iglesia alguna, ni a ningún Santo Padre. Personalmente no soy en especial navideño y, aun siendo ateo, he sentido pena por Jesús ante la comercialización de esa festividad, sobre todo cuando la he vivido en ciudades capitalistas, donde tal comercialización es grosera. Como he sentido pena también ante la opulencia del Vaticano.

Pero la celebración navideña —que, como hecho religioso, está lejos de ser lo universal que se pretende— tiene raíces que apuntan a muchos orígenes y motivos, naturales incluso, y se ha convertido también en una manera de confraternización (y consorización, con el perdón de puristas a quienes el vocablo pudiera molestar). Un contexto para desear felicidad a los demás seres humanos, algo en sí mismo esencialmente bueno, aunque en la realidad mundial pueda tener un toque involuntario de sarcasmo. Para no abundar en ejemplos, basta saber lo que, mientras se celebra la navidad, está sufriendo el pueblo que desde hace décadas es martirizado —en medio de la indiferencia o de insuficiente solidaridad, cuando no de un terrible silencio cómplice— en la tierra donde nació Jesús.

No obstante, la buena voluntad de felicitar merece conservar su espacio —su pasión, si se quiere—, pese a lo tenebroso que se muestra el presente y se anuncia el futuro. La buena voluntad ha de alimentar fuerzas y deseos para cambiar ese contexto, y alcanzar una vida decorosa en el planeta.

Para el pueblo cubano, con logros que salvar y agobios y desafíos que vencer —empezando, entre estos últimos, por un bloqueo criminal que propicia tantas calamidades—, el cambio de año trae también el incentivo de coincidir con otro aniversario del triunfo de su Revolución.

Con esas ideas y esas preocupaciones en mente, deseo lo mejor a quienes conozco y a quienes no conozco. En cuanto a nuestros enemigos, empecinados en asfixiarnos, lo único que les deseo y que a ellos —y a ellas— podría parecerles mal, es que dejen de ser encarnaciones diabólicas, y no solo en el furor comercializado de las celebraciones navideñas y de recibimiento de un nuevo año. A quienes me han expresado o me expresen buenos votos de felicidad para mí y mi gente, y para mi pueblo, ¡gracias, muchas gracias!

La Habana, víspera de la Noche Buena de 2022

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Luis Toledo Sande
Escritor, investigador y periodista cubano. Doctor en Ciencias Filológicas por la Universidad de La Habana. Autor de varios libros de distintos géneros. Ha ejercido la docencia universitaria y ha sido director del Centro de Estudios Martianos y subdirector de la revista Casa de las Américas. En la diplomacia se ha desempeñado como consejero cultural de la Embajada de Cuba en España. Entre otros reconocimientos ha recibido la Distinción Por la Cultura Nacional y el Premio de la Crítica de Ciencias Sociales, este último por su libro Cesto de llamas. Biografía de José Martí. (Velasco, Holguín, 1950).

2 thoughts on “Navidad y año nuevo

  1. Gracias Luis por ésta excelente reflexión. Realmente la navidad no es para mi pues soy ateo y además, su celebración se ha convertido en un gran negocio en el mundo, que a muchísimos buenos amigos en paises capitalistas -y no sólo- los tiene ahora mismo Hasta la Coronilla!!!
    A ti, a tu familia y a los buenos cubanos les deseo un Feliz Nuevo Aniversario del Triunfo de la Revolucion y todo LO MEJOR para el 2023!!! FELICIDADES!!!

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