Informe de trabajo 2018-2022 de la delegación de base de la editora Vanguardia
Resumir cinco años de trabajo podría parecer fácil, quizás hubiera sido una tarea simple, rutinaria, en otro lustro cualquiera, pero no en este. En este tiempo pudimos ver desiertas las calles de las principales urbes del mundo: París, Nueva York, Roma… Somos los sobrevivientes a una pandemia que todavía no termina y los soldados de una guerra cultural que se diputa sobre todo en la otra geografía: la de internet.
Las metas que nos impusimos en el año 2018, ahora parecen una saya corta, o un vestido al estilo del icónico conjunto blanco de Marilyn Monroe, ese que dejaba ver sus partes mientras arrasaba el aire de la alcantarilla.
Sin embargo, en la marcha nos hemos crecido y aunque este, nuestro pequeño círculo de colegas y amigos, no es el mejor de los mundos posibles, parafraseando el texto de Voltaire, cuando miramos las hazañas que hemos protagonizado, nos explota el orgullo en el pecho.
Durante estos 1825 hemos trabajado enfermos de COVID o Dengue, incluso con una pierna operada y llena de puntos. Hemos estado frente al texto por editar mientras gestamos un embarazo de gemelos o lactamos un bebé, mientras cuidamos a una madre anciana o nos dividimos para hacer miles de cosas a la vez.
Tuvimos que despedir a destiempo a compañeros muy queridos. Le dijimos adiós a Osmaira Consuegra, Manuel de Feria y Mercedes Rodríguez. Por otro lado, nos han nacido unos 5 hijos y ahora somos un colectivo en extremo pequeño que ha tenido que enfrentar retos titánicos.
Estuvimos en hospitales de campaña, en centros de aislamiento, miramos el virus de frente y lo vencimos. Dimos buenas noticias, como la de la campaña de vacunación y otras desgarradoras como la crisis de oxígeno o la ampliación del cementerio.
Ganamos miles de seguidores en redes sociales con informaciones certeras y nunca se apagó nuestra voz en los días de julio de 2021, ni en los momentos más duros de la crisis energética. Estuvimos junto a los que lloran cuando el Saratoga y el incendio del supertanquero, hemos estado al lado de los que lo perdieron todo en Pinar del Río. Nosotros militamos en el bando del amor, en el fidelísimo bando de quienes dan el pecho por un país mejor y por ello hace rato nos quitamos la casaca del provincialismo. Todo lo que diga Cuba nos compete y ocupa.
Con alegría recibimos la primera edición en color y con mucha seriedad y orgullo celebramos los 60 de un periódico siempre joven. Profunda y multiplataforma fue nuestra cobertura del Código de las Familias y ya le perdimos el miedo a las coberturas en vivo que incluyen página web y redes sociales.
Un buche amargo constituyó despedir, por un tiempo, la edición impresa de nuestro suplemento Melaíto. Sin embargo, asumimos el reto, no como un mazazo paralizante, sino como una oportunidad para explorar nuevos caminos. Por ello, el mejor melao del humor en Cuba, se sigue diseñando y ahora, en formato PDF, llega al ciberespacio, mientras su padre, Vanguardia, abrió un espacio en sus páginas para teñirlo de humor fino e inteligente.
Por otro lado, no nos quedamos de brazos cruzados y llevamos casi un año desarrollando una nueva visualidad para la web que privilegia y potencia el discurso multimedia: podtcast, videos, infografías, galerías constituyen el plato fuerte en una portada flexible y elegante.
Nos queda la gran deuda de poner a orbitar, una vez más, el sitio de Melaíto, regalo que le queremos hacer en cuanto terminemos con el sitio de Vanguardia.
Asumir la multimedialidad y asimilarla desde nuestras rutinas productivas, continúa como un proceso complejo y orgánico que como Upec nos toca conducir y potenciar. Cambiar las culturas es un reto titánico, un proceso que debe nacer de adentro hacia fuera para que logre vestirse de autenticidad.
También nos toca implementar un nuevo modelo de gestión amparados en el nuevo Anteproyecto de Ley de Comunicación que se está gestando. Conocemos nuestras potencialidades, buscamos las experiencias de otras provincias, precisamos asesoramiento legal para implementarlo y esa es nuestra prioridad como medio de comunicación.
Nuestro modelo de gestión debe beber de otros pero parecerse a nosotros, nacer de nosotros, ser fruto del pensamiento colectivo. Apostamos por los servicios, muchos de los cuales brindamos gratis, para comenzar a ingresar dinero y buscamos que este permita mejorar nuestras condiciones de trabajo e incluso se revierta en nuestros salarios.
Este sueño que apenas es un niño que da sus primeros pasos, conllevará el concurso de todos, la participación de todos, las ideas de todos.
Tendremos que aprender en la marcha, pero lo importante es movernos, caminar, avanzar.
Cada día los retos de la prensa son mayores. Vivimos una guerra cultural que tiene como epicentro las redes sociales. Nos toca conquistar a los públicos en las plataformas de sitios de redes sociales. En ese camino hemos articulado un equipo de trabajo pequeño, pero que funciona como un reloj. Logramos producir contenido específico para las redes, las insertamos en los planes editoriales y le damos el tratamiento que merece como uno de los medios de comunicación más influyentes de la contemporaneidad.
Para salir victoriosos de esta colosal batalla que transita entre ceros y unos debemos tener conocimientos, sentido periodístico, ejemplaridad revolucionaria y ética. Estos principios aplican tanto para nuestras redes oficiales las personales. Los periodistas somos líderes de opinión, de ahí la responsabilidad que implica nuestra postura en el espacio físico y virtual.
Por supuesto que nos queda mucho por hacer en la organización. Precisamos dejar de ser morosos en el pago de la cotización, retomar, en la medida de lo posible, la antigua rutina, regresar el bullicio a las redacciones.
Sobre todo, nos toca canalizar el conocimiento, retomar los cursos en la delegación de base, prepararnos y preparar a nuestros colegas para los actuales retos, porque el conocimiento en todo tiempo es poder.
Sin embargo, después de todo lo vivido, de tanta incondicionalidad, esta reunión no solo debe ser el espacio para examinar lo que no ha estado bien, sino el lugar perfecto para agradecerles a todos por la hidalguía de estos años y el momento justo para ajustar las velas y comenzar a andar.