Parece que nada puede arrebatarles su sueño a Emily y Saylis. Acudieron a las pruebas para entrar al Colegio Universitario, estudiar el grado 12 en la Universidad e ingresar a la carrera… y no lo lograron. Entonces, se prepararon con tanto empeño que las pruebas de aptitud no podrán cerrarles las puertas otra vez.
Ahora ya superan los 2.45 metros de altura con Sotomayor en Salamanca, y pelean con el Partido de los Trabajadores por el triunfo de Lula en las elecciones de Brasil. Vibran con las venas abiertas de América Latina y su primera Revolución, en Haití.
Defienden la verdad que ha llevado a Julian Assange a la cárcel. Ven “caer de rodillas a medio mundo bajo el sombrero de Compay”. Y tratan “de detener las palabras del Nobel de Aracataca contra las soledades y los cien años”, como cronicó Reinaldo Cedeño.
Es el fruto de la tenacidad y “la curiosidad por la vida” de la que hablaba Gabriel García Márquez.
De modo que el viernes 16 de septiembre se echaron lecturas, ejercicios y corazón al hombro, y encararon tres exámenes: el primero comprobó conocimientos de cultura general; el segundo buscó creatividad, cohesión en las ideas y claridad en la redacción; el tercero fue una entrevista con docentes y profesionales de la prensa.
En Occidente, salvo en La Habana, se presentaron pocos aspirantes. En cambio, las cifras en provincias como Matanzas, Villa Clara y Guantánamo, resultan más esperanzadoras para nutrir las filas de periodistas graduados de la academia.
De todos modos, desde el primer filtro hasta el tercero, disminuyó el número de quienes finalmente completarán la matrícula de periodismo del próximo curso, junto a los egresados del Colegio Universitario.
En los cursos venideros los que opten por esta carrera habrán de someterse a la prueba mientras cursen el onceno grado, y matricularán el grado 12 en el referido Colegio.
Será esa la única opción de acceder a su sueño para Nanda, de San Antonio de los Baños, y otros que van hasta la casa de un periodista en Artemisa, a mejorar su redacción y aprender de historia y arte, de geografía, deporte, géneros periodísticos y economía, desde Pinar del Río, La Habana, Mayabeque, Bahía Honda, Güira de Melena, Mariel, Bauta…
Clases fuera de la escuela
A veces la vocación es cosa de locos. No todos tenemos una tentadora biblioteca en casa, ni estamos rodeados de amantes de los libros y los diarios, de padres aficionados a teleSur o Rusia Today. La cultura general no puede ser apresada en programas de estudio, y los periódicos no suelen llegar a los estudiantes de preuniversitario.
Más que sus profes de Español-Literatura, deben ser Eduardo Galeano, Cedeño, García Márquez, Manuel González Bello, José Aurelio Paz… quienes les enseñen a jugar con las palabras y el estilo.
Por eso, salen de la escuela y confluyen donde este facilitador de caminos, que los acoge en su casa durante 12 o 15 sábados, a andar y desandar por los senderos de las crónicas y emprender sus primeras entrevistas: a personalidades… e interlocutores aparentemente absurdos, como un bolígrafo, una goma o unos espejuelos.
Asumen el desafío de redactar a partir de títulos tan descabellados como Donbass sobre mi almohada o ¿Cómo matar a un ruiseñor?
El inusual entrenamiento incluye redactar y completar oraciones sin ninguna forma de los verbos ser, estar o tener, y sin un solo que ni palabras categóricas como todos o nadie. Así descubren la riqueza del lenguaje… y piden más. Muchos transforman sus finales predecibles de antes en verdaderas joyas publicables.
Abrigan también las seis preguntas básicas para construir una noticia, el método de la pirámide invertida y hasta los diversos leads. Asimismo, prueban la elección de fuentes para un reportaje y el mejor ángulo para la foto de una cobertura informativa.
En algo sí se parecen estas clases a las del preuniversitario: son totalmente gratis.
Pero no todo son letras. Un vuelo imaginario los traslada en el tiempo por todo el planeta, a los orígenes del conflicto en Palestina, Iraq, Siria, Irlanda del Norte, o lo sucedido en Bosnia Herzegovina, Kosovo, Afganistán, Somalia y Darfur. Un sinfín de curiosidades confirma cuánto de aventura tiene la historia.
Y el viaje ha de tener numerosas escalas, para saber cuanto ha ocurrido en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, incluida la crisis de la fuga de capitales, los movimientos guerrilleros en América Latina, el neoliberalismo y la Operación Cóndor.
Un aula cocina comedor
Pese al singular ambiente de bombas y crónicas, esta aula no huele a libros ni papeles. Es una meseta con ollas lo que la rodea. Desde luego, allí se cuece el conocimiento, la invitación a devorar cientos de páginas de la literatura universal y cubana, o películas de Titón y Chaplin.
En esa cocina comedor, la mesa queda servida con la evolución de la pintura y la escultura, desde los clásicos griegos de la antigüedad hasta las obras de Fabelo y Ernesto García Peña.
De postre quedan los sistemas electorales de Cuba y Estados Unidos, la actualización del modelo económico cubano, teatro, ballet, trova y música tradicional.
Desafortunadamente, a algunos no les alcanza con tales platos, y han tenido que construirse un sueño nuevo: el de formarse como excelentes abogados, fiscales o jueces; amar la Historia, los idiomas o la Sociología; abrazar la Licenciatura en Ciencias de la Información, la Filología, la Comunicación Audiovisual…
En cambio, otros muchos han cumplido su sueño: imparten clases en la propia Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana o trabajan en Granma, Juventud Rebelde, Cubadebate, Radio Rebelde, Prensa Latina, el Sistema Informativo de la Televisión Cubana, La Pupila Asombrada, el artemiseño y Radio Artemisa.
Actualmente, decenas de estos jóvenes cursan la carrera en la Facultad. Si, como escribió García Márquez, el periodismo es el mejor oficio del mundo, entonces Emily, Saylis, Nanda y muchos otros, van resueltamente tras el sueño más bonito del mundo.
(Tomado de Cubadebate)