Tal es el caso de la emigración cubana radicada en ese país, no homogénea en sus puntos de vista, diversa en su composición y criterios respecto a la necesidad de eliminar el bloqueo y avanzar hacia una política de paz.
Con estos criterios se desarrolló un interesante diálogo en la sede de la Unión de Periodistas de Cuba en Holguín, que acogió con mucho agrado la visita del periodista Andrés Gómez, Coordinador Nacional de la Brigada de Solidaridad con Cuba Antonio Maceo, institución que se acerca a su treinta y nueve aniversario, y Director de la Revista Areito, publicación del sector más radical de la emigración cubana radicada en los Estados Unidos.
Inició el diálogo Andrés con una pregunta, ¿cómo deben ser llamados los cubanos que vivimos en los Estados Unidos, cubanos, cubano-americano, emigrados o norteamericanos? A continuación hizo silencio y sus ojos recorrieron lentamente la Casa de la Prensa, se detuvieron nuevamente en el cuadro de José Martí que había llamado su atención al llegar, después, en la Bandera, en el Escudo, y llenando sus pulmones de aire, como quien aspira en un solo soplo todo el olor de la vida afirmó: sencillamente cubano, las otras definiciones entrañan un sentido de discriminación creado por el propio sistema estadounidense.
Ser cubano y sentirme como tal, me llevó a entender la necesidad de enfrentarme a los que históricamente han negado la existencia de la Nación cubana. A partir de ese imperativo cultural surgió la Brigada, la Revista Areíto, y todas las demás organizaciones de solidaridad con la Patria. Entendimos de manera brutal, que no solo era una confrontación cultural, sino ideológica, cuando nos asesinaron al más preparado políticamente de todos nosotros, el querido Carlos Muñiz Varela, de apenas veinticinco años, cuando fuimos amenazados de muerte, o agredidos por los sectores más reaccionarios; y lo dolorosamente triste es que los asesinos de Carlos, nunca, a pesar de ser conocidos, han sido procesados por la justicia, y todo el mecanismo de terror existe, para recordar que la muerte es posible.
Este clandestino de la solidaridad, salió de Cuba con apenas trece años, habla, como diría Guillen no en inglés, sino en español, en buen cubano, sentencia Félix Hernández Presidente de la UPEC en Holguín, no admite que le atribuyan méritos o los reclama por tan larga y difícil contienda librada, desde el estado de la Florida, residencia de aproximadamente el setenta y cinco por ciento de los cubanos que viven en los EEUU, y en especial, el condado de Miami, donde se ubica casi el setenta por ciento de ese total.
La tesis de borrar la historia y construir una nueva relación, argumenta Andrés, de olvidar a los que perdieron la vida, de no reconocer que el medio siglo de enfrentamiento y guerra contra la nación, de esa intención de eliminar al país, no solo afectó a los residentes aquí, sino que los de allá, también han sido víctimas y despojados, por miedo, temor, incomprensión, en primera instancia, de su derecho a defender las raíces que te identifican como pueblo, no puede aceptarse; estaríamos en cierto sentido, actuando como dominados y no como vencedores de la justicia.
En la actualidad la emigración cubana, tiene un fundamento económico determinante, eso modifica la visión de los primeros años, no obstante, se corre igual peligro, es necesario que esos nuevos emigrados, sientan la necesidad de la vinculación con la nación como espiritualidad.
Si predomina en ellos, la idea de que llegaron allí, independientemente de la vía utilizada, para mejorar sus condiciones de vida, sin reconocer, que la visa a la mejor vida les está siendo otorgada por los mismos que bloquean a su país, entonces serán emigrados y habrán perdido para siempre la condición de cubanos.
Estas razones, la historia de nuestras convicciones reafirman la definición de las posiciones de la Brigada como radicales, defendemos ahora, como lo hicimos antes a la nación, la integridad y el derecho de ser reconocido como cubano independientemente del lugar donde vivas.
Si el proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y EEUU, avanza, como lo deseamos todos, bajo el respeto a la soberanía nacional, a la cultura, a nuestras convicciones, tendremos muchas razones para defender el derecho a ser identificados como el grupo más radical de la emigración cubana en los Estados Unidos, por haber defendido estos principios en las condiciones mas adversas, podremos disfrutar la victoria; podremos contar a las generaciones futuras que los emigrados cubanos nunca abandonaron su tierra; si por el contrario, se impusieran nuevas fuerzas que nieguen o entorpezcan el proceso, entonces ser los más radicales nos reafirmaría en la continuidad de la lucha.