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Enamorado del croto del jardín, salir del closet y un código

–“Con trece años, en la secundaria, un muchacho se me declaraba todos los días y le dije que sí para que me dejara tranquila. Le pregunté: ‘¿si te digo que sí, no te me declaras más?’; él respondió: ‘¡Claro!’ El problema fue luego, cuando quiso visitarme, llevarme a pasear,… en fin, ser mi novio; y yo no tenía ningún interés en tener novio. Él iba a mi casa a buscarme y yo mandaba a decir que no estaba; me encerraba en mi cuarto a leer.

“Mi papá un día me dijo: “¿por qué eres su novia, si yo estoy más enamorado del croto del jardín que tú de él? Le expliqué y mi padre me dijo algo que en ese momento no entendí: que no estaba obligada a hacer lo que no quería y que en la vida había otros caminos, solo que eran más difíciles y si los elegía, tenía que hacerlo de manera que nunca sufriera por esa elección”.

Este testimonio de Teresa de Jesús Fernández, “filóloga de formación y humanista por esencia”, nos acerca a una realidad vivida por muchas mujeres en el mundo hoy, compilada en Libres para amar, texto publicado en 2020, y cuya presentación en la Habana se aplazó por la situación sanitaria provocada por la pandemia.

Pero bien dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, así que el libro salió a la luz pública a poco de sumergirse el país en el debate popular del proyecto de Código de las Familias, el cual puso sobre la mesa de discusión historias como las narradas en estas páginas. En ellas se resumen trayectorias de vida de mujeres cubanas lesbianas, sus reclamos, logros y vicisitudes en la búsqueda de ser sujetos de derecho en una nación donde lo heterosexual ha sido acuñado como “normal”, y servido para dar cabida a discriminaciones, estigmas y subvaloraciones.

Si algo sobresale en el relato de las 20 entrevistadas es que ellas no están sumergidas en el ostracismo y la frustración. Cada una se siente realizada en sus oficios y profesiones, desde una médica hasta una campesina, porque decidieron afrontar su identidad sexual con coraje, sin temor al qué dirán, de frente a una sociedad no siempre dispuesta a considerar “normal” lo que es diferente.

La editorial Caminos, del Centro Martin Luther King; y el Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe, dieron voz a estas cubanas, resueltas a salir del silencio y del miedo a ser señaladas, y a asumir que su bienestar depende de ellas mismas y de su fuerza para defender proyectos propios.

Sin solazarse y, sobre todo, sin lamentar la exclusión y la marginación a que alguna vez fueron sometidas, ellas miran su presente y su futuro y emprenden el camino de la participación y el activismo social desde la labor a la cual se dedican.

Las narrativas de estas mujeres, jóvenes y no tanto, y de diversas provincias cubanas, hablan de tiempos idos y próximos, de cara a una nueva legislación que reconoce y ampara todos los derechos a todas las personas, basados en el respeto a su dignidad.

La savia popular que para bien enriqueció la Constitución, es la fuente principal de los principios de igualdad contenidos en el Código de las Familias, cuya letra concibe la búsqueda de la realización del proyecto de vida y de familia que cada cual diseñe de acuerdo con sus aspiraciones.

Ese código tendrá su veredicto final en las urnas el próximo 25 de septiembre. Será oportunidad para que la ciudadanía, convencida del valor de la justicia, la solidaridad, la equidad y los derechos incluidos en esta norma, la consagre como ley, letra viva que declare por siempre que somos libres para amar.

Entonces, otras serían las historias de Teresa, Marcelina, Liusba, Raquel, Caridad, Argelia, Mariana, Yeni, Mildred, Elaine, Sonia… en las cuales el rechazo y hasta la burla no tendrían cabida, tampoco los deseos aplazados. No habría necesidad de closet donde esconderse ni de donde salir, ni tendrían que fingir una sexualidad ajena a las suyas. Vivirán sin etiquetas, con deberes y derechos. El afecto ganará y se afianzará como valor jurídico para acompañarlas por fin. Cuba les debía eso.

Tomado de Bohemia

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Liset Garcia
Graduada de Periodismo en la Universidad de La Habana. Laboró en los periódicos Girón de Matanzas, Tribuna de La Habana, entre otros. Desde hace dos décadas ejerce su oficio en Bohemia. Por su quehacer periodístico en materia de Derecho, funge como presidenta del círculo Jurídico-Parlamentario, de la Unión de Periodistas de Cuba, organización que le ha otorgado varios premios; el más valioso, en el Concurso 26 de Julio en entrevista. Ha cursado posgrados de género, fotografía, propaganda, marketing… y los diplomados de Periodismo y de Comunicación, en opción al grado de Maestría. Es madre de una hija con discapacidad, su obra mejor lograda.

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