En 1925 fue construido en La Habana uno de los mayores y más modernos laboratorios fotográficos de América Latina, con el propósito de documentar el monumental plan constructivo del gobierno del General Gerardo Machado, recién electo presidente de la República.
El secretario de Obras Públicas, Dr. Carlos Miguel de Céspedes, encargó el proyecto y nombró jefe del Taller Fotográfico a Manuel Martínez Illa, a quien sus amigos y colegas llamaban Manolín. Provenía de una familia de prestigiosos fotógrafos de Caibarién, estudió fotografía y cine en los Estados Unidos y al principio realizó en Cuba documentales cinematográficos para la Manatí Sugar Company. Después fue reportero gráfico de los periódicos Cuba, Heraldo de Cuba, Diario de la Marina y de la revista El Fígaro.
Con sus amplios conocimientos fotográficos y el asesoramiento técnico de los ingenieros de la compañía Kodak de Rochester, y de su técnico en Cuba, Luis Laverde, Illa adquirió las mejores cámaras plegables de campo marca Century Universal, hechas a mano y dotadas de objetivos de gran luminosidad. Estas usaban placas de cristal de tamaños 8 x 10 pulgadas para poder imprimirlas por contacto y lograr fotografías con la máxima calidad.
Para retratar la gran cantidad de obras que se construían, Manolín contó con otro experimentado fotógrafo, Octavio de la Torre, además de cuatro aprendices encargados de mover y situar el voluminoso equipo, que consistía en la cámara, trapo negro para enfocar, trípode, chasis, cajas de películas de cristal y maletas para traslados.
Las imágenes que ellos captaban eran procesadas en el espacioso taller de situado originalmente en el antiguo Convento de Santa Clara, sede de la Secretaría de Obras Públicas. Cuatro empleados imprimían cientos de fotografías por contacto, en varias impresoras y tanques, cubetas, esmaltadoras y secadoras.
Mientras las placas se procesaban, un mecanógrafo escribía sobre una tira de papel celofán el título de la foto, la fecha y su contenido, para pegarla al pie de cada negativo e imprimirla. Así cada foto quedaba plenamente identificada y acreditada con un cuño del taller fotográfico. Si era necesario, los laboratoristas podían agrandar las fotos en dos gigantescas ampliadoras, una de carril y otra de columna.
En un concurso fotográfico de 1929, Manolín ganó el primer premio por la foto de los 4 500 obreros que participaron en la construcción del Capitolio de La Habana, reunidos en la escalinata. Él y su equipo retrataron todas las obras antes, durante y después de construidas por entonces en Cuba y algunas de las más importantes, como el propio Capitolio, la Carretera Central, el remozamiento de La Habana, fueron recogidas en varias publicaciones. Ellos también documentaron con sus cámaras importantes sucesos como el trágico ciclón de 1926, y así forjaron un valioso archivo hasta 1959.
Sus pasos los continuó su seguidor, el dibujante y fotógrafo Humberto Michelena, quien cuidó con gran celo el archivo, y Juan de las Cuevas, que lo reorganizó y describió sabiamente en su libro Cuba para guardar la memoria, una obra de 200 páginas que resume los valiosos fondos del Archivo Iconográfico del actual Ministerio de la Construcción de Cuba, que comprenden más de un millón de negativos en cristal y celuloide, fotografías y albumes de gran formato.
A casi cien años de captadas, muchas de las imágenes salidas del Taller Fotográfico de Obras Públicas aún resaltan por su calidad y estado de conservación, en la Fototeca del Historiador de La Habana, la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, el Centro de Información de la Construcción y en otras colecciones institucionales y privadas en Cuba y en otros países.
Fuentes:
Conversación con Luis Laverde Díaz, técnico fotográfico de la sucursal de Kodak en La Habana. 1967, en el MINSAP donde se desempeñaba como fotógrafo.
Conversación con Humberto Michelena Hernández, fotógrafo del Ministerio de la Construcción.