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Uno, dos y tres…

“Que paso más chévere el de mi conga es”. Así decía el coro de una vieja conga cubana, efectivamente, y al escucharla de nuevo pensé que no ha habido ningún paso bonito ni gracioso. Ninguno, ante la ingrata marcha sufrida por nuestro pueblo durante más de 60 años. Y ¿quién tiene la culpa de este holocausto se preguntan algunos “olvidadizos”? ¿Quién cargará entonces con tanto daño ocasionado? ¿Por qué lo han hecho? Habría que abrir o revisar muchas penosas páginas para saber algo.

Ahí tiene usted antiguos movimientos ‘contra’, aquellos como el de la Rosa Blanca o el Alfa 66… Acciones y más acciones tramadas y ejecutadas contra Cuba y su Revolución por ejecutivos de Estados Unidos y sus seguidores y mercachifles. Por ejemplo, le propusiera entonces ir hasta el expediente o dossier sobre la campaña de falsedades conocido por Operación Peter Pan la cual arrancara del seno patrio a varios miles de menores; en estos días intentan promover otra vez descréditos parecidos a formulaciones ya manejadas y conocidas hace más de 50 años, ahora tampoco pierden tiempo, arremeten contra la consulta popular que se efectúa aquí y el contenido sobre el nuevo proyecto del Código de Familias.

En ningún momento fuera posible olvidar la guerra bacteriológica sufrida, entre otras, la entrada de la fiebre porcina  ni tampoco muchas acciones que repercutieron en la economía nacional: incendios en los campos de caña de azúcar donde introdujeron plagas como la roya, también el moho azul en las siembras de tabaco, en los platanales o los cítricos, entre otras producciones; agredieron la estabilidad humana al introducir el dengue hemorrágico causante de infinidad de enfermos y niños fallecidos; sabotearon fábricas, quemaron establecimientos; hubo atentados a dirigentes, invasiones armadas, alzamientos contrarrevolucionarios.

Lanzaron infinidad de campañas venenosas en lo político e ideológico emitidas desde el exterior a través de emisoras radiales y de TV subvencionadas, desde Radio Swan hasta la mal llamada José Martí. A todo lo anterior, con mil patrañas y hasta hoy, no han dejado de promover emigraciones en oleadas, puestas en bandejas de plata, y se llenan la boca en decir que allá radican tres millones de cubanos como para demostrar lo difícil de vivir acá en un país “que no da más” por su pobreza, sin recursos naturales, incapaz de reportar riquezas ¡Le zumba!

Lo anterior resultan pinceladas, sin embargo, la  guerra que se nos hace ahora toma nuevos caminos, se moderniza con los recursos de la tecnología digital, lanzan campañas comunicacionales en sus redes sociales para crear un cuadro enrarecido, una realidad retorcida, donde intensifican la siembra de odios y calumnias, intrigas y absurdos; ni una palabra mencionan sobre el terrorismo de estado del que hemos sido víctimas.

Demonizan las dificultades que nos hacen vivir como si fueran producto de incapacidades de los gobernantes de Cuba, no asumen las causas originarias: las medidas imperiales norteamericanas contra la sociedad cubana para destruirla en lo económico, político y financiero. Tómense en cuenta los efectos de leyes promulgadas allá, entre otras, la infame Helms/Burton o los más recientes 243 decretos presidenciales dictados por el señor Trump y sostenidos por el señor Biden, su continuador.

De una larguísima data llegan los perjuicios que padecemos, son ideas nacidas como expresión expansionista del colonialismo norteamericano sembrado desde el siglo XIX por el famoso presidente Monroe, quien anhelaba sumar a Cuba a su redil, esperando solo que cayera por su propio peso como si se tratara de una fruta madura; tal propósito nunca lo abandonaron y, lejos de ello, a esta bravía nación por mucho tiempo la manejaron a su capricho o libre antojo. Después, tras el advenimiento revolucionario han arreciado con extrema hostilidad su política contra nosotros de modo obsesivo, dañino, asfixiante, engendrando todo tipo de enfermizas maquinaciones al rechazar los aires socialistas que respira la isla antillana.

En las tardes de los jueves la televisión cubana trae a las pantallas la presentación de un programa de corte educativo con temas vistos algún tiempo atrás; su conductora despide el espacio haciendo mención a una frase del poeta y escritor cubano Félix Pita Rodríguez quien inmortalizara: “Olvidar el pasado es correr el riesgo de dejar indefenso el futuro”; ante tanta sabiduría, resulta determinante considerar saludable recordar el pasado cultural pues limpia lo próximo, traza una guía -habría que añadir otro detalle importantísimo-, una verdad total: nos hace avanzar sin detenimiento y sin dejar nada indefenso, ello sirve para amparar el presente y proseguir forjando un futuro chévere, firme, enteramente libre.

Vale advertir a todos nuestros contrarios que hemos de marchar indetenibles con los propósitos expuestos, plenos de razones justas.

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Alberto E. Pérez de la Rosa
Alberto E. Pérez de la Rosa. Es parte del Grupo Asesor de la UPEC. Hoy en día escribe anécdotas y estampas, sobre hechos y situaciones con un estilo narrativo que juega con la realidad y la fantasía, entre el universo creativo de las verdades y los mitos, lo histórico y lo cultural. También se dedica a contar secretos propios a través de relatos y vivencias, fabulaciones y experiencias.

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