Difícil ser objetivo, claro, vertical y decente. Se habla mucho y en muchas partes de que ese sería el ser humano ideal y urgente en un mundo lleno de dislates decisorios como el nuestro… este de nuestros días.
Pero basta que alguien intente hacer tronar las verdades, para que las castas en el poder saquen a relucir los chuchillos, toquen a degollina, y quieran cobrárselas a como de lugar al atrevido que osó poner la verdad en blanco y negro.
Y resulta más repugnante ese entorno de odio y resquemor, cuando los que lo propician, ejecutan y controlan, no pierden minuto del día para loar su pretendida condescendencia con la libertad de expresión, de palabra, y de pensamiento, entre otras sucias argucias.
Así, Julián Assange, fundador de la notoriamente eficaz Wikileaks, reveladora de no pocos de los embustes, engaños, desaciertos y malas intenciones de ciertos poderes globales, está a punto de ser hundido en vida, hasta su último minuto, en las cárceles norteamericanas, a instancias del contubernio mendaz entre Washington y la pretendida “justicia británica”.
Acusado de “revelar secretos de Estado y de actos de espionaje”, podría ser Assange extraditado en breve a territorio norteamericano y enfrentar una absurda y mortal pena de mucho más de un siglo y medio de prisión, mientras que los gestores y propiciadores de cuanto denunció y expuso ante la opinión pública, seguirán durmiendo, intocables y tranquilos, cual las más inocentes, rubicundas, y tiernas criaturas.
Como se recuerda, Wikileaks ha hecho época en materia de periodismo de indagación con el develamiento abierto y claro de cientos de miles de páginas de documentos militares secretos y de cables diplomáticos confidenciales sobre los manejos sucios de USA en sus invasiones bélicas en Irak y de Afganistán, además de otros muchos folders altamente comprometedores de las acciones desestabilizadoras gringas dentro y fuera de sus lindes.
Desde entonces, Assange se convirtió en una presa acosada y perseguida por todo el aparataje represivo norteamericano y de sus más íntimos escuderos occidentales.
Así, se intentó degradar su figura con acusaciones tan embaucadoras como las de acoso sexual, cuya falsedad pudo corroborarse, hasta que se vio obligado a internarse en calidad de asilado en la embajada ecuatoriana en Londres en 2012 bajo la protección del gobierno de Quito, liderado entonces por Rafael Correa.
Siete años después, el simulador y rufián Lenin Moreno, al frente de la presidencia ecuatoriana, ordenó la expulsión de Assange de su refugio para ponerlo en manos de las autoridades policiales británicas, a sabiendas de que sería segura víctima de una conjura política y judicial cuyo final prescrito era enviarlo a los Estados Unidos para la consumación de la venganza oficial gringa en su contra.
Con una salud altamente deteriorada e incluso varios episodios médicos delicados a partir de las tensiones permanentes a que se ha visto sometido, los abogados y muchos seguidores de Julián Assange temen lo peor si llegase a ser remitido a los Estados Unidos y condenado a una pena inhumana por unos captores movidos por la venganza y la revancha más brutales.
Por lo pronto, la defensa del periodista cuenta oficialmente con catorce días para impugnar la aprobación de la extradición, aún cuando se sabe que el complot orquestado por Washington cuenta con la más absoluta complicidad de Londres y sus pretendidos mecanismos “judiciales y legales”.
Y como rezan no pocos seguidores del caso, con Assange y su suerte inmediata está también en altísimo riesgo el ya roído derecho ciudadano y profesional de ejercer la verdad y de tener acceso a ella… lo otro es hipócrita cacareo de verdugos con raídas pieles de cordero sobre sus hombros.
(Tomado de Cubahora)