Algunos se preguntan por qué era necesario aprobar una nueva ley sobre la protección del patrimonio cultural y natural si ya se había legislado sobre este tema con anterioridad. Lo principal es que hacía falta una norma integradora, una ley abarcadora y que tuviera en cuenta el actual contexto, con todo lo que eso implica: nuevos conceptos e implicaciones, definición de responsabilidades, alcance y proyección social.
Era necesaria esta ley. Y será necesario aplicarla con rigor, y eso implica, por supuesto, conocimiento de causa. El patrimonio cultural y natural es un patrimonio de todos. O sea, la ley nos debe interesar a todos. Y ahí radica una de las responsabilidades del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural y de los medios de comunicación. Hay que socializar la norma, con intencionalidad, explicando quizás ciertos giros técnicos, legales, que puedan resultarles difíciles de entender a un público general. Aunque nos parece que la ley es bastante diáfana.
La ciudadanía debería tener conciencia de lo que se ha establecido como ley, a partir de la importancia del patrimonio en el entramado de la cultura. Hay que decirlo con todas sus letras: hemos sido testigos de flagrantes violaciones de lo que ya estaba regulado por la ley. Y aquí hay dos dimensiones: una educativa, que debería ser, básicamente, compromiso de la familia, la escuela y las instituciones culturales… y otra preventiva, porque hay que proteger ese acervo extraordinario, en buena medida salvarlo para las futuras generaciones.
Todo lo que se haga para garantizar la preservación y estudio del patrimonio cubano, que, no faltara más, es también patrimonio universal, es útil. Pero hay que partir de claros presupuestos, lineamientos, jerarquías… Y hay que lograr una integración social. Ya contamos con una ley. Hay que honrarla. (Tomada de Cubasí).