Venezuela y Brasil están siendo escenarios de una nueva modalidad de golpe de estado que haría retroceder el almanaque político del continente a tiempos peores. En Argentina, mientras tanto, se adelanta el modelo de demolición brutal de la democracia que pretenden la derecha oligárquica continental y las fuerzas hegemónicas del imperialismo estadounidense en la región.
Según se advierte en los adelantos que ponen a prueba la memoria histórica de los pueblos del continente, es difícil aceptar que los nuevos esquemas de golpes de estado sean realmente más blandos y encubiertos que aquellos que ha sufriera durante tanto tiempo América Latina.
Lo que se ha mostrado hasta ahora en Argentina no tiene nada que envidiar, en términos de desprecio por las masas, a los golpes de estado que implantaron las sangrientas dictaduras que brotaron en tiempos de la Operación Cóndor.
Cuando en Venezuela el presidente de la mayoría opositora en la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, declara abiertamente que ante la gravedad de la crisis económica no vislumbra a Maduro concluyendo su mandato y que se debe terminar con el gobierno legítimo de Nicolás Maduro antes de seis meses, sin que ello lleve al secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, a formular el menor reparo por tamañas “goriladas”, se advierte que se está regresando a la época del golpismo abierto y brutal en el patio trasero de Estados Unidos.
Entre tanto, en Argentina, el recién electo presidente Mauricio Macri adelanta la implementación de su “modelo democrático” con una demolición brutal de todo lo que había avanzado esa nación tras el derrumbe que sufrió como resultado de la crisis económica y política neoliberal de la que fue rescatado por los sucesivos gobiernos populares de Kichner y Cristina.
La escritora, periodista e investigadora argentina Stella Calloni, hace ver que el golpismo actual en Argentina comenzó el mismo día de la asunción de Macri, un empresario ultraderechista que desde 2007 (de acuerdo a WikiLeaks) ofreció sus servicios a la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires.
“La ofensiva golpista comenzó con decretos que determinaron la intervención de instituciones y medidas absolutamente ilegales, como el nombramiento por decreto de dos de los jueces en la Corte Suprema.
Todas las medidas económicas favorecen a los poderosos y marcan un camino de exclusión para el pueblo”, afirma Calloni.
Violando la constitución y las leyes, y gobernando por Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) desde diciembre de 2015, Macri inició un camino que con toda evidencia busca conducir al país a su entrega al poder hegemónico mundial y la destrucción una obra que le mereció a Argentina admiración y respeto de todo el mundo, entregándola a los siniestros designios del Fondo Monetario Internacional y otros organismos, bancos e instituciones extranjeras. “Todas sus medidas económicas favorecen a los poderosos y marcan un camino de exclusión para el pueblo”.
“La negativa opositora en el Congreso es parte del golpismo continuo que Estados Unidos y sus títeres locales ejecutan contra Venezuela, sostiene Calloni.
Mientras Estados Unidos y su red de asociados y empleados locales apoyan los decretazos anticonstitucionales de Macri, tan aplaudidos por el poder hegemónico, en Venezuela el decreto de “emergencia económica” firmado por el presidente Nicolás Maduro fue rechazado por la oposición legislativa con la complacencia de ese mismo poder.
Nunca antes la derecha estuvo más dispuesta a violar la Carta Magna y llamar a la sedición, alertó el ex vicepresidente y periodista venezolano José Vicente Rangel. “Pocas veces en nuestro país se había anunciado un golpe de Estado de manera tan clara y, al mismo tiempo, tan elusiva; la opción sería el revocatorio presidencial, pero solo se alude tangencialmente a esa figura que consagra la actual ley de leyes”.
Según Rangel, la oposición navega en dos aguas al afirmar, por un lado, que en seis meses Nicolás Maduro saldrá por vías pacíficas y constitucionales del Palacio de Miraflores (sede del Gobierno) y, por el otro, que ni siquiera esperarán ese plazo para arremeter contra el mandatario.
“La derecha está ensoberbecida por la victoria legislativa del 6 de diciembre pasado. Pero recuerda todavía el fallido golpe de Estado de 2002, un fracaso rotundo que le hizo cambiar a métodos pacíficos para derrocar al poder socialista, como el que al parecer intentan utilizar ahora. Pero ni golpes blandos, ni disfraces carnavalescos utilizados para confundir, ni los golpes violentos pueden darse impunemente”, concluye José Vicente Rangel.