Tres siglos, desde el año 1519 hasta el 1899, son contados por el ingenio perspicaz de la periodista Ángela Oramas, quien teje en su libro Cuentos y cartas al rey, publicado este año por la editorial Pablo de la Torriente Brau, 75 relatos históricos sobre la variedad multicolor del patrimonio cultural de La Habana.
“A Eduardo, Ana Sofía y Annabelle, a todos los niños y adolescentes curiosos”; estampa la autora en una dedicatoria que no podía ser de otra forma si se tiene en cuenta que cada narración es resultado del diálogo entre una abuela (Ángela) y sus nietos.
“En las páginas aparecen los fantasmas del pasado y la génesis de pueblos a través de cartas, documentos, y las conversaciones entre un zunzún (Pico Largo) y un sapito (Piel Fría) que ubicados en ese tiempo y espacio les contarán algunas sorpresas”, escribe Oramas en “Los porqués” del libro, una especie de nota introductoria en la cual reconoce cómo “engarzó” letra con letra para contar realidad y fantasía.
Se trata de una lograda fusión entre periodismo y literatura, entre la habilidad para “desempolvar papeles amarillos llenos de curiosidades, misterios y sorpresas de La Habana” y el arte de la escritura, con una imaginación a riendas sueltas nacida en el muro del Malecón donde, en ocasiones, la autora se sentaba, “cuando el mar se hallaba en calma”, a fundar cada idea y a impregnar cada sintagma de una historia no común rozada por mitos y leyendas.
Cada una de las 190 páginas que ensamblan el cuerpo del volumen está dotada de la originalidad gráfica que esbozan sus ilustraciones interiores, también de la autoría de Oramas, destreza que enuncia como “primera vocación” desde su currículo profesional.
“¿Por qué La Habana nació debajo de una ceiba? ¿por qué tiene tres castillos? ¿por qué los piratas la incendiaron? ¿por qué fue invadida de insectos? ¿por qué durante un sábado y domingo hubo 32 corridas de toros? ¿por qué llegó la hora de los mameyes? ¿por qué el cañonazo de las nueve?”.
Estas interpelaciones trazadas desde el inicio, por quien fuera fundadora y directora de la revista Muchacha, son apenas una parte del manojo de respuestas que se dilucidan en las entrañas del libro gracias a un hilo narrativo capaz de “recrear historias de más de cuatro siglos”.
Así, Cuentos y cartas al rey se divide en tres apartados que, casi de manera imperceptible, dibuja una ruta capaz de conectar a más de 300 años desde lo que Ángela denomina el siglo fundacional (1519-1599), hasta el siglo de las creaciones (1700-1799) y el siglo del adiós (1800-1899), para devolver, al final, la historia de La Habana contada como un susurro.