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Causas y azares de la revista Muchacha

Era el 8 de marzo de 1980.  En el Palacio de las Convenciones sesionaba un congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, del cual yo estaba haciendo la cobertura periodística. La celebración del Día Internacional de la Mujer, y de dicho evento, fue ocasión oportuna para poner en circulación la bisoña revista Muchacha, nacida fundamentalmente de un sueño de Vilma Espín, quien me confió su fundación y dirección, cargo que ocupé hasta 1987.

El perfil editorial de Muchacha fue muy atractivo y abarcador y muy aceptado por las cubanas. Respondía a temáticas señaladas por cientos de estudiantes, profesionales y trabajadoras, de entre los 14 y 28 años de edad que participaron en una encuesta titulada ¿Qué temas quisieras leer en tu revista?

Muchacha y no Muchachas fue el nombre escogido con la intención de complacer en exclusivo a cada jovencita. Por eso la portada estuvo siempre identificada con el rostro de una joven, estudiante, trabajadora, profesional o deportista, como cuando apareció la cara de la deportista María Caridad Colón. De ahí que, en el primer número, a manera de carta, explicáramos:

Muchacha:

Para ti se publica esta revista mensual, editada por la Editorial de la Mujer, la cual se propone mantener contigo un permanente puente de amistad y compañerismo (…)  Muchacha te ofrecerá temas que respondan, especialmente, a las aspiraciones de la juventud.  Conversaremos sobre tus gustos y preferencias en relación a las manifestaciones artísticas y literarias y daremos orientaciones para emplear el tiempo libre de forma provechosa y amena, pues es de nuestro más importante propósito el desarrollo de tu creatividad.

Muchos de los temas solicitados resultaron afines con la investigación previa y sugerencias del joven equipo de realización de Muchacha, compuesto por periodistas, diseñadores, fotógrafos, ilustradoras y especialistas en moda, maquillaje y ejercicios físicos.

Fue por eso que se destinaran páginas a la educación sexual y conflictos emocionales en general, las cuales con el título Hablemos Francamente, contaron con las asesorías de la Dra. Elsa Gutiérrez, psiquiatra y directora de la Clínica del Adolescente, y del sexólogo Profesor, Dr. Celestino Álvarez Lajonchere.

Con miras a reforzar el tratamiento sobre el amor en edades tempranas, fueron publicados los capítulos del libro ¿Piensas ya en el amor?, de Heinrich Bruckner.  El primero trató las formas de relación entre los muchachos y las muchachas, los conocidos, los compañeros, la amistad, enamoramiento e idealización.

En treinta y seis páginas se abordó la cultura de la moda, con fotos e ilustraciones sobre el vestuario más apropiado para nuestro clima.  Jóvenes cubanas, blancas, mulatas y negras, que no eran modelos profesionales, iniciaban la sección mostrando el diario vestir, fuera de la extravagancia y ridiculez. No usaban un atuendo de moda por estar a la moda, ni mucho menos botas altas, no apropiadas para nuestro caluroso clima.  Tampoco faltó la orientación sobre maquillajes, peinados y otros asuntos de imagen y belleza, teniendo en cuenta las edades y los horarios.

Las modelos no profesionales posaban eran incluidas en las publicaciones de la revista.

La sección de la moda fue varias veces criticada, porque la aludida osadía de Muchacha estaba prohibida en revistas dedicadas al vestuario, en las cuales aparecían solamente las modelos profesionales.

La revista también divulgó trabajos especiales acerca de la orientación vocacional y la educación formal, este último tema en ocasiones fue ilustrado por el artista de la plástica Chago. Asimismo, las páginas acerca de los éxitos en el deporte y figuras cimeras de las diferentes disciplinas contaron con la participación de cronistas deportivos, entre ellos Víctor Joaquín Ortega.

En tanto, la sección de la correspondencia ¿Qué trae la golondrina? resultó el mejor termómetro para nuestra redacción. Cientos de cartas se recibían cada mes; buena parte se respondían de manera personal, y otra, por la trascendencia de asuntos reiterados, se publicaban.  Pero todas contribuían al enriquecimiento temático y oportuno de la publicación.

Recuerdo a una lectora confesar su frustración en el amor y escribió el castigo a San Antonio:

     Tengo a San Antonio

      puesto de cabeza

     Si no me busca novio

     Nadie lo enderezará

En la preferencia masiva estuvo Satirichacha, a cargo del caricaturista René de la Nuez y su esposa Pucha.  En esta sección se criticaban tendencias, modismos, actitudes incorrectas y pérdida de valores. Poner la música alta, molestando al vecindario, o la comunicación a base de gritos, aparecieron en los primeros ejemplares, cito el comienzo de un texto:

      Naturalmente, yo sé que gritar es una reacción animal.

      Es igual que ladrar, mugir, maullar, rugir, graznar y berrear.

      Y sí es cierto, desde la acera vocifero a mis amigas que viven en   

      apartamentos situados en el onceno, décimo y octavo piso.  La culpa de  

      gritar no es mía ¿quién las manda a vivir tan alto y tan lejos de la acera?

En todos los números de la revista se incluyeron trabajos sobre el quehacer creador en los centros de trabajo, donde la juventud se convertía en el principal motor-corazón de la actividad productiva. Asimismo, tuvo prioridad la participación destacada de ellas en las ciencias y en el cuidado del medio ambiente, a través de la sección Mi mundo, a cargo del periodista Rodolfo Santovenia.

La página de la música fue inaugurada con la canción Tres Estaciones, de Noel Nicola:

    Hay un tiempo de lluvias por caer/-Son unos días verdes como amor-/ Y más ganas aún de florecer/ ¡Ah, compañera,/ Qué primavera te espera.

La mayoría de las jóvenes pidieron orientaciones referentes a carreras y oficios a estudiar y también sobre trabajos que antes fueron reservados para hombres, en franca discriminación femenina. En realidad, el tema del género nunca estuvo fuera del perfil editorial de la revista, con especial atención en la igualdad, y la violencia contra la mujer, asuntos que contaron con la sabiduría de la feminista y periodista Mirta Rodríguez Calderón.

 

En las últimas páginas de la revista se hallaba una novela corta o cuento, de célebres autores cubanos y extranjeros. A estas seguía la sección Desconecta con entretenimientos diversos, y avances del próximo ejemplar. En la contraportada se ubicaba, en ocasiones, una obra de las artes plásticas con la pregunta ¿quién es el autor?

Lamentablemente, desde el terrible Período Especial en la década de 1990, Muchacha está afectada por la escasez de papel y otros insumos, al punto de haber perdido casi todas las secciones por la reducción de las páginas.  Por ello, su actual formato es similar al de un folleto. No obstante, gracias al empeño de su colectivo de trabajo, continúa la producción. Aunque solo circula cuando lo permite Dios o el Diablo ¡qué pena!

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Angela Oramas Camero
Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana. Es vicepresidenta de la filial de prensa de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC) y vicepresidenta del Club Martiano de prensa “Gonzalo de Quesada”
https://www.cubaperiodistas.cu

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