Palabras pronunciadas por Cristian Martínez González, estudiante de Periodismo y presidente de la FEU de la Facultad de Comunicación, a propósito del 89.º aniversario de la muerte del periodista Juan Gualberto Gómez
Buenos días, estimados compañeros de la presidencia, periodistas, estudiantes, colegas todos:
Una vez más, como es tradición cada 5 de marzo, venimos a este camposanto para recordar a uno de los más fieles defensores de la independencia cubana. Evocamos hoy la memoria del periodista Juan Gualberto Gómez, en ocasión del octogésimo noveno aniversario de su muerte.
No solamente podemos recordarlo como el cubano merecedor de un lugar en el altar de la patria o como el consagrado soldado de ideas que fue, ni siquiera solo como el entrañable amigo y compañero de lucha de José Martí. Hacerlo así sería minimizar su impronta en la historia de Cuba, sería estar en deuda con un hombre de su tiempo, comprometido con su realidad histórica y capaz de dejar atrás la pluma, alzarse en armas aquel histórico 24 de febrero de 1895 y, desde luego, empinarse hacia la manigua.
Principios innegociables siempre lo acompañaron y lo hicieron no menguar durante la República en su lucha contra todo lo que pudiera venir a destruir el sueño martiano. Tanto es así que, en plena Asamblea Constituyente de 1901, su voz fue una de las que más se alzó para condenar la oprobiosa Enmienda Platt.
La lucha constante por ver a la patria libre y su intensa labor periodística marcaron la vida de Juan Gualberto Gómez. Su pluma fue, sin duda, un arma eficaz de lucha, no solo en la Cuba colonial cuando fue director y redactor de La Fraternidad y La Igualdad, sino también durante su estancia en Madrid, cuando colaboró con El Abolicionista, La Tribuna y El País, por solo citar algunos periódicos.
De la pluma de Juan Gualberto Gómez brotaba por doquier ese lenguaje claro, al que tanto deben aspirar los periodistas en los medios de comunicación. Su singular estilo nos hace recordar siempre cómo la prensa y, por ende, los profesionales de la palabra, además de informar y, como señaló Martí, explicar, guiar y dirigir, tienen todos los días ante sí la misión de educar desde la sencillez. He ahí donde se asientan las bases del encargo social del periodismo cubano, ese que construimos cada día y en el que seducir al público sigue siendo un anhelo permanente.
En estos tiempos, el nuevo ecosistema comunicativo nos ofrece otras ventajas invaluables para hacer de nuestra actividad profesional una puerta al diálogo y la polémica, un espacio para todos los que deseen opinar e incluso —¿por qué no?— discrepar dentro de nuestro proyecto hacia el socialismo. Que sigamos construyendo el periodismo que queremos, menos esquemático, laudatorio, alejado de la banalidad, y sí más profundo, con mayores deseos de interpretar e investigar son anhelos compartidos por nuestro gremio. Hagámoslo sobre la base del legado de Martí, de Juan Gualberto Gómez y de otros tantos que siguen trazando los derroteros de la prensa en Cuba.
Muchas gracias.