El próximo 19 de octubre tendrá lugar en el Palmar de Junco, en Matanzas, la proclamación del béisbol como Patrimonio Cultural de la Nación.
La actividad, que se efectuará en víspera del Día de la Cultura Nacional, viene a dar cumplimiento a un viejo anhelo del pueblo cubano: reconocer a su deporte nacional como uno de los hacedores de la idiosincrasia de nuestra sociedad en relación íntima con su historia e identidad cultural.
El lugar escogido para la memorable cita, a no dudarlo, es el más acertado… En 1874, en el Palmar de Junco, por primera vez, se jugó pelota con todas las de la ley en Cuba.
No obstante, desde la década anterior en terrenos baldíos aledaños a las ciudades de Matanzas y La Habana (en esta última, en áreas de El Vedado), ya se practicaba el juego por jóvenes de la aristocracia criolla que estudiaban o cursaron estudios en universidades de Estados Unidos, cuna del baseball, donde aprendieron a jugarlo. El juego pronto se generalizó entre los más jóvenes, independientemente de su posición social.
En correspondencia con el contexto histórico en que se desarrollaron estas prácticas y encuentros informales, jugadores y fanáticos pronto asumieron el béisbol como un deporte moderno propio de una sociedad democrática o con aspiraciones de serlo. Tal era el caso de Cuba, por entonces a las puertas mismas del Grito de Yara que daría inicio a las guerras por la independencia aquel 10 de octubre de 1868.
De ahí que antes del histórico encuentro beisbolero en el Palmar de Junco, no faltaron juegos en las calles y plazas matanceras así como las consabidas quejas de los ciudadanos.
De ello dio temprano testimonio una nota publicada en el diario local Aurora del Yumurí, fechada el 2 de enero de 1866, donde se llamó a prohibir el juego, “pues cualquiera comprenderá que dicha diversión acarrea romper los faroles del alumbrado público, impedir el tránsito, y exponer a que se reciba un pelotazo, lo cual no es muy agradable al pacífico transeúnte”.
Según el historiador Alfredo Lauro Santana, en su libro Orígenes del béisbol cubano (Editorial Científico-Técnica, 2013), la prohibición no se refería tanto “al juego de pelota como se conoce hoy, sino a los juegos informales conocidos por pitenes, cuatro esquina, que se organizaban entre los jóvenes de esa época”.
La observación de Lauro, para regocijo y nostalgia de muchos coterráneos, es una copia al calco de lo que acontecía en mi adolescencia, 90 años después de la citada nota periodística, cuando en las calles de mi pueblo natal organizábamos juegos con las pelotas que teníamos a mano, bien fueran de goma, cuero o hechas de cajetillas de cigarros, y en los que los postes del tendido eléctrico o las columnas de las luminarias del parque se convertían en las bases de un iluso terreno de pelota.
Por último, sobre el Palmar de Junco cabe decir que es el terreno de béisbol en activo más antiguo del mundo, luego que se desactivara el Union Grounds, en Brooklyn, Nueva York, inaugurado en el remoto 1862. ¡Dónde si no!
FELICIDADES BEISBOL CUBANO.
Aquí les dejo este poema para seguir reflexionando.
ESQUINA CALIENTE
Yo no viví la época dorada del béisbol cubano
solo atiné saber que a ella
los “alacranes” le hacían mucho daño.
Ella tampoco vivió la época de oro
pero sabe que en el Almendares Park
se jugaba a muerte por un puñado de dinero.
Yo no vi lanzar al “Diamante Negro”,
ni pude disfrutar del triple play sin asistencia
de Merito Acosta en el 8vo inning
aquel 2 de diciembre de 1918
cuando los “leones” ganaban 7 por 2
y los “alacranes” tenían la casa llena y sin out.
Tampoco pude ver las curvas de Adolfo Luque
[aquella tarde de otoño de 1919
cuando se convirtió en el primer latino en jugar la Serie Mundial,
mucho menos a Martín Dihigo jugando todas las posiciones,
ni el duelo sostenido entre Babe Ruth y Cristóbal Torriente.
Ella imploró regresar al pasado
y ver con sus ojos algún juego de la liga
[de los “pantalones de bombaches”,
los zapatos de dos tonos,
la vitrolas en los bares.
Ella quiso llevarme
al momento memorable aquel
en que los Cubans Sugar King ganaban
[el campeonato de triple A.
Ella y yo, no vivimos la época de oro del béisbol cubano
pero los tiempos cambian
y ya nadie se acuerda de aquellos duelos pactados a muerte
entre Hurtado y Alarcón
entre Braudilio Vinent y “Changa” Mederos
que ganaban espacios en la primera plana
[de los periódicos nacionales.
Ya nadie recuerda a Don Miguel Cuevas,
ni a Felipe Sarduy,
ni a Epidio Mancebo,
ni a Antonio “Ñico” Jiménez,
ni a Fermín Laffita,
ni a los tres mosqueteros,
mucho menos a Luis Giraldo Casanova o Lázaro Junco
y es que la vida es así.
Ya nadie recuerda las hazañas
viven solamente el presente más inmediato.
Ella y yo, no vivimos la época dorada del béisbol cubano
los tiempos son del carajo para seguir diciendo todavía
que somos invencibles.
Libro: INFIELD HIT [Ed. El Abra, 2003 y 2016]
Autor José Antonio Taboada
de verdad, la historia del beisbol en Palmar de Junco, es única, da a conocer que fue en Cuba donde se jugo, por primera ocasión beisbol en la América de habla Española. Ahí se interpretó por primera vez, un danzón, “las Alturas de Simpson”, según se dice porque un americano cedió un terreno para la práctica del beisbol. He visitado Matanzas en once ocasiones. En una ocasión, Alfredo Santana me llevó hasta Colón, para visitar a José Nakamura, quién había pitcheado en la Liga Peninsular con el equipo “Estrellas Yucatecas” en el que me desempeñaba como Gerente, momentos agradables en unión de su esposa Dulce Castro, pero ya Naka se despedido de este mundo. Ya han transcurridos 14 años que no visitó esa hermosa tierra suya. Muchas gracias. Ah, soy socio honorario de la “Peña Deportiva Yumurina Plaza de la Libertad”. Caray, en la Habana me alojo en el Hotel Vedado.