Para los dueños de los “latifundios mediáticos” era impensable que alguien pudiera arrebatarles la producción de “sentido” y sus relaciones de producción. Pero se les apareció Andrés Manuel Lopez Obrador que, después de ganar la presidencia del país, gracias al movimiento de masas y a la rebelión electoral, que ha sido un período histórico rico en elementos de situación revolucionaria, es decir, de intervención en las condiciones históricas para que el modelo hegemónico no pueda seguir gobernando a su antojo. AMLO instauró la disciplina informativa diaria de las conferencias de prensa madrugadoras conocidas como “las mañaneras”. Y cambió el escenario semántico de la política con la agenda política de “primero los pobres” y “guerra a la corrupción”. Acompañado semejante rebelión semiótica, apareció también la lucha contra las “fake news”, la revisión del gasto en propaganda gubernamental, la interpelación directa a los reales intereses de los dueños de los medios. Eso impulsa otra libertad de expresión, desde las bases, y la cancelación de embutes, dádivas, subsidios y chayotes. Así marca caminos para una acción política de masas cuyo objetivo inmediato es completar la Cuarta Transformación Comunicacional en México que aún está en su fase embrionaria. No eximida de errores.
Mal haríamos en suponer, o esperar, que semejante tarea sea conquistada por un solo hombre por más genial y extraordinarios que sean sus talentos y fuerzas. Mal haríamos en ignorar que, todos y todas, tenemos un lugar inexcusable en esa lucha y mal haríamos en suponer que tal desafío pueda resolverse sólo con “buena voluntad” o sólo con opiniones aisladas. Urge un trabajo político de unidad, urge un programa de consensos básicos. Urge investigación científica obediente al pueblo y urge un plan de acciones para el corto, el mediano y largo plazo. Urge la comunicación emancipadora para una democracia verdadera y urge tal democracia verdadera al interior de los medios de comunicación ¡todos!. Comunicación para la democracia y democracia en las comunicaciones.
Pero no la democracia burguesa que conocemos y padecemos. No la que se volvió máquina para generar riqueza a los dueños de las empresas de la “imagen”. No para reiterar los medios y los modos de una comunicación secuestrada por los egos del individualismo que mercantiliza candidatos y comercializa votos. Urge la crítica con su movilidad omnipresente y transformadora. Entender y fortalecer nuestras herramientas. Nos urge una guerrilla semiótica de acción directa, por todos los medios, para producir los anticuerpos culturales indispensables que exterminen, en plazos cortos, las influencias tóxicas de los medios y los modos burgueses para manipular conciencias.
Es urgente suprimir nuestra dependencia tecnológica y democratizar el acceso a las nuevas tecnologías. Urge discutir un presupuesto nacional para el desarrollo de las “Voces Múltiples” que se reclaman, entre otros, desde el “Informe MacBride” (1980) para una Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación. Urge una lucha jurídico-política que garantice medios y modos para la participación de todas las diversidades. Urge una semántica de la diversidad que dé “sentido” nuevo al sentido de lo social, al sentido de la comunicación que significa, también, construcción de comunidad. Urge que todo ello tenga expresión democrática en el ejercicio del presupuesto de la nación y que así se estimule la creación de motores comunicacionales desde los pueblos originarios, desde la ciencia emancipadora; desde la educación y sus nuevos retos; desde todos los movimientos sociales que garanticen su soberanía financiera y política. En fin, afianzar la Cuarta Transformación en Comunicación con una semántica revolucionaria capaz de modificar los paradigmas intelectuales hegemónicos apuntalada con instrumentos presupuestales, jurídicos, políticos y culturales. No reformismo… no más de lo mismo.
A todo eso debe sumarse un debate nacional, a fondo y de fondo, sobre los modelos educativos en materia de comunicación. Sus fines principios, sus marcos teórico-metodológicos, sus resultados y sus contradicciones. Sus negocios y sus compromisos reales con la resolución de los problemas comunicacionales de México. Urge una auditoría nacional del gasto, público y privado, en enseñanza de la comunicación. Urge debatir la orientación científica para las nuevas investigaciones contra la monopolización de los medios y el comercio de los grados y los posgrados a cambio, recurrentemente, de promesas laborales inexistentes. Una revisión científica y epistemológica, de fondo y a fondo, para saber qué enseñan los que enseñan comunicación, qué aprenden los que aprenden y qué tiene que ver todo eso con lo que se necesita objetiva y urgentemente.
Urge un debate sobre formas concretas de reconocimiento y valoración de los saberes adquiridos por la experiencia de las batallas sociales, la experiencia existente y las muchas victorias comunicacionales de los pueblos en lucha. Sintetizar la herencia de la comunicación desde las civilizaciones prehispánicas, lo ocurrido contra la invasión imperial europea, las respuestas de la comunicación independentista. La comunicación en las fases revolucionarias y el estado actual de las ideas y los instrumentos que son base de esa herencia que debe ser compendiada, sistematizada, como gran orientador general del “sentido” propio. En suma urge una revisión crítica, a fondo y de fondo, sobre nuestra Historia de la Comunicación en México. Luchar es desear, es exigir algo, es situarse en el presente y asaltar el cielo.
Crear dos, tres… muchas mañaneras. “Las mañaneras” no pueden ser las únicas instancias de orientación comunicacional en un país con la complejidad y la diversidad del nuestro. Crear dos, tres… muchas mañaneras con formas y alcances diversos, unidas a un mismo proyecto diverso de emancipación económica, política, ética, estética y poética. Valorar y entender la mañanera y su contribución a una lucha semiótica emancipadora de nuevo género pero ayudándola a crecer, a multiplicarse, para que se abran mil flores de la cultura y la comunicación en la diversidad de nuestros colores, formas y temas. Eso es de suyo una revolución intelectual nacida del pueblo.
Ya que somos millones de vocaciones comunicacionales emancipadoras, ya que somos un archipiélago inmenso de voluntad política para la libertad de expresión desde abajo, enfrentemos el desafío de la unidad que no significa uniformidad. Hagamos el esfuerzo de sumar y no dividir. Démosle lugar al interés colectivo y debatamos cómo florecer la Cuarta Transformación Comunicacional sin caprichos de cúpulas y sin imperativos burgueses. Quizá sea un momento propicio y con las ganas pertinentes para darle a la emancipación comunicacional el “sentido” necesario no sólo combatiendo al modelo hegemónico y sí, especialmente, impulsando la comunicación emancipadora que, en calidad y en cantidad, nos reclama la historia de un México que no resiste más la dictadura de los terratenientes mediáticos nacionales y trasnacionales. No hay tiempo que perder.
Tomado de TelesurTV