Para cubrir las ejecuciones derivadas del proceso en Nuremberg, señaladas para el 16 de octubre de 1946, se otorgaron dos plazas para periodistas por naciones victoriosas, ocho en total.
Los seleccionados por la delegación soviética fueron el redactor de TASS, Boris Afanásiev y el reportero gráfico de Pravda, Víctor Tiomin. Los soviéticos sabían que a Tiomin no podían dejarlo fuera, porque no habría quien resistiera después sus protestas. Tiomin era todo un personaje. Boris Polevoi lo describe así:
“Toda su carrera periodística durante la guerra estaba compuesta de impetuosos despegues y no menos impetuosas caídas. Tan pronto lo condecoraban como le quitaban las estrellas de sus hombreras. Lo echaron de Pravda y lo invitaron de nuevo a trabajar allí.
“El histórico momento en que se izaba la bandera soviética en la cúpula del Reichstag fue fotografiado por varios, pero solo Víctor Tiomin fue capaz de llevar a tiempo esa foto a Moscú. Para ello tuvo que robar con engaños un avión al comandante en jefe del frente, mariscal G. Zhúkov, hombre severo e inflexible”.
¿Cómo lo hizo? Pues de la manera más arriesgada que se pueda imaginar. Se presentó ante Zhúkov, se cuadró militarmente y con voz firme le dijo: –Mariscal, el camarada Stalin me ha transmitido la orden de que la foto de la bandera soviética ondeando en la cúpula del Reichstag tiene que publicarse mañana en la portada de Pravda.
Gregori K. Zhúkov dio la orden de que un avión lo trasladara de inmediato a Moscú, y para sorpresa de Stalin y de todo el mundo la primera página de Pravda el día siguiente mostraba “a todo trapo”, la que desde entonces se conoce como La foto de la Victoria.
Muchas cosas más se pueden decir de Tiomin, cuya lente conoció los rigores de la guerra en el frente de batalla, pero hay otra anécdota imprescindible: fue el único de los corresponsales que, violando las normas establecidas para acercarse al lugar de los sucesos, fotografió “a quemarropa” la firma del acta de capitulación del Japón a bordo del crucero norteamericano Missouri el dos de septiembre de 1945.
Para lograrlo tuvo que abordar de forma clandestina y peligrosa el crucero y caminar por los bordes. Estuvo a punto de ser lanzado al mar por oficiales de la marina estadounidense. Sus fotos recorrieron después el mundo.
Aprecio la disciplina y a todas luces Tiomin no rendía culto a ese vocablo, pero es el fotógrafo que siempre quisiera tener si dirigiera una publicación.