…mi alma consuela tu tristeza, también torcida en trágico gesto contra el destino.
Regino Pedroso.
¿Cuál es la principal medalla conquistada por la delegación cubana en Tokio 2020? ¡La de la dignidad! En medio de la pandemia y el bloqueo yanqui agigantados, el movimiento deportivo cubano supo prepararse física y, sobre todo, mentalmente para su bregar en la justa a pesar de numerosos obstáculos. Por encima de lo pronosticado: del veinte lugar ocupamos el 14. Cumplieron con la visión de nuestro atleta mayor:
“Nuestro noble país tiene derecho a esperar de su atletas y de todos los que tienen que ver con el deporte, una conducta ejemplar, íntegra, patriótica… Más que medallas de oro físicas o de plata o de bronce, lo que nos interesa son las medallas morales que pueden ganar… Más que el desarrollo de los músculos del cuerpo está el desarrollo de los músculos del alma…” Fidel. Julio 10 de 1996. Al calor de Tokio 2020, vuelve a preocuparme la posición injusta de algunos ante los reveses, incluso con el concepto equivocado de verlos en los ocupantes de un segundo o tercer puestos, cuando ya clasificar, ser finalista olímpico es una proeza, en especial para una nación tan golpeada por la maldad. No es nuevo el problema. Siempre le he salido al paso.
En los Juegos albergados por Japón recientemente, la judoca Idalys Ortiz se dio entera como siempre. Seguidor de ella, sin embargo, le esperaba menos y me dolía tanto esa apreciación. Me equivoqué… Subtitular por encima de la Covid 19, las secuelas, la falta de fogueo superior, la preparación corporal limitada muchas veces, sin la alimentación necesaria, lejos de las facilidades económicas y hasta geográficas de los países desarrollados. Refulgencia dorada en esa presea. El camino fue también muy difícil para la garrochista Yarisley Silva por las mismas causas. Brilla su diploma olímpico por terminar en el octavo escalón. Y algunos se atreven a criticarlas… Por desgracia, hay más ejemplos de este error en el pasado y en la actualidad.
El pensamiento y el accionar de Fidel frente a las adversidades son muy claros. Ante todo, nos enseña a convertirlas en victorias en cualquier trinchera de la existencia e ir a lo esencial. La cultura física no resulta excepción: “El pueblo admira a los atletas y no les pierde el aprecio porque sufran un revés…” (24-8-1976). “A nuestros atletas no solo hay que aplaudirlos cuando vienen con medallas de oro; hay que recibirlos con afecto de hermano, hay que recibirlos como cuando obtiene una victoria” (28-9-2000).
Lo dicho lo convierte en hechos. Correa había sido eliminado por el venezolano Gamarro en pelea de octavos de final de los 67 kilogramos en Montreal 1976. Fidel, al recibir a la delegación, indaga por él. Le dicen que como Emilio había perdido lo mandaron para Cuba antes de la clausura. Viene la crítica y la lección: a un hombre que ha dado tanta gloria a la patria no se puede tratar de esa manera, indica.
Alfredo Duvergel está ganando fácil su combate en el último capítulo de la final de los 71 en Atlanta 1996. Intercambia con su oponente, el estadounidense Reid quien, con un golpe contundente, lo pone a dormir a 36 segundos del término. Al retorno de la representación, el Comandante en Jefe lo reconforta con frases que ponderan la vergüenza del muchacho: caíste peleando, sin dar un paso atrás… No pocos lo habían vituperado o le habían dado la espalda, pensando más en el oro que en el ser humano.
El caso Valodia Matos. Por encima, 3 a 2, en una pelea preliminar en Atenas 2004. Una lesión lo obliga a acudir al médico, cuestión permitida. El árbitro, rápido, levanta el brazo del adversario. La indignación atrapa a la víctima quien ya había sufrido intentos de soborno -su entrenador también- para que cediera. Agrede al corrupto juez. Él y su instructor son expulsados del olimpismo. Allá se sienten esquivados en sus propias filas. Fidel sin estar de acuerdo con la reacción de Valodia, va a las raíces, comprende, no deja en el abandono a los castigados: más que defenderlos, sin amarrase a los motivos, ataca la causa real: la perversidad tan crecida en el planeta; ni el olimpismo se salva. Quien tenga más de dos dedos de frente y un corazón humano de verdad, se pregunta con él: ¿por qué no se investiga y sanciona a quienes trataron de comprar al taekwandoca, campeón olímpico incluso de Sydney 2000; por qué no se efectúa una ofensiva contra esa mafia antideportiva?
La faz hipercrítica visible cuando no se obtiene lo programado o lo soñado, muchas veces flotando sobre una base poco objetiva, hiere a nuestros deportistas que han demostrado enorme calidad humana y atlética, dentro y fuera del territorio nacional, con el cerco enemigo azotándolos de manera cotidiana directa e indirectamente.