Desde los tiempos iniciales del periodismo moderno, sobre todo de agencias de noticias, el “qué”, “quién”, “cuándo”, “dónde” y “por qué” constituyen la regla básica para informar de un acontecimiento.
Hoy, cuando el usuario suele solo asimilar el título —porque existe abundancia de temas e intereses— hay que subvertir esos hábitos. Y pongo un ejemplo muy reciente.
El periódico Tribuna de La Habana publicó un despacho de la Agencia Cubana de Noticias cuyo título generó alarma debido a lo inoportuno del anuncio y cuando la pandemia está en el climax de su apogeo en suelo cubano:
“Reiniciará curso escolar en Cuba el próximo 6 de septiembre”.
Los comentarios en las redes, la calle, por teléfono e intradomiciliario, fueron desde la alarma hasta la burla.
Intrigado acudí al reporte original y desde el primer párrafo (entrante o lead) se despejó el entuerto: “Eugenio González Pérez, viceministro cubano de Educación, informó que el reinicio de la etapa docente se efectuará en el país el próximo 6 de septiembre de forma presencial, si las condiciones dictadas por la epidemia de Covid-19 lo permiten”.
Desconozco las causas de un anuncio tan anticipado que expresa voluntad —y los preparativos que se realizan para llevarla a cabo—, pero está alejado de la angustiosa realidad en la que vivimos actualmente. Sin embargo, también es cierto que se aclaró desde esas primeras líneas la condicionante clave para llevar a feliz término ese propósito.
Frente a posibles lecturas rápidas y superficiales por determinados usuarios de las redes es aconsejable, por tanto, redactar contenidos alejados de toda comprensión dudosa.
Vulnerar hábitos puede ser válido siempre y cuando los mensajes conserven su esencia y objetivos a la vez que eviten malos entendidos que enrarezcan los ánimos.