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Crónicas desde Matanzas

Se podría decir que Andy Jorge Blanco es todo un veterano en este asunto de la pandemia, ha estado envuelto desde el comienzo en primera línea y la Zona Roja. Él se ofreció como voluntario para trabajar en el Hospital Salvador Allende de La Habana, cuando los casos eran pocos, y las dudas eran muchas.

Aunque recientemente tuvo su propia experiencia con la covid, se fue hasta el mayor foco del virus para reportar lo que allí acontece. “Estaba impaciente en La Habana. En Matanzas, y específicamente en Cárdenas, donde nací, se estaban pasando días muy duros y yo sentía la necesidad de estar allá.”

Con su credencial de Cubadebate salió en la misma guagua que los recién graduados de Ciencias Médicas, junto a Mario Ernesto Almeida y al escritor Enrique Ubieta, para dar comienzo a la serie de trabajos titulada Desde Matanzas: Contar el epicentro. “En cuanto se divisaron las dos guaguas entrando a la ciudad, la gente empezó a saludar. Unos levantaban el pulgar, se juntaban una mano con la otra y las apretaban como si quisieran abrazar a toda aquella brigada de refuerzo. La gente iba caminando y se paraba.”

¿Cómo ha sido trabajar en esas condiciones?

“El ritmo de trabajo es un poco agitado.  Aquí además de periodista, gestor de información, tienes que intentar buscar las historias, encontrarlas, ahondar en ellas, ir a las fuentes y lograr declaraciones en un ambiente difícil. Es un conexto que se vuelve doblemente adverso, porque las fuentes informativas que necesitas no tienen tiempo para dar entrevistas.”

 ¿Cómo te sientes ante esta situación y cómo ha pasado tu familia esta estapa?

La pandemia, por muy abstracto que pueda parecer, porque estamos hablando de un virus, se convierte en algo palpable cuando enferma gente que conoces, cuando le ves los rostros a los números que se informan día a día.

Es muy duro llegar a la casa y tener que saludar con el puño a toda tu gente que llevas tiempo sin ver. Duele mucho eso. Cuando entré a la casa y vi a la vieja nos chocamos las manos, rompimos en llanto, y qué te digo, la tuve que abrazar.

Viaje a la Semilla

“No corren tiempos de poesía barata, menos aquí, donde la tristeza tiene nombres, apellidos y cenizas… No corren tiempos de ponerle sentimiento cosmético a la “desolada acera y sus papeles cuando cae la tarde”, escribió Mario Ernesto Almeida cuando regresaba a su Matanzas natal. Regresó en medio del recrudecimiento de la pandemia para mirarle a la cara al gigante que azota su región y contar sobre ello.

Mario tiene solo 23 años y aunque no tiene todavía su título en la mano, es ya un buen periodista en todo el sentido de la palabra. Salió acompañando a otros jóvenes recién graduados de Ciencias Médicas, que, como él, van a hacer lo que haga falta. “Desde que Matanzas comenzó el rebrote, sentí que tenía que venir para acá a ayudar en lo que pudiera, fuera en un centro de aislamiento, un hospital, o colaborar con el periódico de aquí, por eso llamé a varias personas y pude venir para acá como parte del equipo de Cubadebate”.

En su crónica Estremecer un puño narra la incertidumbre de a veces no saber qué decir o cómo contar historias ante una situación tan dura como esta, pero entre tantas cosas malas ha podido ver también la sensibilidad a flor de piel de las personas que están trabajando en los hospitales.

“La movilización del personal de otras provincias, tanto como los que estaban de misión y que vinieron para acá a ayudar ha sido muy bien recibida por el personal de salud de la provincia. Ellos se sentían sobrepasados. Aún hoy cunado uno les pregunta, la palabra duro se repite constantemente. No han descansado, ellos siguen trabajando de ciclo en ciclo.”

Para la familia nunca es fácil este tipo de decisiones y más aún cuando están lejos. “Con mi familia fue complejo…Mis padres están de misión en Mozambique y cuando le dije que venía para acá mi mamá se exaltó bastante, fue en cierto sentido romperle la tranquilidad, pero lo han entendido bastante bien. Mi hermana, mi papá, mi abuela y mi novia me han apoyado mucho”.

Mario relata que a pesar de todo habrá que escribir con el lazo negro en la izquierda, pero habrá que escribir… aunque se llore cuando la gente cierre el puño y lo estremezca. “Este tipo de experiencias marcan y te cambian la forma de ver la vida”.

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