COLUMNISTAS

Aterrorizar periodistas en guion de la operación político comunicacional contra Cuba

Los medios de prensa y periodistas cubanos se han visto atacados por, supuestamente, no publicar toda la verdad, a pesar de que ha sido precisamente esta la primera víctima de la operación político-comunicacional que sufre Cuba desde el pasado 5 de julio, cuando bajo la etiqueta #SOSCuba comenzó una campaña manipuladora, de intoxicación y odio todavía en marcha que busca provocar un estallido social.

Y no solo se han visto atacados los medios de prensa como sistema, sino también los periodistas y profesionales que allí trabajaban, con amenazas veladas, y otras no tan veladas, incluso de incitación al crimen.

Hemos visto convocatorias en redes sociales para atacar a los trabajadores de una emisora de radio, o atacarlos en sus casas, como si así fueran a instaurar un nuevo sistema social y económico en Cuba, más justo y equitativo que este.

Hemos visto ofensas personales y ataques verbales contra periodistas a los que nadie les puede señalar con un dedo, pues son ejemplos de profesionalismo y de buenas personas. Da la casualidad que esos profesionales son incapaces de anotarse méritos bien merecidos cuando hacen gestiones engorrosas para receptores y televidentes a los que ni conocen. Esos que siempre tienen la palabra precisa para explicarle a una persona en una cola el motivo de la escasez de alimentos, esos que mientras todos los cubanos se quedan en casa resguardando sus pertenencias ante el paso de un huracán salen preparados para reportar sobre el suceso desde su medio de prensa hasta que pase.

Pero hoy la violencia se ha virado contra ese profesional que ha buscado todas las aristas de una manifestación, y no solo se ha quedado con la perspectiva del manifestante. Por supuesto, las redes sociales son plataformas especiales para ofender desde lejos, incluso para actuar bajo el manto de un seudónimo.

Por eso ahora muchos atacan a unos colegas que muestran en tres perspectivas diferente los sucesos de Cárdenas; por eso ofenden a los que piensan diferente; por eso atacan a un periodista que muestra una foto de un policía apresando a un manifestante que ataca a pedradas un hospital pediátrico.

No voy a mencionar los nombres de todos esos colegas amenazados o maltratados por las redes sociales a raíz de los sucesos de este segundo domingo de Julio, pero estoy seguro de que si fueron amenazados no fue por falta de entereza, sino por su temple y calidad profesional.

Y estoy seguro que ninguno de ellos se amedrentó con las amenazas, sino que les sirvieron para conocer más la calidad humana de los odiadores, de esos que piden bombas para su país y muerte para sus vecinos.

Las más altas autoridades del país emplazaron a los operadores de las plataformas de redes sociales a negar que han sido partícipes de esta feroz operación mediática, que ha tenido como centro y financiador a autoridades de Estados Unidos. También a negar que, como parte de esta, se han usado troles, robots y bots que violan las políticas de manejo establecidas por dichas plataformas y que usan discrecionalmente, sobre todo para silenciar a quienes son incómodos a los intereses norteamericanos.

La Red Verdad también ha develado la avalancha de fakenews o noticias falsas en circulación en redes. Estas hacen aparecer como hechos graves ocurridos en otras partes del mundo como acontecimientos actuales de Cuba.

En el colmo del cinismo, agencias internacionales y medios trasnacionales intentan fundamentar que dichas noticias falsas forman parte de una estrategia del Gobierno cubano, para lo cual acuden a operadores políticas radicados fuera de la Isla y con una probada actividad opositora al Gobierno cubano.

Como parte de esta operación político comunicacional también se intentó silenciar al sistema de medios bajo los denominados ataques de denegación de servicios, parte del guion de las llamadas guerras cibernéticas.

Hoy supuestamente el mundo entero sabe lo que está sucediendo en Cuba. Unos se informan por las redes sociales, otros por medios de prensa internacionales o nacionales, y cada cual cree tener toda la verdad en base a esas informaciones que ven en diferentes plataformas.

Pero la realidad es que cualquier persona que intente informarse sobre Cuba desde otro país ve lo quieren que vean las grandes trasnacionales de la información, pues son muy pocos los que tienen corresponsales aquí en estas tierras del Caribe, y la mayoría se nutre de los que escribieron otros, ya sean profesionales de la palabra, simples ciudadanos que opinan o manipuladores al servicio de los peores intereses contra su país.

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