Cuando esta semana se anunció que más de un millón de cubanos ya recibió las tres dosis de las vacunas contra la Covid made in Cuba, los del gremio periodístico reportamos y aplaudimos ese éxito, sabiendo que un grupo de nosotros está incluido en ese alto número de inmunizados.
Tras el acuerdo entre el Ministerio de Salud y la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), se desplegaron los aseguramientos para esa vacunación que inició el pasado 1 de junio con la primera dosis del candidato vacunal Abdala, fruto del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología. El desfile de colegas –alrededor de unos dos centenares en cada jornada–, prosiguió a los 14 días (entre el 15 y el 20 del propio mes), y la tercera dosis a partir del martes 29 y hasta el domingo 4 de julio, transcurridos otros 14 días más.
Mercedes Laffita, enfermera del Policlínico de 15 y 18, en el Vedado habanero, ha sido una de las encargadas de los tres pinchazos en los vacunatorios habilitados de acuerdo con estrictos protocolos, en la Casa de la Prensa de la capital del país. Ella, que ha protagonizado muchas veces la misma escena y ni sabe a cuántos ya inoculó el fármaco, está segura de que “venceremos al coronavirus porque Abdala demostró una efectividad por encima del 92 por ciento, y la Soberana 02 registrará una validez parecida”.
Dado que el sector periodístico no ha parado sus labores desde que fuera decretada la pandemia, es un acierto que una buena parte del gremio fuera incluida tempranamente entre los que ponen el brazo para recibir esa bendición por la que les damos gracias a los científicos y al personal de salud cubanos.
Luego de meses de estar sorteando los riesgos del contagio, se multiplican entre nosotros los rostros agradecidos y los mensajes de cariño a quienes hacen posible tales resultados en tiempos tan difíciles. Y es compartida entre periodistas y fotógrafos la gratitud a la UPEC nacional, en especial a su vicepresidente, Jorge Legañoa, convertido casi en un enfermero más, y al que se la ha visto desplegar sus capacidades de promotor y organizador, y también su paciencia.
La buena noticia ampliamente difundida en nuestros medios de que sobrepasamos el millón de cubanos vacunados con las tres dosis de Abdala o Soberana, llegó junto a una nueva ola de contagios que obligó a la dirección del país a declarar transmisión comunitaria y a trazar nuevo plan de medidas de restricción, igual que se han visto obligadas a hacer otras naciones.
También se anunció que la vacunación seguirá, pese a cómo el bloqueo financiero de Estados Unidos intenta obstaculizar la adquisición de insumos para la producción de las vacunas, clara señal de que Cuba no renuncia a su propio camino frente a la Covid, y ese sí es un acontecimiento del que muy pocos países del mundo pueden hablar.
Mientras, prosiguen los ensayos clínicos que ya cubren también población infantil, con una primera dosis del candidato vacunal desarrollado por el Instituto Finlay a voluntarios entre tres y 11 años de edad, sumado al iniciado antes con adolescentes y el de Soberana Plus para personas recuperadas de esa enfermedad.
Y aunque nada de eso se haya convertido en grandes titulares de la prensa hegemónica internacional, lo que hace esta pequeña Isla contra la pandemia seguirá siendo tema de nuestra agenda, en especial, los resultados bajo la lupa de sus principales centros científicos biofarmacéuticos.
A sabiendas de que la verdad, como el Sol, no se puede tapar, queda en nuestra voz el deber de informarla a ese mundo esperanzado con salvarse del coronavirus, y quién sabe si acaso sea con una vacuna made in Cuba, como la que ya nos pusieron en el brazo.