Embúllate y publica estos recuerdos, me aconsejó el colega Tubal Páez, luego de unos 40 minutos de conversación telefónica, sobre temas como el nacimiento y desarrollo de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), así como tópicos relacionados con el periodismo cubano y la propia Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).
Fue durante una mañana de sábado en este junio de pandemia y confinamiento en nuestras casas. Sonó el teléfono y era un amigo, periodista, humorista y capaz de dialogar sobre los más diversos temas: Tubal Páez.
Quería conocer de mi participación en la fundación y desarrollo de la citada organización regional, nacida en México el 7 de junio de 1976.
A la par con la evocación de aquellas décadas del periodismo cubano y latinoamericano, Tubal salpicaba el diálogo con su picaresca, lo que hacía más fresca la historia y más amena la larga conversación. La memoria que luego nos falla, fue el material que dio sentido a más de un chiste. Los olvidos involuntarios de un nombre, un lugar, una fecha, ya comienzan a ser frecuentes a los 57 años de vida profesional.
Por suerte para él y para mí, al más mínimo desliz, consultábamos con dos imprescindibles en el acompañamiento de tanta vida dedicada al periodismo, me refiero a Gladys Cruz y María Elena Ríos, todavía con recuerdos más frescos ante cualquier imprecisión.
Respecto a la FELAP expliqué a Tubal, tanto sus antecedentes como su creación y desarrollo. Tuve el privilegio de acompañar al congreso fundacional en México, como secretario de Educación y Cultura, a Ernesto Vera, secretario general de la UPEC, Baldomero Álvarez Ríos, de Radio Habana Cuba, y Carlos Mora Hermann, de Prensa Latina.
Aquel nacimiento, no exento de discusiones relacionadas con ciertas tendencias no curadas todavía hoy, de compañeros a los que le resultaba difícil la búsqueda de la unidad como elemento imprescindible para consolidar una organización que diera cabida a Colegios de Periodistas, Sindicatos, Uniones y —muy importante— a grupos de colegas, principalmente de países de Sudamérica que vivían exiliados, muchos de ellos en el propio México, en Cuba o en Europa, obligados a salir de sus países donde las dictaduras militares amenazaban sus vidas.
Así nació la FELAP y sus riendas fueron tomadas desde un primer momento por figuras como la del venezolano Eleazar Díaz Rangel, elegido presidente y el peruano Genaro Carnero Checa, como secretario general.
Otra gran personalidad del periodismo en la región, el mexicano Luis Suárez, quien siguió a Carnero Checa como secretario general, se convirtió en alma y vida de la FELAP, con un trabajo muy destacado al que acompañaron Ernesto Vera, por Cuba, Hernán Uribe, por Chile, José Gómez Talarico, por Brasil y otros colegas de la región.
La FELAP tuvo siempre el apoyo moral y material de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), cuyos aportes económicos y colaboración profesional, le permitieron la realización de proyectos gremiales de importancia.
Albergó también, como organismos asociados, a más de 50 instituciones ligadas al estudio y la práctica de la comunicación y el periodismo, como centros de investigación, escuelas de periodismo, bibliotecas especializadas, agencias de noticias y otras publicaciones.
En la conversación que dio pie a este relato, recordé a Tubal que aquel 7 de junio, cuando nos disponíamos a ir para el acto inaugural del Congreso, la tierra tembló en México, lo que nos obligó a salir del hotel y guarecernos debajo de un alero que creíamos protector.
Unos años después, en visita de trabajo a ese país, pude ver cómo, otro terremoto mayor, había destruido parte de México y el hotel donde estábamos durante el Congreso de la FELAP, en la calle Reforma, había sido arrancado de raíz por la furia de un sismo que dejó cientos de muertos y heridos.
Desde ese Congreso constitutivo hasta 1984, cuando fui enviado a cumplir la misión de secretario latinoamericano de la Organización Internacional de Periodistas (OIP), formé parte de la dirección de la FELAP como miembro de su Consejo Directivo.
Recuerdo el trabajo junto a ese gran periodista peruano, Genaro Carnero Checa, un revolucionario cabal, aglutinador de fuerzas, con quien, entre otras cosas, estuvimos en una especie de «puesto de mando de la FELAP» como le llamó, en Jamaica, donde durante varios días visitamos todos los medios de prensa, progresistas o no, impartimos seminarios a colegas de otros países del Caribe y se pudo constatar cuán importantes son esos pequeños estados, en el fomento de la unidad y la colaboración regional.
En esa misma nación tuvimos una larga conversación con el entonces Primer Ministro, Michael Manley, quien brindó toda la colaboración para que la organización gremial pudiera desarrollar el programa.
Durante Congresos posteriores en Venezuela y Panamá; en Seminarios Latinoamericanos organizados cada año en Cuba, y otras muchas iniciativas, la FELAP fue tomando cuerpo y uniendo voluntades. La organización, como todo el movimiento progresista mundial, recibió un gran golpe con el derrumbe del llamado socialismo europeo.
Muchas organizaciones vieron decrecer el apoyo de gobiernos a proyectos nacionales, regionales y otros, que se auspiciaban con el objetivo de desarrollar un periodismo al servicio de los pueblos, con la verdad como premisa, contrario a los intereses de los monopolios mediáticos y las organizaciones como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), donde la voz que primaba era la de los patrones que solo defendían —y lo hacen hoy todavía— el enriquecimiento material por encima del bien social que deben aportar los medios.
Por aquellos años, que vienen a nuestro recuerdo en este intercambio telefónico con el amigo Tubal, tanto la UPEC como la FELAP y la OIP, por el prestigio que adquirieron y el reconocimiento internacional, fueron apoyadas en planes conjuntos con la UNESCO y muchos colegas, especialistas en la materia, aportaron con sus conferencias y cursos, la modesta experiencia salida de países en los que el periodismo ha sido una bandera de combate en defensa de los pueblos, donde la verdad no constituye una mercancía negociable ni comprable por los monopolios informativos y algunas instituciones de dueños de medios, que se alinearon, desde su nacimiento mismo, al carro mediático impulsado desde los centros de poder económicos, fundamentalmente Estados Unidos.
Hoy, cuando la FELAP acaba de cumplir 45 años, la organización no es la misma, pero sus periodistas continúan en la batalla, junto a nuestros pueblos, con la única convicción de que solo la unidad y la lucha nos hará más fuertes, más cuando una experiencia de tantas décadas y los ejemplos de los predecesores que hicieron nacer y crecer a la organización, lo piden desde el lugar en que estamos en este u otro espacio planetario.