En “El gran cuaderno”, la escritora húngara Ágota Kristof daba una lección tremendísima aplicable al periodismo: “Para decidir si algo está ´bien´ o ´mal´ tenemos una regla muy sencilla: la redacción debe ser verdadera. Debemos escribir lo que es, lo que vemos, lo que oímos, lo que hacemos”.
Nunca he visto en persona a Fidel Díaz Castro, el director de “El Caimán Barbudo”, solo había leído unas cuantas cartas de El Diablo Ilustrado, sin saber apenas que era su seudónimo. El cuestionario, con algunas interrogantes, aseguró un primer contacto somero por la frialdad que imponen las redes en estas horas de lánguidos tempos. Ahora no podría narrar el ambiente de nuestra conversación, ni cómo estaba de nublado o soleado el día, ni si habían ruidos en la habitación donde hablábamos, ni cuánto eso influyó en mi entrevistado y en la historia que me contaba.
No obstante, Fidel esboza como respuestas unas letras que van amalgamándose. Cuando leo parece que habla y el ambiente ya no tiene necesidad de ser construido porque ha ido naciendo desde su propia narración. Es un ambiente con nombres de antes y de ahora, es un homenaje a los 55 años de ese saurio con patillas, polémico, irreverente, sagaz y vanguardista que aparece inseparable de la historia de la cultura cubana: “El Caimán Barbudo”.
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No es el azar lo que nos reúne. La Revolución no llegó a nosotros como a gente formada a su margen: trece años de nuestra vida-sin duda los más importantes-han sido los años de la Revolución combatiente y vencedora. No podemos ser, pues, gente presta o negada a adecuar su voz a la Revolución. Con ella nos hemos formado-nos estamos formando-sin ella no podríamos explicarnos.(1)
-Hace falta que asumas “El Caimán” -le dijo Fernando Rojas, entonces director de “El Caimán Barbudo”, a Fidel Díaz.
Dos años antes, en 1998, había recibido una noticia similar, cuando Iroel Sánchez, como director de la Casa Editora Abril, le propuso la dirección de la revista “Somos Jóvenes” (SJ).
¿Qué se yo de revistas?, preguntó el Diablo Díaz (2) en ese momento, pero aceptó luego de analizar las posibilidades y sobre todo la utilidad de una revista para los jóvenes, mensual y con una tirada de 100 mil ejemplares.
Pasaron “un par de años intensos” en SJ cuando a una caída de tarde salió con Fernando Rojas a una actividad de la Editora Abril y recibió la noticia. “Me inicié como director -tras un golpe de pánico-, armando la edición 300 de ´El Caimán Barbudo´”. Era el año 2000.
Nuevamente paso uno: “Si bien tenía un par de artículos publicados en sus páginas, y los años —desde su fundación, en el ambiente de la Asociación Hermanos Saíz (AHS)— me daban cierto conocimiento de la atmósfera de la revista, el nivel intelectual y de polémica me rebasaba por mucho. ¿Proponerme transformar elementos con mi entrada? Ni remotamente. Mi intención era la titánica meta de ponerme a tono con lo que venían haciendo y adentrarme en el ambiente de “La gaveta” (3) que era donde se cocinaba la revista.
“Los caimaneros no pasaban por la oficina, ni siquiera iban a la Editora Abril; solo El Mandy [Armando Fernández], realizador, con Lagarde [Manuel Henríquez Lagarde], editor y Fernando acudían uno o dos días al cierre del número. Los había acompañado varias veces cuando se sentaban a dar esos toques finales, maravillado por la sutileza de algún llamado en portada, el tratamiento a una foto, o el cambiar o improvisar un breve texto para subrayar determinado tema, o matizarlo.
“La cocción del Saurio era en el miniapartamento solariego del Blado [Bladimir Zamora] tomando aguardiente y oyendo todas las músicas cubanas que existen y existirán. Ahí podía aparecer de pronto ´el más pinto de la paloma´ —digamos por ejemplo, que el mismísimo Almodóvar una vez tocó a la puerta preguntando por Bladimir Zamora pues le habían dicho en Madrid que con él podía encontrar música de ´La Lupe´. Allí se refugiaba a conversar y soñar la bohemia creadora cubana (y de allende los mares). Lo que pasaba en el delirio aquel, tras discusiones cuasi infinitas desembocaba en la idea del próximo Caimán (con paginación y todo).
“Es cierto que no me propuse cambiar nada, y mirando retrospectivamente, mi primer Caimán, ese 300, fue una mirada dirigida a la fundación de la revista, lo cual, si no contradecía lo que me antecede, sí trae un leve giro. Ese ir al génesis no estaba en la necesidad de los que, inmersos en las principales problemáticas sociales y de creación del momento, miraban al entorno, no hacia atrás. Así que, de alguna manera, algo nuevo giraba en un número que incluyó una mesa redonda con buena parte de los fundadores: Guillermo Rodríguez Rivera, Fernando Martínez Heredia, Víctor Casaus, Elsa Claro, Juan Ayús (diseñador), Aurelio Alonso, Félix Guerra y Silvia Freyre (la primera secretaria que tuvo la revista). El gallego Posada [José Luis Posada], primer ilustrador y creador del caimancito chivú que nos identifica hasta hoy, andaba por España y al siguiente número nos escribió sus opiniones”.
Ese “Caimán” -rememora Díaz- incluye una entrevista que le hiciera Luis Rogelio Nogueras a Eliseo Diego, de la que obtuvieron el manuscrito original gracias a Neyda Izquierdo, la viuda de Wichy. En las páginas finales republicaron, de la edición del número uno, “Nos pronunciamos”, “el manifiesto de los poetas del Caimán, defendiendo la poesía coloquial y el compromiso del escritor con su tiempo”. Para la contraportada, una foto increíble de Wichy Nogueras, “creo que con su hermana Ámbar”, encarnando a Bonnie and Clyde en un típico cartel de Wanted (se busca) al enemigo público No.1 y se ofrece 50 mil por su captura.
-La presentación de ese “mi primer Caimán” fue un concierto memorable, del que ni siquiera creo que hay fotos, cual si fuera un invento de mis recuerdos.
Algunos fundadores de la revista le contaron a Fidel Díaz que aquellas presentaciones, a veces, se hacían en Coppelia o en el Bar Cuba, al doblar de la Casa Editora Abril (por entonces Juventud Rebelde). Un dato útil que les sirvió para armar un concierto en el teatro Amadeo Roldán y como escenografía, mesas y sillas del bar. En la pantalla del fondo corrían imágenes de los “Caimanes” y los “caimaneros”.
“El concierto comenzó con las luces apagadas y en la pantalla una foto de Wichy Nogueras mientras se escucha su voz contando el proceso desde que Jesús Díaz (que sería el director) y Guillermo Rodríguez (editor) le hablan de la idea de hacer la revista, hasta que sale el primer ejemplar (Esto gracias a una entrevista que le hiciera Orlando Castellanos y que atesora el Centro Pablo).
“Al encenderse las luces, la escenografía es el bar y sentados tomando ron añejo (real), Víctor Casaus y Guillermo Rodríguez Rivera. Entro a escena en una semiactuación, representando al nuevo director que llega a darse un trago a la barra y se encuentra con dos fundadores.
“Le entrego un ejemplar (del número 300) a cada uno, me invitan a sentarme a tomar con ellos, el público comienza a interactuar con los “actores”. Tras bambalinas Luis Morlote (en funciones de algo así como productor-director de la “puesta”), se esmeraba en contener a la responsable (real) de la sala del teatro que quería parar aquello por estar ingiriendo bebidas alcohólicas en escena.
“Un brindis por el número 300 que ellos habían fundado, y les pido su opinión. Hojean, comentan brevemente sus “primeras” impresiones y en eso entra Vicente Feliú, (también de los que giraban en torno a la etapa fundacional), saluda a los viejos amigos, arrima una silla y comienza a cantar y recordar con ellos”.
Recordaron los primeros días de la revista. Hablaron de Jesús Díaz y de Nogueras y después de todas esas valoraciones y memorias — recuerda Fidel— fueron pasando por la escena Diego Gutiérrez, Liuba María Hevia, el grupo de “Aceituna sin hueso”, y al cierre Santiago Feliú con Elmer Ferrer.
“Mi sentido trovadoresco inclinó la balanza caimanera hacia conciertos y peñas, aunque es algo que caracteriza al Saurio desde sus inicios; legendario ya el recital “Teresita y nosotros” que se realizó el 1ro de julio de 1968 en el Museo Nacional de Bellas Artes. Teresita era la ya reconocida Teresita Fernández y “nosotros” los poetas de ´El Caimán…´, entre los que se contaba uno flacucho y de grandes entradas ya (a pesar de sus solo 21 años) con una guitarra, que se presentaba por vez primera en público, y que resultaría simple e inmensamente, Silvio”.
Hoy sabemos que el camino al comunismo es el camino al desarrollo y la autenticidad cultural. La cultura de Cuba se salvará con Cuba, el desarrollo del país es el desarrollo de su cultura
Aquellos años iniciales de la Revolución, de explosión cultural, de la eufórica fusión de los intelectuales y artistas con el proyecto que se construía fueron también de intensas polémicas en el campo de la cultura, las cuales iban delineando los límites de lo permisible, de “lo políticamente correcto”, de lo “incorregiblemente contrarrevolucionario”.
Con el año 1967 y la publicación de su número 17, concluye la primera etapa de la historia de la revista. La polémica más importante protagonizada por sus miembros a partir de la publicación de la crítica que Heberto Padilla le hiciera a la novela “La pasión de Urbino”, del entonces vicepresidente del Consejo Nacional de Cultura, Lisandro Otero, condujo a la expulsión del grupo fundador.
Durante estos años, la revista se define por “un lenguaje visual muy atrevido y que no se limita a los campos del arte, o digamos que los pone a interactuar con la sociedad y con la historia, de ahí que contara entre sus colaboradores cercanos con Fernando Martínez Heredia, Aurelio Alonso, Ricardo Jorge Machado, entre otros más de la zona ensayística, de pensamiento, aparte de poetas y escritores. Casi todos en el entorno de los 23 a 26 años de edad”.
Tras ese mismo engranaje de funcionamiento, se piensa “El Caimán” de hoy, que mantiene como otra marca raigal, la representación del pensamiento y la creación joven de la Isla y el sentido de la inmediatez. “Al mantenerse en formato tabloide, el paso desde el cierre de edición hasta la salida a la calle puede ser de horas, como quien dice de periódico, por lo que sin ser plenamente noticioso, también lo es”.
Si hubiera que definir algo en común para todos los caimaneros, eso sería el sentido de pertenencia. Fidel Díaz lo dice sin ambages: “Es como un título olímpico. Preguntemos a directores como Alex Pausides, Paquita Armas, Fernando Rojas, o aquellos fundadores que lo lanzaron al ruedo con Jesús Díaz” y aunque menciona solo a algunos directores, recalca que esos tonos identitarios también están relacionados con los editores, los equipos en general, y con lo que va pidiendo cada tiempo.
-Yo soy como un dino-saurio, llevo 21 años y 118 caimanes impresos, ¡algo desmedido! -escribe y justifica rápidamente la extensión del tiempo por el acompañamiento constante que ha tenido en la dirección de la revista, pues ha podido estar en no pocos momentos fuera del primer plano e incluso hasta “upside”.
“Creo que en una revista como ´El Caimán…´ hay un peso considerable en el editor y todos sus componentes son importantes. Cuando entré, el editor era Lagarde, y Fernando Rojas me apoyó mucho; luego entró como editora Aymara Aymerich, excelente poeta y escritora, que trajo miradas más frescas (mucho más joven que nosotros) y acercó a escritores de los más “nuevos”. Ya en el 2004 entra a la revista Rafael Grillo y poco más de un año después pasa a ser jefe de redacción; o sea que él ya cabe en mi categoría de dino-saurio”.
Del “Blado”, “Joaco” y “Paca”: los demás “dino-saurios”
En esa casa-revista hay nombres de los que no se puede prescindir. La línea de coherencia que los une con el grupo fundacional se mantiene imperturbable también por ellos.
“Al Blado lo bautizamos como “El caimanero mayor”, pues comenzó a colaborar a mediados de los 70 en la revista, y entró a su plantilla en la época de Paquita Armas en los 80, hasta el 5 de mayo de 2016, que muere en Bayamo. Poeta, de versos y vida, periodista agudo y bucólico, ser aglutinador y bohemio extremo; “El Caimán…” era para él, dicho textualmente en una discusión “un templo sagrado de la cultura cubana”, y en otra ebria ocasión cerró un confuso altercado de ideas entre nosotros, mandándonos a callar con una sentencia asumida luego como lema: ¡Aquí lo que hay es que beber ron y ser revolucionario!
“El Blado ha sido –es- como un vigía que durante décadas velaba porque la revista sostuviera su inclusivismo, su amor patrio, su sentido cultural profundo, su coherencia, enrumbando cualquier devaneo o coqueteo, desde una ética periodística y estética de alto vuelo, sin mercadeos y sin elitismo, auténticamente popular. Y fue transmitiendo ese sentido profundamente chovinista de que no hay nada que se parezca a ‘El Caimán Barbudo’.
“El Joaco, de muchísimos años en la revista, de un nivel de periodismo investigativo supremo, el más informado de todos, muy ecuménico, como el mentor humano de la revista.
“Haber tenido (y tener) dentro de “mi” tribu a Paquita Armas, en su retorno, (fue directora en los 80, sacada del cargo por un jefe gris, un clásico totalitarista de esos que solo quieren debajo de él a los “sí,sí,sí”) también aporta experiencia, mucha polémica y aire conspirativo. Con ella inventamos los Pacazos, (almuerzos de “trabajo” caimanero, con algún que otro invitado, como pueden haber sido Fernando Pérez, Natalia Bolívar, el colectivo de ´Vivir del cuento´, Marino Luzardo o Ray Fernández”.
-“El Caimán Barbudo” se ha caracterizado por conectar con los jóvenes y sus prácticas creativas. ¿Cómo se concreta en lo cotidiano este perenne desafío?
“De manera natural, y no solo por la cíclica incorporación de jóvenes en el colectivo, sino porque los dino-saurios que hemos sobrevivido a todas las “guerras” somos “chamacos viejos” (término que hemos acuñado no por quitarnos años de encima sino porque nuestro modus vivendi, que incluye sustancialmente ´El Caimán…´, se desarrolla en la interacción con los que van emergiendo.
“La revista facilita esa relación dialéctica porque la AHS y su membresía son como el tronco que nutre el contenido y por ende el espíritu en nuestras páginas. Es difícil que haya un evento de la Asociación en que no participe alguno de nosotros, o varios, en los que además presentamos siempre la revista. Es como si no hubiéramos salido de la organización (que tiene como límite los 35 años de edad). Joaquín Borges Triana (Joaco) es constantemente consultado o llamado como tutor de tesis relacionadas con cultura o periodismo, le piden asesoramiento, charlas sobre temas diversos; algo parecido ocurre con Grillo que es profesor de la Facultad de Comunicación; yo igualmente sostengo esa relación con las nuevas generaciones -o descaradamente me inserto en ellas- en tanto trovador, realizador de radio, o guionista de televisión, o sea que no salimos de ese ambiente en el que emergen las nuevas tendencias del arte y el pensamiento.
“A esto hay que agregar las renovaciones en la plantilla que traen consigo también nuevos colaboradores. En estos (mis 22 años, casi ya) entró Helena Arcos como diseñadora, sustituyendo a Andrés Mir, quien partió hacia Rusia; Yamilé Castellanos, como realizadora; Lourdes Mederos, que también escribe, sustituyó a la clásica correctora Marbelys Sánchez. Alba Graciela entró como fotorreportera cuando partió hacia Barcelona ´el Richard songs´ (Ricardo de la Rionda, que estuvo unos cuántos años en la tropa). Albita ha ido derivando hacia web master. A propósito, nuestro sitio web lo comenzó Luis Fajardo, y tuvo un importante despegue cuando lo rediseñó Escael Marrero. Darío Alejandro Escobar ha estado haciendo funciones diversas en la medida en que la revista se ha ido transformando, entró por Leopoldo Luis (Leo), a su vez pasó un tiempo también Raúl Enrique y al irse entró Yenys Laura Prieto. La novata del año en la tribu es Dailene Dovale, quien ahora mismo es la editora web, y con Albita y Darío está día a día con el trabajo en redes. Todos estos -salvo Helenita- son graduados de la Facultad de Comunicación, como Licenciados en Periodismo del 2012 para acá. Lógicamente, arrastran a compañeros de generación, de estudio o de sus círculos de amistades, intelectuales, que pasan a gravitar en el ambiente del “Caimán”, a esto subrayemos que nuestro editor-jefe de redacción sea profesor de la Facultad.
“Causa y efecto de todo esto es el periodismo que se ha hecho y hace en la publicación, que ofrece oportunidades de trabajar géneros y maneras de hacer, diversas, con un amplio campo temático y de espectro en cuanto a ideas, o maneras de ver y abordar el panorama cultural, la sociedad. Ha sido también una guerra de más de dos décadas en la que hemos tenido tres muertes: Armando Fernández (El Mandy) realizador, Luisa Fajardo con quien empezamos a tener página web y el Blado, el gurú”.
Para El Diablo Díaz es imposible que la revista tenga la misma influencia que en sus años iniciales, porque las épocas son distintas y con ellas, las personas; sin embargo, pide “darle vueltas al asunto” y explica lo que ha sucedido:
“La revista llegó a tener tiradas de 50 mil ejemplares e incluso más, en tiempos en que no existía Internet, con dos canales de televisión (transmitiendo solo hasta las 12:00 de la noche), y en un país en el que el conocimiento y la lectura se convirtieron en derecho y orgullo de todos; algo in crescendo desde la Campaña de alfabetización hasta… 1990, 1991…quizás un poco más, cuando comenzó el periodo especial con sus extremas limitaciones a trastocar esos valores. Hasta ahí, las revistas impresas tienen un peso que luego la diversificación de vías de información van restando. Si tienes varios canales, Internet, el paquete, la computadora…, la resonancia de una revista impresa o incluso de un sitio web, ya no es la misma, se han diversificado mucho las vías de informarse o recrearse; ahora mismo entre el “twiteo” y el “facebuceo” va quedando menos tiempo existencial para la lectura de una publicación.
“La expansión de las redes sociales va sembrando hábitos de mensajes breves, muy visuales, la cultura del meme, lo cual va en detrimento de la extensión y profundidad del conocimiento; se nos va podando de la capacidad para adentrarnos en la espesura del pensamiento, vamos arrastrados hacia una vagancia intelectual, en esa adicción por la idea al vuelo.
“Nos asaltan volúmenes de información desmesurados, que nos impulsan al zapeo, ese saltar de título a título, y a dar likes sin haber siquiera leído una entrevista o artículo. Nos vamos drogando de esa ligereza informativa, que no procesa información, en esa avalancha en la que nos inundan mezcladas las verdades con los fakes news y terminamos adictos a ese reality show que nos va desalmando. Al ser emisor de noticias cualquiera que tenga un móvil, vivimos en un caos amplificado, se nos va arrastrando a una guerra frecuentemente deshumanizada, descerebrada. Por supuesto, que la culpa del asesinato no es del cuchillo, y a la vez esa “democratización” de la información contiene también muchas ventajas. Si habitáramos en un mundo mínimamente cuerdo –o sea, justo- esas herramientas que nos ofrece la tecnología serían mucho más útiles, pues indudablemente se anulan con ellas las distancias y las posibilidades del conocimiento se ensanchan casi hasta el infinito.
“En todo este cosmos de Internet, “El Caimán…” tiene que replantearse constantemente, insertándose en las nuevas vías y maneras de comunicarse, sin perder su sentido, su espíritu, su esencia. ¿Puede ser en ese nuevo escenario tan influyente nuestra revista como antes? Tengo que seguir dándole vueltas al asunto.
“´El Caimán…´ se movió en sus primeros 20 años, digamos, en un ambiente latinoamericano, que gira en torno a Casa de las Américas, grandes escritores como Julio Cortázar, Mario Benedetti, Roque Dalton, Gabriel García Márquez, Ernesto Cardenal, por mencionar solo algunos, publicaron en sus páginas. Aún en la actualidad la Casa Editora Abril ha participado en ferias del libro en Latinoamérica y han llegado escritores y lectores hasta los estands emocionados al ver algún ejemplar: ´¡El Caimán existe todavía!´ Y lo han comprado como quien se encuentra un tesoro. Y es que tuvo esa resonancia en el mundo progresista pendiente de la Revolución cubana.
“Hoy se ve mucho menos su edición impresa (20 mil ejemplares, a veces cada dos o tres meses) y conspiran los tempos de este tiempo contra una cultura de pensamiento; sin embargo, nos consta que regularmente los creadores, ven como algo importante, motivo de especial orgullo y aval, que se aborde su obra o que se les publique un texto o una ilustración en ´El Caimán…´. Y son muchos los jóvenes periodistas que se acercan con interés de integrar nuestra cofradía. Creo que influye la leyenda que gravita sobre la publicación, pero también la coherencia con su historia y el nivel estético y cultural de lo que se publica, sin caer en modas o frivolidades.
“Hacía referencia al espíritu latinoamericanista de la publicación en sus primeros años y es algo que no se ha perdido para nada. Muchos son los escritores y poetas, creadores en general que pasan por ´El Caimán…´ de las dos últimas décadas, Luis López Nieves, Eduardo Halfon, Santiago Gamboa, Daniel Ferreira, Selva Almada, Gustavo Nielsen, Federico Bianchini, Darío Zalapa, Mauricio Bares, y muchísimos otros.
“Es cierto que la tirada de la revista es mucho menor, pero ´El Caimán…´ era solo una revista impresa, ahora está en Internet, en las redes, con lo cual supera por mucho su alcance; cierto que en mundo más complejo, pero antes para leer un ejemplar en el Sur (o en el Norte) había que comprarlo aquí y llevárselo físicamente. Hoy basta con recibir un link, o visitar la página así estés en el punto más distante del kilómetro cero de Cuba, ubicado en el Capitolio Nacional, frente al cual está la pecera del Saurio.
No renunciamos a los llamados temas no sociales porque no creemos en temas no sociales. El amor, el conflicto del hombre con la muerte, son circunstancias que afectan a todos, como es íntimo, personal, el auténtico fervor revolucionario.
“La revista tiene dos documentos básicos: un perfil editorial y un plan temático. Cuando se acerca el fin de cada año, aparte de acordar un Pacazo a lo grande (o sea, una de esas reuniones-almuerzo-comida y cuasi desayuno en otros puntos geográficos distantes e insospechados al que comenzó la velada) analizamos esos documentos. El primero casi no varía, porque el perfil contiene las características, objetivos, destinatarios de la publicación. No obstante le tiramos un vistazo por si alguna novedad y porque es raro el año en que no entre nadie nuevo y es bueno que lo tenga claro.
“Ya el plan temático es la proyección base para el trabajo del año, incluye los principales creadores a promocionar, temas y eventos a tratar, a veces con fechas precisas, como puedan ser aniversarios o eventos concretos, revisamos, principalmente, los de la AHS, también los de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y el Ministerio de Cultura, y otros que puedan sernos útiles. Analizamos cuales debemos priorizar. Igualmente planeamos o soñamos viajes a provincias a presentar la revista e intercambiar con creadores y periodistas, casi siempre convoyados a eventos y otros proyectos vinculados a la revista como institución cultural más allá de sus páginas. Ya salen de aquí algunos encargos a periodistas de plantilla o colaboradores. Casi siempre circulamos un pre plan, y luego vamos a esa reunión donde cada cual aporta y decidimos colectivamente, tras largas y encendidas discusiones.
“Los debates del “Caimán” son famosos porque en no pocas ocasiones nos excedemos en tono, a tal punto que las voces se han escuchado fuera de nuestra pecera (la oficina es el mezzanine con paredes de cristal de la Casa Editora Abril). Y es que somos como una hermandad, cada cual con su visión o sus visiones, pero con lazos realmente de familia, o más, porque nos visitamos, salimos juntos a los lugares y actividades, exposiciones o conciertos bajo un gusto, o sentido cultural común. No hay fronteras entre trabajo y vida. A esto agreguemos que hay una base sáurica que incluye a nuestro eterno Blado con Joaquín-Paquita-Grillo-Fidelito, de dos décadas de esa especial convivencia.
“Quiero subrayar este modo de hacer “colectivamente” porque es importante esa “democracia participativa” que implica, en primer lugar, que todos sienten la revista suya porque tienen real participación en las proyecciones y decisiones. Si bien, cada cual tiene su responsabilidad en la publicación, la revista se hace entre todos, incluso alternando roles, y sin escalas jerárquicas. Ni por cargo, ni por antigüedad, ni siquiera por prestigio. Y todo se consulta, desde la entrada de alguien a la nómina de la revista, hasta dudas con artículos, o acciones que pensamos asumir.
“Y así ocurre incluso con artículos, especialmente cuando por razones diversas, puedan implicar repercusiones no deseadas, dígase de carácter, social, moral, política, o estética. No es que yo nunca haya tomado una determinación como director o Grillo como editor, haciendo uso digamos de ese voto del veto. Pero han sido tan de excepción que serán acaso dos o tres veces en dos décadas, y siempre con un par de llamadas, de consulta. Esto me resulta casi increíble, en tanto tiempo y con una revista sin dudas polémica. Aclaro que no le temo al cartel de censor. Hay una leyenda negra alrededor de la censura, como la palabra esquiva, maldita. Creo que todo directivo de una publicación o medio masivo es un censor, o al menos un filtrador (si queremos un eufemismo). Digo más, todo creador de una obra de arte lo es”.
Siempre tendrá que haber un espacio para la poesía y Díaz Castro lo recuerda al enviar este poema de Luis Rogelio Nogueras, que versa sobre el tema:
La poesía se parece a la censura
porque también la poesía es el arte de quitar lo que molesta.
Pero el poeta
es el reverso del censor:
el poeta quita las hojas
secas
y el censor corta las raíces.
“En ambos casos hay una selección de la realidad que obligatoriamente discrimina otra. El problema está en qué se poda. Un editor tiene un grupo de trabajos y selecciona unos y desecha otros, por el concepto que tiene para determinada edición, por el nivel cualitativo de ese trabajo, por su extensión, o también puede darse que no se ajuste determinada obra a la línea conceptual, estética, ética o ideológica de esa publicación o medio. Esto es en todos los rincones del mundo, si no fuera la anarquía total y una publicación no tendrían ni identidad, ni calidad, ni perfil”.
-¿Cómo se prepara un número de la revista?
“También ha variado. El editor, con su colchón de materiales empieza a manejar un tema central alrededor del cual giran directa o indirectamente los diversos trabajos. Hace la propuesta al director y en reunión de colectivo se le da taller, se ´tallerea´ lo que escribirán los de la plantilla, se manejan nombres de colaboradores… se hace la paginación, que puede tener luego variaciones, de acuerdo al peso o contundencia de cada trabajo o cómo al tenerlo ya todo en la mano, pueden sugerirse ideas al lector de una página a otra, por la manera en la que vayan engarzándose subtemas. Se le entregan los materiales editados a la diseñadora y luego viene la etapa de revisión y corrección.
“En principio el sitio web era como la versión del impreso en digital. Pronto se fueron ampliando las posibilidades y Grillo, el editor, se percató de que debería ser al revés, ya que Internet tiene toda la capacidad de asimilación de materiales y la inmediatez. Y pasó entonces el sitio al primer plano y el impreso a una versión diferente, pero sintetizada de lo que publicábamos en Internet. Luego llegaron las redes, y la estructura ha ido cambiando. En estos momentos Dailene es la editora web, con Darío y Albita, como un trío que se encargan de los diversos trabajos en las distintas plataformas, que diariamente aportan desde artículos, secciones de poesía, de música de recomendaciones, podcasts, cápsulas en video a creadores, interacción con los receptores dígase en la plataforma Medium o Instagram, en el grupo en Facebook, Twitter…
“El editor jefe, Rafael Grillo, con Dailene va perfilando esa diversidad, con los trabajos de peso que van luego a la edición impresa. Tenemos además un grupo interno de Messenger, donde día a día vamos pasándonos propuestas, avizorando temas, fechas, es como estar en perenne reunión de colectivo. Lo cual no excluye (para nada) los intensos debates políticos, culturales, hasta deportivos, humanos o divinos.
“En cuanto a expresiones artísticas siempre somos más fuertes en música, especialidad de Joaquín (aunque escribe de todo), igualmente yo me muevo por ahí y tenemos la sección fija especializada “La cuerda floja”, de Humberto Manduley, heredera de la legendaria “Entre Cuerdas” que llevó el Guille Vilar en los años 80. En poesía tenemos a Yenys Laura, que tiene buen poder de convocatoria entre las generaciones de poetas, y una sección fija “Por primera vez”, que viene desde hace más de tres décadas, en la cual muchos poetas importantes de hoy vieron sus primeros versos publicados. Para literatura está Grillo quien tiene hasta el sitio Isliada, aunque artes plásticas y cine están entre sus perfiles también.
“En medios masivos contamos especialmente con el apoyo de Paquita que no solo escribe si no que nos pone en alerta ante series o programas en los que debemos poner acentos. Más flojos, en dependencia de la temporada en que hemos tenido más o menos colaboradores, están el teatro y la danza. Historia y filosofía, también han sido abordados intermitentemente, están entre los que debemos darle mayor relevancia.
“Quiero además enfatizar el trabajo de años que ha desarrollado nuestra publicación con los que se llama nuevo periodismo narrativo latinoamericano, y que ha sido impulsado por Rafael Grillo. Desde la publicación de los clásicos como Rodolfo Walsh, García Márquez, Harold Conti, hasta las constantes colaboraciones de escritores y periodistas del continente en la actualidad”.
No creemos que exista hoy una crisis de la poesía. Existe, sí, la crisis de una concepción de la poesía.
Cuenta Díaz que, en el plano editorial, muy pocas dificultades han sorteado: “una vez publicamos una nota de disculpas por la reclamación de un destacado escritor al que cambiamos una palabra por un sinónimo ´suavizando´ algo una expresión; un dossier que teníamos preparado sobre una gran polémica, y luego nos pidieron que lo retiráramos porque iba a salir en un libro que estaba ya en imprenta; una polémica mía, primero en redes, que pensé no ponerla en el impreso, y terminé cediendo y en época ya de redes sí tuve que usar el derecho al veto por una nota y un artículo breve compartido, que es lo más difícil para uno, aunque no fuera información generada en la revista”.
No obstante, los mayores problemas son de naturaleza material, por estructuras aún no actualizadas del modelo de prensa.
“Por ejemplo, la plantilla de ‘El Caimán…’ es la misma que se hizo para la revista impresa, y en estos momentos estamos en diversas plataformas y creando contenido en audio y video o transmisiones en vivo, con la misma tribu. El pago a colaboradores sigue rigiéndose por los montos de los años 70. Una entrevista se paga a 25 pesos, un artículo o reseña crítica a 60 y un ensayo a 100”.
Díaz insiste en la reconexión que a su llegada a la revista en el año 2000, se estableció con los fundadores. El gallego Posada fue uno de los que se unió nuevamente a “El Caimán” y colaboró con regularidad.
“En una ocasión, por un aniversario, le pedí que nos hiciera algunas de sus maravillas, me pidió todos los textos del número que preparábamos y lo ilustró de arriba a abajo. Cuando empecé a sacar cuentas le podía pagar cerca de 400 pesos. En cuanto supe que había regresado de uno de sus viajes a su Asturias natal, lo llamé y le pedí que cuando estuviera cerca pasara para hablar una “cosita” con él. En efecto, cuando le dije, nervioso cuanto le podía pagar me dijo: ¡Hostias tío, no me pagues nada, dona eso para las MTT! Y ripostó: “Olvida eso y vamos a la esquina a tomarnos un café y dime de qué va el próximo Caimán para ilustrarlo.
“Fuimos con Lagarde al cafetín de la esquina de la editora. Posada nos dijo que iba a San Antonio de los Baños a estar con su familia y al regreso pasaba a recoger los textos. Nos despedimos en esa esquina. Un par de días después, nos llegó la noticia, había muerto el gallego; se despidió recordando que ilustraría el próximo Caimán”.
Notas
1. Todos los enunciados señalados en negrita y cursiva son fragmentos del manifiesto “Nos pronunciamos”, publicado en el primer número de “El Caimán Barbudo”
2. Así se hace llamar en su perfil en Facebook
3. De ese modo llamaban los caimaneros a la casa del periodista Bladimir Zamora
(Ilustración de portada: Dary Steyners)
Ojalá digitalizaran, como están haciendo varias renombradas publicaciones extranjeras con sus archivos, los números de El Caimán.