El joven rebelde, dirigido por Julio García Espinosa y una de las primeras obras de ficción posterior a la creación del ICAIC, específicamente, el cuarto largometraje producido por este, arriba este año al aniversario 60 de su filmación, como ejemplo de un cine que “entonces apenas estaba naciendo”1, entre tanteos, búsquedas y reafirmaciones, diría José Massip, uno de los guionistas del equipo liderado por el italiano Cesare Zavattini y que contó, además, con José Hernández y el propio García Espinosa.
Zavattini, uno de los grandes guionistas del cine y, además, uno de los principales teóricos y defensores del neorrealismo ―bajo cuya influencia se formaron en las aulas del Centro Sperimentale di Cinematografia en Roma realizadores cubanos como García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea―, había escrito los textos de clásicos de Vittorio DeSica como Ladrón de bicicletas (1948), Milagro en Milán (1951) y Umberto D. (1952).
El italiano, quien había visitado Cuba más de una vez en la década anterior y conocía a los jóvenes miembros de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, sería, para el cine cubano de esa década, “además de un mentor, un portavoz enérgico”, afirma Juan Antonio García Borrero2. “Ningún intelectual de Europa expresó antes que él, de manera pública y con tanta vehemencia, el tremendo entusiasmo que le provocaba la derrota de Fulgencio Batista. Era apenas el 2 de enero de 1959, y ya Zavattini le estaba enviando desde Roma a Alfredo Guevara, futuro presidente del ICAIC, una carta”3 desbordada de optimismo, donde escribía: “Ustedes están en la situación ideal, así como estuvimos nosotros, inmediatamente después de la caía del fascismo, para desvincular el cine de las rémoras industriales y hacerlo devenir el medio de expresión político y a la vez poético de la gran aventura democrática hacia la que se están encaminando”4.
Poco después Zavattini no dudó en aceptar la invitación cursada por el gobierno revolucionario para colaborar en la construcción del ICAIC o, como subraya García Borrero, “en la construcción de una cinematografía nacional”5. Arribó a finales de 1959 a La Habana, asesoró varios proyectos de guiones y supervisó Cuba baila, de García Espinosa, el primer filme producido por el ICAIC; y comenzó a trabajar en el guion de El joven rebelde a partir de un argumento suyo: “Se trata de un muchacho de 14 o 15 años que se alza en la Sierra. Es un argumento increíble para el extranjero. Y trabajamos para convertir esto en un espectáculo interesante”, aseguró a inicios de 19606.
En carta a Alfredo Guevara desde Roma, Zavattini le comenta sobre el proceso de escritura del guion de la película: “Se trata ante todo de no querer y no deber considerar El joven rebelde como un filme de propaganda en el sentido estrecho y directo. Esto no le quita cierta imprescindible exigencia informativa, pero al mismo tiempo permite un tono, un modo, de mayor alusividad respecto por ejemplo, a los cuentos de la revolución”7.
García Espinosa, quien entonces se encontraba en México en la posproducción de Cuba baila, sería el director de la película. Aunque el proyecto no le interesaba, contó el director de Aventuras de Juan Quinquín (1967) y Reina y Rey (1994), “Titón y yo éramos los únicos que teníamos cierta experiencia para atrevernos a hacer un largometraje. Yo quería hacer entonces Bertillón, de Soler Puig, pero Titón se enamoró de la novela (que nunca hizo) y el otro argumento disponible era El joven rebelde, que yo asumí. Trabajé el guion, tuve muchas conversaciones con Zavattini, de modo que fue una experiencia muy enriquecedora (…) Tengo muchísimas anécdotas con el gran neorrealista, pero puedo decirte algo que lo resume todo: entre las muchas gentes por las que uno está influenciado, él ocupa un lugar muy importante en mi vida y en mi generación”8.
La historia de Pedro, el joven campesino que se incorpora al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, cuya impetuosidad y espíritu rebelde le traen enfrentamientos con sus superiores y que alcanza su madurez como combatiente en la decisiva batalla de Guisa, se estrenó el 2 de marzo de 1962 y fue seleccionada entre los filmes más destacados del año. El Festival de Karlovy Vary, en Checoslovaquia, le entregó el Premio al Joven Creador al filme protagonizado por Blas Mora, Wember Bros, Lionel Alleguez, José Yedra, Miguel Piedra, Carlos Sessano, Cuqui Ponce de León, Amanda López, Reinaldo Miravalles y Ángel Espasande, con fotografía de Juan Mariné y edición de Mario González. La producción fue de José Fraga; el sonido, de Eugenio Vesa; y la música, del joven Leo Brouwer (que había trabajado para el ICAIC desde Historias de la Revolución).
A pesar de los reconocimientos y de la influencia del neorrealismo y sus maestros en el cine cubano de los primeros años del ICAIC, el propio García Espinosa estaba consciente, como asegura García Borrero, de que aquel modo de representación de la realidad que proponía el primer neorrealismo comenzaba a ceder terreno ante los nuevos movimientos (free cinema, nueva ola francesa, cinema verité, cine directo, entre otros). “…cuando leí el guion, la historia no me resultó interesante, o más bien no me interesó la forma en que estaba narrada. La sentía totalmente ajena a mi sensibilidad. Pero, ¿cómo desdeñar un guion de Zavattini? Por disciplina profesional, por lo que podía representar para el Cine Cubano, realicé el filme. Me costó separarme de Zavattini y del Neorrealismo italiano por más de treinta años”9, rememoró quien fuera presidente del ICAIC entre 1983 y 1990, y director de la EICTV entre el 2004 y el 2007.
Si bien el filme es un ejemplo de la evidente huella neorrealista en la producción cubana de estos años, El joven rebelde “también resulta el punto de ruptura entre el maestro neorrealista y los cubanos”10, asegura Anastasia Valecce, pues desde ese momento, los directores cubanos, particularmente Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea, “tomaron consciencia de la necesidad de producir un cine que no tuviera influencias extranjeras, y por lo tanto, declararon su voluntad de tomar distancia del neorrealismo. Las circunstancias que determinaron el final de las relaciones entre Zavattini y los cubanos están muy conectadas con la producción de El joven…”11.
A partir de ahí, añade la investigadora, los cineastas de la isla “encuentran estrategias para crear lo que ellos definen como un cine propiamente cubano. Este nuevo lenguaje cinematográfico no habría podido existir sin los contactos, las pausas, las distancias y finalmente la ruptura que implicó la relación con el neorrealismo”12. Volver a El joven rebelde, a 60 años de su filmación, resulta una buena oportunidad no solo para analizar la influencia de Zavattini y el neorrealismo en la filmografía de esa década, sino para comprender un cine que, a partir del aprendizaje, insistía en construirse desde sí.
Referencias bibliográficas:
1 Massip, J. Así hablaba Zavattini. Revista Cine Cubano, no. 155, pp. 52-53.
2 García, J.A. (2015). Intrusos en el paraíso. Santiago de Cuba: Editorial Oriente, p. 65.
3 Ídem.
4 Guevara A. y Zavattini, C. (2002). Ese diamantino corazón de la verdad. Madrid: Iberoautor Promociones Culturales S. L., p. 204.
5 García, J.A. (2015). Intrusos en el paraíso. Santiago de Cuba: Editorial Oriente, p. 69.
6 Guevara A. y Zavattini, C. (2002). Ese diamantino corazón de la verdad. Madrid: Iberoautor Promociones Culturales S. L., p. 198.
7 Ibídem, p. 81.
8 Padrón, F. Dos reyes en Pueblo Mocho. Revista Revolución y Cultura, no. 1/95, pp. 32-33.
9 García, J. Recuerdos de Zavattini. Revista Cine Cubano, no. 155, p. 60.
10 Valecce, A. Neorrealismo y cine en Cuba: historia y discurso entorno a la primera polémica de la Revolución, 1951-1962, Purdue University Libraries, 11-2020, West Lafayette, Indiana, p. 10.
11 Ibídem, p. 11.
12 Ídem.
Tomado de: Cubacine