Para Enrique Pérez Díaz -cuya obra ha sido traducida en una veintena de países a más de quince idiomas- quien se dedique a escribir para niños y jóvenes tiene, “en primer lugar que poseer una gran imaginación” además de ser un “gran lector: leer nos da herramientas, nos permite comparar, actualizarnos. Ser optimista y creativo. Demostrar a los niños que lo imposible no es imposible por difícil que a veces cueste creerlo. Ser muy riguroso, exigente y vivir la historia que cuentas, sufrirla, soñarla y dejar la vida en ella”, me aseguró en reciente intercambio electrónico.
Merecedor del Premio Ismaelillo y La Rosa Blanca, La Edad de Oro, Premio Abril y Premio Especial Abril, entre otros muchos reconocimientos, y es autor de textos como ¡Odio la escuela!, (Editorial Unicornio), Ángel de otoño (Editorial Gente Nueva), ¿Dónde estás, Paulo? (Ediciones Orto) y Miedo en el cine (Ediciones ICAIC), actualmente está al frente del Observatorio Cubano del Libro…
“El Observatorio Cubano del Libro y la Lectura es una dirección del Instituto Cubano del Libro, fundada en el 2008 para actuar como una especie de medidor de los procesos culturales relacionados al libro dentro y fuera de la institución. Se me dio la tarea de dirigirlo en el 2017 y todavía ando “alfabetizándome”, como suelo decir, en temas sobre consumo cultural, recepción lectora, demanda insatisfecha, etc. Dentro del trabajo del Observatorio figura la confección de un resumen estadístico de la producción editorial de cada año, encuestas a los públicos que acuden a las ferias y otros eventos del Instituto y, por supuesto, el análisis de estadísticas de venta, demanda insatisfecha, el mapeo de instituciones culturales vinculadas al libro y la lectura y la promoción lectora, en la cual acompañamos a la Biblioteca Nacional José Martí, en sus acciones por el Programa Nacional por la Lectura.
–Durante varios años fuiste el director de la Editorial Gente Nueva, ¿cuál fue la mayor enseñanza que te dejó este complejo trabajo?
-Gente Nueva ha sido una escuela para mí. Soy de quienes piensan que cada día se aprende algo nuevo. Es una casa con una rica tradición editorial, que tiene una norma muy exigente y un colectivo muy profesional. Por ella hemos aprendido a leer muchos de nosotros y dirigir las políticas de un lugar semejante entrañó tamaña responsabilidad. En mi caso, mi mayor aporte fue cumplir con un encargo que se me diera en el 2007 que era actualizar los catálogos con obras contemporáneas y, además de crear la colección Veintiuno de narrativa cubana y extranjera; traté de que cada editor hiciera su propio proyecto en diversos géneros y colecciones, tendiendo a dar a conocer nuevos autores, de provincias, etc. Fueron años de trabajar en varias “Gentes Nuevas” a la vez, sin menoscabo de la tradición de una cincuentenaria editorial.
– ¿Por qué la literatura para niños en ti?, ¿cuándo, cómo y por qué comenzó esa pasión en ti?
–Comencé a los 16 años. Leía mucho y me dio por hacer obras de teatro para unos niños que estudiaban piano en mi casa. Luego, a partir de ellos mismos me dio por escribir novelas policiales un poco a la manera de Enyd Blyton, una famosa autora inglesa del período de la posguerra que hacía grandes series de misterios y aventuras y que todavía se leen en el mundo entero. Pero nunca tuve muy claro que iba a ser escritor o periodista. Quería ser veterinario, pero opté por el periodismo. En mi casa había mucha gente cercana a los libros, al arte. Conocer a través de la prensa a los grandes autores cubanos, me hizo acercarme al mundo de la Literatura Infantil y Juvenil y, poco a poco, me di a conocer como “autor infantil”, aunque en realidad escribo para personas y sin un acento especial. Solo que mis personajes suelen ser niños porque estimo importante centrarme en ellos, abordar sus problemas, hacer que la gente los entienda y trate mejor.
-Eres un escritor que atesora importantes premios nacionales e internacionales, ¿cuál es el que más feliz te hace?, ¿por qué?
–Todos los premios pueden hacernos felices, pero creo que el Premio Ismaelillo que otorga la UNEAC (la Unión de Escritores y Artistas de Cuba) es el que más impacto ha tenido para mi obra. Dio a conocer un libro que muchos comentan y aman: Escuelita de los horrores. Es un libro que aboga por la autodeterminación de los niños y propicia que los maestros los entiendan mejor. Está escrito en clave humorística y significó un cambio de tono dentro de mi creación.
-En el 2014 figuraste como jurado en el Internationale Jugendbibliothek de Múnich, Alemania, premio que se considera el Nobel de literatura juvenil, ¿cuál fue el aporte esencial que en lo profesional te dejó esta valiosa experiencia?
-Fui jurado del Hans Christian Andersen Award, pero se desarrolló la reunión en la Internationale Jugendbibliothek de Múnich, donde había sido becario en 1998, precisamente, por un estudio sobre el Premio Andersen. Me demostró cuanto más necesitaba aprender y conocer sobre Literatura Infantil y Juvenil y cuánto se publica a diario en el mundo con una impecable factura. Creo que fue un logro que un cubano pudiera representar a su tierra en este galardón y lo agradezco al Comité Cubano del International Board on Books for Young People (IBBY) y su presidenta Emilia Gallego por haber presentado mi nominación y al IBBY mundial por darme esa oportunidad.
-Como escritor de literatura para niños, ¿en qué proyecto estás involucrado en este momento?
–Por el momento, nada de narrativa pues aunque nunca falta la inspiración, a mi edad no siempre sobran las energías. Pero, sí investigo mucho y estoy escribiendo textos sobre la lectura, más bien en una línea periodística. De ese modo vinculo trabajo con creación.”