La voluntad y visión reiterada en el Octavo Congreso del Partido Comunista de Cuba y recientes artículos de profesionales de mucho rigor, como Ricardo Ronquillo y Juan Antonio Borrego, me hacen recordar una consigna que escuché hace más de 30 años en los debates de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP): “la peor opinión es el silencio” y la versión que acuñé desde entonces para el entorno cubano y que cito en el encabezado.
Aquella exhortación a participar en el debate de ideas de la organización regional, que escuché en un congreso celebrado en la brasileña Canela, de Rio Grande do Sul, impulsada por combativos gremialistas argentinos, y su derivación criolla las sigo considerando clave para nuestras circunstancias, con la precisión de que se aplique a asuntos de interés o acontecimientos públicos y no de índole secreta, reservada o estratégica, como los que hizo a José Martí explicar que “en silencio ha tenido que ser”, al tratar sobre las labores conspirativas anticolonialistas en su época.
En el caso de mis colegas, se han referido, respectivamente, al silencio impuesto ante una sensible y muy visible catástrofe ambiental en el oriente cubano y al papel de la crítica en los medios de prensa cubanos. Ambas notas publicadas en Cubaperiodistas y reproducidas en otros medios digitales, son muy recomendables para entender que lo que hoy enfrenta Cuba, no solo sus periodistas revolucionarios, tiene carácter urgente, de vida o muerte para la Revolución.
El espirituano sobre todo se remonta a la historia de este combate por combinar veracidad con oportunidad, justeza con belleza, precisión con profundidad. Para abundar en esto habría que ir a otro texto del guantanamero titulado “Idus de abril: prensa y Congresos del Partido Comunista en Cuba”, que también meritaría una mayor difusión pública.
Todo ello me lleva a un singular recuerdo que me parece oportuno compartir con los interesados en la materia:
Durante el mandato de la Presidencia de la Unión de Periodistas de Cuba iniciado en 1993, tuvimos tempranas muestras de la comprensión sobre la importancia del papel del periodismo revolucionario en la construcción y defensa de nuestro proyecto social por parte del ahora Primer Secretario del Comité Central del PCC y Presidente de la República.
En su momento máximo jefe político de Villa Clara, Miguel Díaz-Canel fue propulsor central de la dinámica periodística que llevó a esa provincia a ganar la primera emulación nacional organizada por la Upec y, conceptos que luego trasmitió en Holguín, a los pocos meses, y que no por casualidad obtuvo la distinción cimera al año siguiente.
Encontramos entonces los que estuvimos involucrados en aquellos episodios de mediados de la década del 90 la concreción de ideas expuestas por Fidel y Raúl a lo largo de su vida revolucionaria y con las que el General de Ejército había estructurado su discurso de clausura del IV Congreso de la Upec, en marzo de 1980. Repasar hoy aquel texto sirve para constatar la coherencia histórica de sus ideas.
Entre tantas de ideas de alto valor escojo solo las de tres pasajes:
“…sin renunciar a los aportes positivos del pasado, nos reservamos el derecho a continuar edificando un nuevo periodismo, al que le planteamos la permanente tarea de impulsar formas sugestivas, creadoras, dinámicas, que por su naturaleza son superiores a las que ha alcanzado el capitalismo, pero que, sin perder de vista el abismo que separa la esencia clasista y los objetivos históricos que persiguen un mundo y otro, debe también en la forma lograr una competencia ventajosa con la prensa burguesa”.
“La prensa socialista debe ser crítica por esencia. El periodista debe…. discriminar lo menos importante, rechazar lo intrascendente y exponer solo aquello que es esencial, útil, necesario o de interés para el lector”.
“Necesitamos un periodismo que sea más profundo en todas sus apreciaciones, más certero en la divulgación, que no solo refleje pasivamente las realidades de nuestra sociedad, sino que sea un reflejo activo que procura y aporte soluciones y ayude a su realización”.
En otros momentos de su intervención, Raúl habló del “elevado sentido de la oportunidad”; y de la “nociva y contraproducente práctica de la apología, la repetición de frases hechas y manidas formulaciones sin fundamentación ni argumentación alguna”.
Otros episodios
Cuatro años después, el Buró Político del PCC emitió “orientaciones para elevar la eficacia informativa de los órganos de difusión masiva en el país”, retomando documentos anteriores, incluyendo el medular Informe Central al Primer Congreso del Partido, las cuales actualizó en 2007, cuando expresó, entre otros muchos valiosos conceptos:
“Un problema cada vez más recurrente es que por desconocimiento de la política o incomprensión, funcionarios de organismos estatales se arrogan la facultad de decidir sobre la conveniencia de que se divulguen o no informes no secretos ni de carácter puramente interno y que tienen, sin embargo, verdadero interés público”.
La hora de las redes
Mucho más habría que extraer de las consideraciones expuestas —y debatidas en su momento a todos los niveles—para constatar lo avanzado (que no ha sido poco) y lo que aún resta por alcanzar, máxime cuando una figura nueva, como las llamadas redes sociales, llena cuanto vacío informativo o de opinión exista (o se invente con aviesas intenciones, en muchos casos).
Hoy cualquiera con un móvil, una conexión y deseos de expresarse puede hacerlo en la red de redes global, con lo que el verdadero periodismo, el respetuoso de la verdad, tiene el mayor de los desafíos, que ha enfrentado.
En especial es el caso del cubano, revolucionario, ético y sin dobleces, que enfrenta a un poderoso monstruo de mil cabezas, pleno de recursos técnicos-financieros, empeñado en torcer, boicotear, impedir, el camino escogido por la mayoría.
Volviendo a la historia me asalta la expresión de Fidel en más de uno de los encuentros que sostuviera con nosotros a finales del pasado siglo y nos hablara del “ajedrez de 500 piezas” (“con un solo Rey, que son nuestras ideas”) al que debíamos de enfrentar ante las complejidades y la inteligencia necesaria para superarlas.
Para la actualidad es aún más vigente el reclamo de profundidad y certeza en los juicios, agilidad y veracidad en la noticia, y conciencia del valor de una lucha que no cesará mientras exista imperialismo, en cualquiera de sus nefastas fases. Ser revolucionarios en todo el sentido fidelista del concepto es la clave para la victoria en la guerra de ideas que enfrentamos.
(Tomad0 del Facebook del autor)
Bien, le felicito, la batalla ideologica, es delicia , los desafíos mayores están en forjar una nueva y distinta cultura, masificar, e instruir en un nuevo evangelio inspirado en el apostolado martiano, visión marxista, prevención fidelidad, y acción ģuevariana, dede la prensa comunitaria, le abrazo, exhorcizando la maléfica post modernidad.