Ser feliz es también un acto de resistencia. ¿No llama la atención que quienes adversan nuestra vida en Cuba, que defendemos gran mayoría, siempre tienen activado lo que llamo “el modo oscuro”? Su visión se expresa en negativo: no ven la sonrisa, ven las vestiduras; no ven el abrazo, ven la pared sin pintar; no ven el plato compartido, ven el contenido. Así es difícil hacer creer que su preocupación es más que la búsqueda individual y rapiñera.
Ninguna persona de mediano saber cree en esa visión sesgada, porque a pesar de todo la luz del sol se cuela por las rendijas, y el rostro amargo que maldice bajo ese sol, al minuto cambia si una voz quiere ordenarle que sólo sea partícipe de la oscuridad.
Leo las disímiles listas y las cartas y las firmas… ¿Surgieron del impulso de mejoramiento o de fracasos personales enconados? Sea artista, profesional, desocupado, joven o no, delincuente, negociante, ineficiente, confundido, mercenario, indiferente, centrista, ideólogo, ignorante, todólogo ¿ya tienen nombre, recursos, apoyo y programa de futuro para las editoriales, teatros, salas de concierto, casas de cultura, escuelas de arte, barrios nuevos, sistema educativo, consultorios de salud, centros de investigación médica, vacunas; academias, instituciones de protección a los niños sin familia, a los mayores, a los desastres humanos y los naturales? Esperaría que sí, porque eso es una ínfima parte de lo que tenemos ahora. Y ellos no renuncian a ninguna de esas ganancias ni pertenencias, aunque traten de dinamitarlas.
Yo no confundo la insatisfacción por errores y por todo lo mejorable y perfectible, pero las redes no son mi buzón de quejas sin sugerencias, ni mi Ministerio de Cultura, ni mi Instituto del Libro, ni mi gobierno, ni ninguna de las instituciones a las que acudo en vivo y en directo para discutir. Vaya facilidad la seguridad del teclado y la de la vida fuera de él.
Por eso no creo en sus demandas, hechas con el peor de los lenguajes o el de las academias, ni en series de quinta categoría, ni en vulgares protestas, ni en reclamos de que les entreguemos nuestros pocos medios para sumarlos a su cadena de repetición, pagada por el dinero del que odia. Un poco de respeto por el sacrificio de Cuba y por la obra y la inteligencia ajenas, que es la nuestra.
El amor y la cuota de felicidad posibles que se construyen en medio de carencias tremendas, son también una forma de resistencia. Solo hay que mirar alrededor, al mundo hoy, para saberlo. Que viva, Cuba, mi gente…