En la Liga Azucarera, allá por el entonces central Chapara, sobresalía por sus fildeos el mecánico y músico de los llamados callejeros Antonio Fernández. Llegaba como ninguno a la pelota, con rapidez, con elegancia; degollaba líneas que a otros le picaban delante, impedía que largos batazos se convirtieran en extrabases, en cuadrangulares incluso. Pero ya verán como los periodistas dedicados a la cultura artística van a “tumbarle” el personaje a los de la cultura física, a los llamados cronistas deportivos. Y sigo narrando.
En el público se repetían comentarios llenos de admiración acerca de su labor en los jardines. “No hay bola que se le escape. Es único en su posición…” Y pululaban los parecidos a estos: “Ahí va el saco. No bateen por ahí: ese hombre tiene un saquito en la mano…!” Tanto que le adjudicaron un cariñoso apodo. ¿Quién dice sobrenombre…? Desde entonces fue su nombre verdadero: Ñico Saquito. Y con el conquistó la fama como uno de los más populares compositores e intérpretes de las guarachas.
“María Luisa me quiere dominar / y yo le sigo, le sigo la corriente…” y el número bordado por Antonio Fernández es arte, alegría, sabrosura triunfantes. No es la única de sus creaciones victoriosas aunque es una de nuestras páginas musicales inolvidables. ¡Cuánta cubanía, al unirse la canción y el humor, logró el músico nacido en el barrio santiaguero del Tivoli el 13 de febrero de 1901!
Fildeaba y bateaba todavía mejor en el ámbito artístico. No le fue fácil. Pero creció al calor de Sindo Garay, Alberto Villalón, Pepe Bandera, Pablito Armiñán entre otros consagrados trovadores. Tremendo ritmo de trabajo. Entregaba una obra para las comparsas La Carabalí, Los Pulmarones, la del Paso Franco, a una estación radial mientras cantaba por aquí y por allá. Cuando el Trío Matamoros le grabó Cuidadito, Compay gallo en 1936, llegó el gran salto: jonrón del expelotero.
Después de integrar el cuarteto de Manolo Castillo y, más adelante, el Típico Oriental: a fundar para andar por su propio camino: el cuarteto Compay gallo junto a Ramón Márquez, Guillermo Rodríguez Fide y Guillermo Mozo Borgella. Lo contrató la popular emisora RCH Cadena Azul durante ocho años; espacio importante en Radio Cadena Suaritos además. No se cansó: organizó otra agrupación de notable arraigo: Los Guaracheros de Oriente.
Después de una larga estancia en Venezuela, regresó a la patria en 1960. En la Bodeguita del Medio deleitó desde entonces a los parroquianos. Falleció en La Habana el tres de agosto de 1982. Ñico Saquito aunque más afamado por sus guarachas, sobresalió en otros géneros: bolero, guaguancó, son, rumba afro, chachachá. La pelota perdió un atleta; el arte lo ganó para siempre.