Elías Canetti (1905-1994), Premio Nobel de Literatura en 1981, publicó en Austria una novela que se conoce por tres títulos: Enceguecimiento apasionado del ajedrez, Auto de fe y El Deslumbramiento, en la que el protagonista ve en sueños que se traslada a América, donde se proclama campeón mundial de ajedrez.
Contó el sueño a sus amigos y se quejó de que en América nadie pronunciaba correctamente su nombre, Fischerele, sino que todos le decían Míster Fischer. Lo curioso es que esta novela fue publicada en 1935, ¡ocho años antes del nacimiento de Robert Fischer!
Robert James Fischer es tan conocido en el mudo como las mismas piezas del ajedrez y quizás más. Nació en plena guerra mundial, el nueve de marzo de 1943, en Chicago, Illinois (EE.UU). Su padre fue el biofísico alemán Gerhardth Fischer, y su madre la enfermera Regina Wender. Se separaron cuando Bobby solo tenía dos años.
Viviendo en Brooklyn, un buen día su hermana Joan compró un juego de ajedrez, cuando ella tenía 11 años y él seis. Aprendieron a mover las piezas con las instrucciones que venían en el estuche.
Como en el caso de Spasski, con Fischer no tuve una entrevista formal. No podía serlo, porque ni siquiera pensaba que iba a ser periodista aquella tarde de 1966, cuando conversamos en el lobby del hotel Habana Libre, sede de la XVII Olimpíada Mundial de Ajedrez. Tenía Fischer 23 años y yo 14.
Era un día de descanso y caminaba Robert Fischer junto con otros integrantes del equipo norteamericano. No era la primera vez que le vía tan de cerca, pero sí era la primera sin el apremio por entrar al salón de juego o retirarse de él. Sencillamente paseaba.
Me dije “esta es mi oportunidad” y me acerqué para pedirle un autógrafo. Fischer estaba de muy buen humor y elegantemente vestido con un traje azul sobre su entonces delgado cuerpo. No se limitó a firmar, sino que me hizo preguntas, en español, y conversamos unos 15 minutos, tal vez más.
Me preguntó la edad, que si iba a ver las partidas, que si conocía a otros ajedrecistas, que si había mucha afición por el ajedrez en Cuba, que si había reproducido partidas suyas…
Contesté todas sus preguntas. Quiso saber si había coleccionado muchas rúbricas y le hice la anécdota de que unos yugoslavos se mofaron de mí porque tenía la firma de José Raúl Capablanca. Pensaron que alguien me había gastado una broma. Entonces les dije: –Fue el señor aquel y es el hijo de Capablanca. Salieron corriendo a conocerlo.
A la pregunta relacionada con sus partidas le dije que había visto muchas y que la que más me había gustado era la que le había ganado a Donald Byrne cuando tenía 13 años.
Todos rieron con ganas, porque en la comitiva estaban los hermanos Byrne, Robert (segundo tablero) y el propio Donald, que era el capitán del equipo.
Claro, en ese momento no podía agregar, porque no lo sabía, que se había jugado en el torneo Rosenwald Memorial de 1956 y que el periodista Hans Kmoc la había calificado como La Partida del Siglo en la revista Chess Review.
Fischer me había firmado una tarjeta al principio y como luego de tanto conversar sentía que ya éramos amigos, tuve la osadía de pedirle otro autógrafo, cosa en la que él no era espléndido.
Pero respondió con una sonrisa y volvió a accionar su bolígrafo para estampar la segunda firma, luego de lo cual nos despedidos de la forma más cordial del mundo, como si nos conociéramos de toda la vida. En una de las tarjetas agregué firmas de otros famosos de la época, pero la intuición me dijo que la otra debía quedar solo con el R. Fischer de su puño y letra. Aún las conservo.
Este fue mi único encuentro con Robert Fischer. Cuatro años más tarde, a los 18, comencé a hacer periodismo. Si reuniera todas las líneas que he escrito sobre Fischer, tal vez alcanzarían para un pequeño libro. Fischer era el ídolo de los ajedrecistas de mi generación, aunque también admiraba mucho a Tal, Smislov, Spasski, Najdorf, Gligoric, Portisch… Pero él era el campeón indiscutible de la simpatía, al menos hasta el surgimiento de Karpov.
DIÁLOGO TELEFÓNICO
Mi tocayo Gran Maestro, Jesús Nogueiras, estaba en Buenos Aires en marzo de 1995, en ocasión de un torneo internacional. El GM Miguel Ángel Quinteros –íntimo de Bobby- le comentó que Fischer tenía problemas económicos, y se le ocurrió que podría presentar en La Habana el Fischer-Random, como ya había hecho en la Argentina.
Nogueiras fue con Quinteros al diario La Prensa. Allí el GM argentino hizo una llamada y le pasó el teléfono. Del otro lado estaba Fischer, hablándole en español. Después del saludo le preguntó:
–¿Castro tiene ahora conversaciones con los americanos?
(La pregunta debe haberla motivado la repercusión del diálogo migratorio Cuba-USA de entonces, debido a secuestros de embarcaciones en la Isla, que costaron la vida a muchas personas, en la época más cruda del llamado Período Especial. Haciendo alusión a esa pregunta, luego Quinteros le dijo a Nogueiras: -Tanto Castro como Fischer tienen el bloqueo de los Estados Unidos)
–No hay tales conversaciones. Las reuniones entre funcionarios de los dos gobiernos son sobre temas migratorios bilaterales.
Fischer cambió el tema:
–Este ajedrez está vencido. ¿Qué te parece mi juego?
–Me parece interesante, aunque no lo he jugado.
–¿Qué te parece mi reloj?
–No estoy muy al tanto.
Fischer le explicó sobre el reloj y sus ventajas. Entonces cuando le tocó hablar a Nogueiras, le preguntó:
–¿Cuántas veces ha estado en Cuba?
–Dos.
–En el 66 ¿y cuál otra?
–En el 56. Fui con mi madre.
–Usted en el 66 estuvo en mi ciudad, Santa Clara. Acudió al estadio de béisbol y sé que recibió una gran ovación allí.
–Sí. Santa Clara es una ciudad muy bonita.
El resto fue una cordial despedida. Esto me lo contó, desde luego, el propio Nogueiras.
FISCHER Y CUBA
Un hito en la historia ajedrecística de Cuba ocurrió el 25 de enero de 1956: El Club Capablanca es sede de un match con su similar Log Cabin, de Nueva Jersey (EE.UU.), ganado por los capablanquinos 5 x 2, con victorias de Carlos Calero, Eldis Cobo, Rogelio Ortega, Miguel Alemán y Rosendo Romero en los tableros del tercero al séptimo, pero en el segundo ganó un niño visitante de 12 años, que luego sería el ajedrecista más famoso del mundo, Robert Fischer.
Era la número uno de sus tres competencias en Cuba para Fischer y su triunfo fue sobre José R. Florido. En el primer tablero Norman Whitaker se impuso a Juan González. Al día siguiente, el 26 de enero, Fischer ofreció en el Club Capablanca su primera sesión de partidas simultáneas fuera de los Estados Unidos. Enfrentó a 12 oponentes, con resultado de 10 éxitos y dos empates.
Un torneo único en la historia del ajedrez fue el IV Capablanca In Memóriam (1965), que ganó celebridad no sólo por su fortísima nómina, sino porque el Departamento de Estado no le permitió a Robert Fischer (a la sazón considerado el mejor del mundo) viajar a La Habana. Fischer jugó por teletipo. Se trata de uno de los torneos más espectaculares de todos los tiempos, en el que participaron 22 ajedrecistas de 16 países, 14 de ellos Grandes Maestros, en época que no abundaban como ahora.
Se crearon reglas especiales para la novedad del competidor ausente y el 24 de agosto jugó su primera partida con el MI Heinz Lehmann, de la RFA, que le significó una bonita victoria. Las piezas de las partidas de Fischer en La Habana las movía José Raúl Capablanca, hijo. Las jugada las llevaba y traía un jovencito, hoy Doctor en Ciencias, llamado Francisco Acosta y que escribió un libro nombrado El cartero de Bobby Fischer.
El torneo lo ganó dramáticamente el excampeón mundial soviético Vasili Smislov con 15,5 puntos de los 21 posibles, luego que el GM yugoslavo Borisalv Ivkov perdió sus últimas dos partidas, originándose un triple empate en segundo lugar entre el propio Ivkov, el GM soviético Effim Gueller y Robert Fischer, los tres con 15 puntos.
Esta fue su segunda competencia en La Habana, en la que participó sin asistir. La tercera, al tiempo que su segunda visita, fue en ocasión de la XVII Olimpíada, en 1966. Fischer tuvo protagonismo desde su arribo y de hecho “participó” en la primera partida de la Olimpíada… antes de que se pusiera en marcha la magna cita. Hizo pareja con el mexicano Filiberto Terrazas en duelo frente a Fidel Castro y el campeón mundial Tigran Petrosian.
En varias oportunidades conversaron cordialmente Fischer y Fidel. El GM norteamericano le dedicó un libro suyo recién publicado.
JUGO DE NARANJA
De la Olimpíada data esta impresionante anécdota: Disputaba crucial partida con Boris Spasski y le pidió al periodista Miguel Ángel Masjuán, quien fungía como su edecán, un jugo de naranja lleno hasta el borde. Lo sostuvo un rato en alto, mientras jugaba con la otra mano.
Al concluir el cotejo (tablas), Masjuán regañó a Fischer: –Me hiciste traerte un jugo y no te lo tomaste, además de que tenías otro en tu mesa.
Fischer le contestó: –Yo no lo quería para tomármelo, sino para que Spasski viera que no me temblaba la mano cuando le hiciera el sacrificio de torre por alfil.
SUS 2 PADRES O HISTORIA DE ESPÍAS
–Mi madre me dijo una vez que el nombre de mi padre era Gerhardt y que era de origen alemán.
Se le atribuye a Fischer esta declaración, no sé cuándo ni dónde. Lo cierto es que Regina Wender, una judía de origen suizo, enfermera que ejercía como maestra de escuela y hablaba seis idiomas, era su madre y padre.
La historia tradicional se ha “enredado” con la revelación más reciente (quién sabe si cierta o falsa) de que el padre biológico de Fischer era el científico húngaro Paul Nemenyi, especialista en Física Atómica, colaborador de la construcción de la bomba nuclear, que falleció el primero de marzo de 1952.
En cualquier caso “los dos padres” y la propia Regina estaban fichados por el FBI y fueron acusados de espías. El papá Fischer alemán combatió al fascismo en la Guerra Civil Española y se sospechaba luego que fuera espía de la RDA.
Regina vivió un tiempo en Alemania en los años 30 y varios años en la Unión Soviética. Se declaraba abiertamente simpatizante comunista. Tal vez por eso el FBI también vigilaba a Bobby Fischer
EPÍLOGO
Desórdenes síquicos motivaron que después de haber ganado el título mundial en 1972 Robert Fischer no jugara ninguna partida oficial, aparte del match de 1992, en el que solo él creía que se estaba discutiendo otra vez la corona. Su mayor mérito es que popularizó como nadie el ajedrez, y en concordancia con este criterio Spasski sentenció: “Sin Fischer el mundo del ajedrez hubiera resultado aburrido”. Fallecido el 17 de enero de 2008 en Islandia, su vida colmó de años las casillas del tablero.
¿LA PARTIDA DEL SIGLO XX?
Bueno, así fue calificada por un periodista conocedor del ajedrez en 1956. Lo sea o no, es una belleza de partida conducida por un niño de 13 años.
Blancas: Donald Byrne — Negras: Robert Fischer
Defensa Grunfeld (por trans¬posición)
1.Cf3 Cf6 2.c4 g6 3.Cc3 Ag7 4.d4 0–0 5.Af4 d5 6.Db3 dxc4 7.Dxc4 c6 8.e4 Cbd7 9.Td1 Cb6 10.Dc5 Ag4 11.Ag5? Ca4!! 12.Da3 Cxc3 13.bxc3 Cxe4 14.Axe7 Db6!15.Ac4 Cxc3! 16.Ac5 Tfe8+ 17.Rf1 Ae6!! 18.Axb6 Axc4+ 19.Rg1 Ce2+ 20.Rf1 Cxd4+ 21.Rg1 Ce2+ 22.Rf1 Cc3+ 23.Rg1 axb6 24.Db4 Ta4 25.Dxb6 Cxd1 26.h3 Txa2 27.Rh2 Cxf2 28.Te1 Txe1 29.Dd8+ Af8 30.Cxe1 Ad5 31.Cf3 Ce4 32.Db8 b5 33.h4 h5 34.Ce5 Rg7 35.Rg1 Ac5+ 36.Rf1 Cg3+ 37.Re1 Ab4+ 38.Rd1 Ab3+ 39.Rc1 Ce2+ 40.Rb1 Cc3+ 41.Rc1 Tc2++
(Con este trabajo, el número 18, concluye la serie que placenteramente he confeccionado para Cubaperiodistas. Me hubiera gustado entrevistar a otros ajedrecistas que hicieron periodismo, como el yugoslavo Svetozar Gligoric, pero sobre todo a periodistas especializados como el español Leontxo García, el cubano-americano Miguel Ángel Sánchez y los mexicanos Jorge Balam y Arturo Xicotencatl, entre otros).
Una entrevista con Bobby Fischer
El 9 de abril de 1972, Bobby Fischer concedió una entrevista a “60 minutes”. El presentador del programa del canal de televisión CBS-TV, Mike Wallece le introdujo con las palabras: “Lo que Rod Laver es en el mundo de tenis, lo que Jack Nicklaus es en el deporte de golf, eso es lo que Bobby Fischer es en ajedrez. El programa se emitió tres meses antes de que Fischer se enfrentara por el “Duelo del Siglo” con Boris Spassky por el título de “Campeón del Mundo de Ajedrez”.
Interesante historia de ajedrez, felicidades