Por Ismael Lema Águila
Los sucesos cotidianos producen la necesidad de su representación artística. Pero cuando tienen un alto impacto en nuestras vidas, nos coloca en la condición de cronistas diarios. Esto ha sucedido con lo que estamos viviendo los creadores con el Coronavirus.
Es imposible presenciar este drama y no expresarnos de alguna manera. Y aparece una idea en un dibujo, el otro y uno más. Pasan los meses y cuando parece que todo acabará, empeora la situación. Y siguen los dibujos empleando el humor como pretexto para hacer llegar al prójimo mensajes de alerta, de agradecimiento, de solidaridad, de confianza, de esperanzas.
Pero las propias circunstancias impiden mostrarlos como quisiéramos y llegar con el mensaje a más personas. Son siempre limitadas las posibilidades de la prensa y hasta el alcance en las redes sociales. Insistimos en socializar la obra, que vista como una secuencia de sucesos vividos se ha convertido en una crónica gráfica.
Aparecen nuevas oportunidades. La galería de un cine, sus vidrieras para el asombro de los escasos transeúntes, los portales del Museo del Humor de San Antonio de los Baños, y entonces llega la Bienal Internacional de Humorismo Gráfico en Cuba y de nuevo navegamos con ella a través de las redes sociales, por excepción y necesidad y la parte más representativa del conjunto de dibujos se ha convertido en una exposición virtual. Treinta obras con un lenguaje llano y sugerente por la ausencia de textos.
Si la esperanza de vencer la enfermedad es una vacuna, confiamos por otra parte en que el ser humano adopte una actitud que lo inmunice para siempre de recibir y producir daño a sus congéneres, por eso la exhortación a que disfruten, reflexionen, sonrían con la exposición por los 60 de Palante: VACÚNATE CON HUMOR.