Rita Karo es una joven periodista, apenas unos meses la separan de su graduación, pero desde que se batía en conferencias, seminarios, clases prácticas de géneros periodísticos, Filosofía, Literatura e Historia aprendió una de las esencias de la profesión escogida: el periodista no puede ser un mero relator frío de los hechos, no debe quedarse en la toma de declaraciones, como simple jerarquizador de contenidos, si quiere mover fibras debe estar allí, ser protagonista, vivirlo, sentirlo para contarlo con emoción.
Por eso mientras esperaba para defender la Tesis y en medio del complejo escenario por la pandemia COVID-19, la joven decidió alejarse del hogar y ser voluntaria en el hospital Salvador Allende, conocido como la Covadonga, y aunque allí le hizo una alergia al cloro por dejar las bandejas relucientes, dio consejos a los pacientes cual si fuera psicóloga y hasta obró para darle una compota doble a quien se resistía a probar comida, también tuvo tiempo para escribir una serie de micro perfiles cronicados que fueron publicados en la revista Alma Máter bajo el nombre de “Miradas”.
“Yo estoy empezando ahora, cuando aquello ni me había graduado, pero es uno de los trabajos más bonitos. Pienso que el periodismo va de eso, de estar hoy y aquí y contar lo que está pasando”.
Rememora Rita que después de las jornadas agotadoras por servir y recoger bandejas, fregarlas, destinada a la despensa (pantry) de una sala, no sabe cómo lograba escribir.
“Uno lo dice y a veces no lo cree, que durante esos días haya logrado escribir historias que al público le haya gustado. Estaba tan cansada que escribía y le decía a mi colega: -Andy, lee, rectifica algunas cosas, una palabra que se haya ido de lugar. Siempre tengo que hablar de mi equipo de editores de Alma Mater que me apoyaron. Generalmente escribía de noche, casi con los ojos cerrados y de día, lo hacía entre la entrega de una comida y otra”.
Casi un mes compartiendo tareas, sintiendo el orgullo colectivo de ser útiles en donde la Patria más los necesitaba, ayudando a los enfermos forjó una amistad entre Rita, Pupo, Camila y Andy. Ella, aunque se califica como recta y seria, la exigente del grupo encontró complemento en las cualidades de sus compañeros.
“Fregaba las bandejas con detergente y cloro, andaba con un spray de alcohol para echarnos en las manos. Hubo mucho cuidado, nos cubríamos el cabello, los zapatos, no entrábamos nunca con la ropa de trabajar al cuarto de dormir. Al menos yo decidí quedarme con el pijama, yo misma la lavaba, con agua, jabón y cloro, usaba guantes para interactuar con los pacientes, me cambiaba de nasobuco varias veces al día”.
Trabajar como voluntario en un hospital, claro que me aporta, dice rotundamente la joven periodista de Radio Rebelde pero más que eso refuerza un rasgo de su personalidad, ayudar a los demás, algo que le viene genéticamente, Rita es hija y nieta de médicas.
“Son de especialidades muy sensibles. Mi abuela es ginecobstetra, mi mamá es hematóloga, que atiende enfermedades casi siempre muy tristes. Son personas que han estado toda la vida vinculada a ayudar a otras personas y yo ha crecido en ese ambiente, donde mi familia ayuda a las personas. Los que no fueron médicos, son maestros. Al menos allí, se me reforzó la idea de que vale la pena, sin importar la cantidad de casos, la indisciplina de la gente, entregarse, al menos yo di mi mejor versión”.
Ponerse en el lugar del otro, comprender su sufrimiento, no ver la situación muy lejos de lo que podría pasarle a uno mismo son claves para Rita.
“Pensaba en los pacientes como si fueran mi familia. Decían que las bandejas de la comida eran las más limpias que habían visto en su vida, brillaban. No quiero para otra persona, lo que no quiero para mí”.
El trabajo de servicio fue útil pero efímero, Rita se encargó con sus crónicas de inmortalizar el momento. Cuando pasen 50 años y se quiera saber qué hicieron los jóvenes cubanos en medio de una pandemia, habrá que leerla, porque estuvo allí, con las mismas manos que limpió, sirvió y fregó, escribió sus crónicas: “Miradas”.
“Y para mí eso es Periodismo. Me gustan los retos, escribir bajo tensión, contar historias”.
Acá te dejamos las portadas de estos microperfiles, si quieres leerlos los puedes encontrar en las redes sociales de la revista Alma Mater.