A Bárbara Betancourt me unen lazos de amistad que datan de nuestros tiempos universitarios: fuimos compañeras de curso cuando ambas estudiábamos Periodismo, especialidad que en aquel entonces (me refiero a la década de los ochenta), pertenecía a la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.
Luego, durante más de veinte años, trabajamos juntas y compartimos micrófonos en Radio Habana Cuba y en esa emisora internacional, la vi crecer como ser humano y como profesional. Ahora, además de mantenerse
fiel a la onda corta, Baby se desempeña como Directora de Política Informativa de la Televisión Cubana y, justamente con ese tema comenzó nuestro intercambio electrónico.
En Cuba, la televisión es como un integrante más de la familia, ¿consideras que los informativos satisfacen las expectativas de la teleaudiencia?, ¿qué habría que mejorar?
La Televisión es la gran protagonista del momento para informar y entretener a la familia; aún con un número muy reducido de personas y sin posibilidades de producir más de la mitad de los espacios habituales, se las ingenia para ofrecer una programación lo más variada posible, con productos realizados con las nuevas tecnologías, la reposición de series que en su momento fueron exitosas y hasta estrenos.
De manera particular, los informativos consiguieron liderar los espacios de preferencia; la conferencia de prensa del Doctor Francisco Durán, director nacional de Epidemiología, es todo un suceso esperado a diario, en tanto los noticieros se mantienen como los programas de mayor teleaudiencia.
Sin embargo, audiencia alta no es necesariamente sinónimo de satisfacción plena. Para conseguirlo todavía hay mucho que avanzar por encima de lo ya logrado. Pese a todo, hoy se hace un periodismo más crítico, menos almidonado, con una agenda más cercana a los intereses de los públicos, pero no siempre es todo lo profundo que debiera y no pocas veces capitula ante una eventual fuente cerrada. Las nuevas tecnologías nos han impuesto un gran reto porque la noticia ya no es patrimonio exclusivo de los medios de prensa y si no cambiamos los códigos para posicionar mejor nuestro mensaje en todas las plataformas, si no aceleramos la capacidad de respuesta, siempre
actuaremos a la riposta y el contexto, tan adverso, reclama pasar a la ofensiva.
Eres formada en la radio –la emisora internacional Radio Habana Cuba ha sido, sigue siendo, tu escuela–. Como profesional, ¿qué le agradeces a esa emisora y qué te ha aportado ese medio en tu formación?
A Radio Habana Cuba (RHC) le debo todo, incluso más allá de lo puramente profesional, pero bastaría solo este aspecto para destacarla porque me formó de punta a cabo, pulió mis defectos y potenció mis habilidades para la comunicación; me enseñó a respetar a la audiencia y a respetarme a mí misma, y sentir la necesidad de prepararme ante cada cobertura dentro o fuera del país, a no dar nada por sentado y aprovechar siempre la oportunidad de aprender algo nuevo porque sé que en algún momento necesitaré de ese conocimiento. No podría hoy desempeñar ninguna de mis responsabilidades sin todo lo aprendido en RHC, de la que siempre me sentiré deudora.
¿Cuáles han sido los retos más complejos que has tenido que enfrentar en estos largos meses de pandemia?
El primero fue adaptarme al teletrabajo y no estar en la primera línea de la acción como lo había estado siempre. Mis vulnerabilidades de salud determinan que gran parte del tiempo este en la casa, de modo que no fui parte de la mayoría de los esfuerzos realizados por nuestros canales, fundamentalmente por el Sistema Informativo, que asume el gran reto de mantener informada a la gente, así como lo hace la Televisión en su conjunto, en su misión de entretener a toda la familia y de apoyar la educación de niños, adolescentes y jóvenes en la casa.
De todos modos, estoy al tanto de las estrategias aplicadas para garantizar el reflejo de lo que ocurre en todo el país a través de la mirada de los canales territoriales, y de la articulación y coherencia de la programación general de la Televisión Cubana. Definitivamente, hacer mucho con muy poco, es el gran reto de la etapa.
Si tuvieras que escoger entre la radio y la televisión, ¿con cuál te quedarías?
Mi mayor sentido de pertenencia está en la radio, medio en el que llevo 38 años y aún le descubro encantos y me entusiasma incursionar en nuevos proyectos, pero la televisión también me atrapó cuando comprobé todas sus potencialidades. Llegué a ese medio tarde y como directivo, algo que nunca figuró entre mis aspiraciones, pero mentiría si no digo que hoy agradezco estar también en la televisión, a la que aporto mis conocimientos, mis experiencias y me retroalimento con toda la magia que las imágenes tributan al mensaje, cualquiera que sea. Parece una respuesta salomónica, pero es tan cierto como cuando se ama a dos hijos por igual, uno que llegó primero que el otro, así de sencillo y de sincero. Ojalá pueda continuar y ser útil en las dos.
En lo personal, ¿cómo han sido estos meses de asilamiento?, ¿cómo lo llevas?
Es una etapa complicada, como para todos, pude seguir en la radio y así sentirme útil no sólo para mi muy reducida familia, sino para la audiencia, incluso fuera de fronteras, sometida a los mismos riesgos y rigores.
Los otros retos también son comunes a los que enfrentaron todos, acostumbrarme a la parafernalia de mascarillas y pomitos de desinfectantes, incursionar en más de una cola para comprar alimentos, -que en tiempos de encierro parecen no bastar-, y asumir rutinas salvadoras y antes olvidadas o poco practicadas.
Fue asimismo una etapa que pude aprovechar para leer, disfrutar de programas que en circunstancias normales no tengo tiempo de ver, descubrir nuevas bondades del universo de Internet, y además, arreglar gavetas y realizar alguna que otra tarea propia del ama de casa que nunca he pretendido ser.
Tienes familiares cercanos y queridos viviendo en España y en Estados Unidos, ¿qué sentimientos encontrados experimentas en estos meses complicados, difíciles y tristes?
Tienes razón, parte de mis grandes afectos decidieron hacer su vida fuera de Cuba. Confieso que es de las realidades que más me ha costado asimilar y 20 años después sigo sin acostumbrarme.
Hemos conseguido mantener firmes y sólidos nuestros lazos y sortear los desencuentros que van surgiendo ante cada decisión que vas tomando en tu vida. En todo caso, yo siempre he defendido en cualquier escenario mi derecho a amarlos, a relacionarme con ellos, y ellos han actuado en consecuencia. Nos tenemos los unos a los otros y en estos
tiempos de pandemia, hemos incrementado los contactos habituales, porque la preocupación se multiplicó por mil, de mi parte ante cada noticia sobre la situación tan complicada en los países donde viven, y de ellos, porque los que aquí estamos ya tenemos nuestros achaques. Por suerte, ninguno ha enfermado ni sufrido consecuencias laborales,
pero la maldita pandemia me privó de la posibilidad de verlos como estaba previsto. (Publicada en la web de Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau).