No hay un estudiante de Periodismo que haya pasado por la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en los últimos 20 años que no sepa quiénes son Iraida Calzadilla Rodríguez y Roger Ricardo Luis. Así, juntos, Iraida y Roger, porque no hay forma de separarlos. Ellos conforman una de esas uniones en las que resulta imposible pensar en la existencia del uno sin el otro.
Ella con su carácter fuerte y él sin prisa, pero sin pausa, logran complementarse a la perfección dentro y fuera del aula, precisamente por ser diferentes. Con solo mirarlos se puede apreciar esa complicidad que deja a su paso 45 años de matrimonio. Ambos son responsables de enseñar a los estudiantes a dar los primeros pasos en la profesión. Son quienes les muestran los misterios del Periodismo Impreso y los preparan para la vida en los medios.
-¡Deja que te coja Iraida!- Es una de las frases más recurrentes que les dicen a los recién llegados a la carrera, y ella no se hace esperar con su temible tinta roja convertida en leyenda, y admite que nunca ha comprado un bolígrafo de ese color, pues se los regalan los propios alumnos “para alimentar el mito”. Roger es su contraparte, siempre risueño. Él no pierde la oportunidad de contar una anécdota en cada clase.
Ellos funcionan como una suerte de policía bueno y policía malo. O como dice Iraida: “Él es Dios y yo la Diabla”, pero la realidad no es tal, pues los dos idean juntos el proceder de cada clase y siempre quieren sacar el máximo de cada alumno mediante una fórmula que lleva mucho amor, paciencia y un poco de mano dura.
El Periodismo como forma de vida
Su historia como pareja comenzó en la Universidad de La Habana el día en que ella subió la escalinata por primera vez. Él comenzaba su segundo año cuando la vio entre la multitud y sintió algo bastante parecido al amor a primera vista. Ninguno de los dos fue capaz de sospechar la serendipia de su cruce de caminos.
Pero no suelen hablar de cuestiones personales. Dicen que no tienen recetas. Por eso “saltan” momentos de sus vidas y encauzan cualquier conversación hacia el trabajo. Iraida y Roger tienen una larga trayectoria como periodistas. Él trabajó durante 27 años en el periódico Granma como periodista y en la jefatura de Información Nacional, formó parte del equipo de cobertura del Comandante en Jefe y fue enviado especial a varios países. Ella tuvo un extenso recorrido por varios medios que incluyen desde la antigua Agencia de Información Nacional, el periódico Trabajadores, la revista Muchachas, Bohemia y Granma, donde comenzaron a trabajar juntos, y el diario se convirtió en una extensión de su casa.
Pero trabajar en el mismo periódico no fue un gran cambio para ellos. Siempre colaboraron. De sus conversaciones surgían ideas para sus escritos. Han sido el ojo crítico el uno del otro, basados en la completa honestidad que genera el cariño. Y lo más importante es el apoyo mutuo que se brindan para poder desarrollar sus carreras, pues ambos conocen el costo que conlleva ser un buen periodista.
Tantos años en la profesión les han valido varios premios; pero lo más importante, se han ganado, el respeto de sus compañeros y el gremio en general. Durante sus largas carreras disfrutaron la labor diaria como reporteros y cronistas de la realidad, más allá de cualquier reconocimiento. No les faltaron coberturas de gran relevancia, pero no fue a ese tipo de periodismo al que se dedicaron, le apasionaron más las historias sencillas de las gentes en las comunidades rurales, las fábricas, las escuelas, las calles de la ciudad, del aquí y del ahora.
“Ninguno de los dos hemos sido periodistas que busquen “la gran escena”, hemos hecho el trabajo de reporteros que es muy interesante. El periodista que no se enamore del reporterismo no sé qué va a hacer en su vida profesional, porque eso es la base del oficio. Porque tienes contacto con la vida de la gente. Son cosas que nutren”, comenta Roger.
Para ambos, el periodismo es como la vida: en constante movimiento, y con ella debe evolucionar el profesional. Creen que siempre se puede aprender algo nuevo, por eso a pesar de su condición de doctores en Ciencias de la Comunicación Social continúan inscribiéndose en cursos y talleres. “El periodista reporta la vida y si tú no eres capaz de estar al tanto de lo que está pasando y de interpretar esa realidad, entonces no lo haces bien”, aclara Iraida.
Familia: lo más importante
En una esquina de la sala del apartamento donde viven está ubicada la réplica del machete del Generalísimo Máximo Gómez que recibió Roger por su trabajo periodístico en 1986, en la primera edición. Pero los espacios más importantes de la habitación lo ocupan las imágenes de la familia. 45 años es mucho tiempo para plasmar en unas pocas imágenes. La foto de su boda, momentáneas con Patricia, su única hija, y el nieto Ignacio del que no paran de hablar. Ambos están convencidos de que esas dos personas son su mayor logro.
Como reportero de Granma, Roger recorrió varios países, realizando coberturas como corresponsal de guerra, y en desastre naturales, entre otras. Su carrera periodística cuenta con momentos significativos, con hechos que lo marcaron para toda la vida, con logros que llenan de admiración a sus colegas y alumnos como el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí, en dos ocasiones.
Pero, sin lugar a duda, a Roger le tocó vivir algunos de los momentos más difíciles de la labor periodística, los de guerra: no una, sino dos veces, en Nicaragua y Angola.
Iraida no fue a la guerra. Tuvo que asumir la retaguardia. El internacionalismo conlleva una carga muy fuerte para la familia, tanto para los que se van como para los que se quedan. “Porque detrás de un internacionalista hay otros internacionalistas, las esposas, los hijos. Pero el trabajo de los que se quedan en Cuba no se exalta lo suficiente. Te da una tranquilidad tremenda saber que tu familia está bien cuidada y caminando bien, porque eso es un factor de estabilidad psicológica bastante grande para el que está fuera”, cuenta él.
El aula: Pasar la antorcha
Es casi imposible no llevarte el trabajo a la casa cuando solo una cuadra separa al uno del otro. Si agregamos que su función es educar a un montón de muchachos de primer curso llenos de dudas y dispuestos a molestar a cualquier hora; o tutorar a los de último año, con tesis que entregar y ningún tiempo que perder, el resultado es un hogar pedagógico. Son profesores todos los días y a cualquier hora. Por más que insistan en preservar los límites, al final lo disfrutan.
Roger llegó a la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en 1992, e Iraida se incorporó a la asignatura de Periodismo Impreso en 2004, aunque no era la primera vez que fungían como profesores. Desde su graduación en 1976, Roger estuvo vinculado al Departamento de Filosofía Marxista de la Universidad de La Habana, mientras que Iraida impartía Español Literatura en un técnico medio en San Antonio de los Baños.
Ambos tienen una larga trayectoria en la docencia. Son profesores del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y han impartido clases también en Venezuela, Colombia, República Dominicana, Ecuador, Bolivia y México. Sin embargo, prefieren las aulas cubanas, donde los estudiantes comparten con ellos los mismos códigos. La sienten como su espacio natural. Ella prefiere el campo de la teoría periodística, mientras que él se acerca más a la comunicación política. Lo que no quiere decir que no colaboren el uno con el otro en cada investigación.
Imparten juntos la asignatura de Periodismo Impreso. Han logrado darle un giro significativo, imponiendo una visión teórica, investigativa y práctica, alejada de lo meramente instrumental de los géneros periodísticos. Esta ha sido una lucha por varios años, en la que han contado con la ayuda del Departamento de Periodismo, colectivo del que se sienten orgullosos por la calidad y entrega de sus profesores.
Ellos dos son las primeras caras con las que se presenta el periodismo a los recién llegados a la carrera. Para los suertudos que los tienen como tutores, también son los de los que dan el espaldarazo como colegas. Les encanta recibir a los nuevos estudiantes y enamorarlos de la profesión elegida.
“Los niveles de responsabilidad que eso implica, que los estudiantes confíen en nosotros, eso no es para vanagloriarse. Siempre pensamos que estamos en deuda con ellos. Y pensar que estamos formado a las nuevas generaciones, nos llena de responsabilidad, todo el tiempo, no solo durante la clase, es algo que se asume para siempre,” afirma Iraida.
Para los dos es muy importante la mirada de los jóvenes, por eso tutoran, además, a nuevos profesores que los ayudan a llevar la materia por otros senderos y darle ese toque de excelencia que se logra a través de la combinación de la experiencia con los aires de juventud. Ellos no solo preparan a los alumnos para enfrentarse a una redacción, los preparan para enfrentar la vida.
En el aula encuentran paz, medicina para los dolores y esa inyección de juventud que los mantiene muy activos. Y aunque dicen que la jubilación llegará más pronto que tarde, pues no se creen eternos, no pueden esperar a que pase la covid para salir corriendo a la “incubadora” a recibir a los recién llegados a la profesión.
Al pensar en la Facultad de Comunicación, me vienen a la mente dos palabras: casa y familia, y ciertamente parte de esos calificativos se deben a Iraida y Roger, quienes han convertido a FCOM en su hogar y a sus estudiantes en sus hijos. No importa cuándo se hayan graduado, ellos conservan recuerdos de cada uno, como buenos padres de cada generación de periodistas.
Agradecida eternamente a mis dos profesores. Les he dado el de pie tocándoles la puerta a las 8am y guardo todavía el frijol de mi primera clase de PI…Más que feliz de mis dos tutores a los que espero que mis hijos llamen abuelos…Los adoro y ellos lo saben
Son excelentes amigos y personas. No solo son luz en la facultad, también lo son en el barrio. Son muy queridos por sus vecinos . Muy bello y justo el reportaje
Dos personas especiales y destacados profesiionales. Tengo el placer de conocer a los dos. A Iraida no mucho, independientemente que me ha impartido cursos de actualización periodística. A Roger lo recuerdo de mi época de estudiante de la carrera de Periodismo en la Universidad de La Habana.
Para los dos abrazo en la distancia. Ah, se me olvidaba , Iraida es prima de Estrella Calzadilla Reyes, periodista de Radio Guamá ya jubilada, pero que yo recuerdo también con mucho cariño. Cuando regrese de mis vacaciones el próximo 31 de marzo debo contactarla para hacerle una entrevista para mi sección en Guamá “Periodistas de Ayer y de Hoy”.
Qué justo reconocimiento! Y qué bueno que sus alumnos los vean así! Ellos lo merecen; han dedicado gran parte de sus vidas al periodismo, y periodismo del bueno. Felicidades, Iraida y Roger!!
Saludos y reconocimientos a mis dos profesores, colegas y condiscipulos desde hace casi medio siglo. Juntos los conocí y casi sin darnos cuenta hemos sido coetáneos de iraida-roger toda una vida, un suceso permanente no tan frecuente en el periodismo cubano. Una pareja profesional y familiar de esta generacion de generaciones que nos acompaña del aula al periodico y de nuevo al aula, con el mismo aire emblemático de muchachos enamorados entre sí y del oficio. Gratitud para el renuevo que supo verlo para plasmarlo